miércoles, 5 de octubre de 2016

POR QUE CONFIAR EN DIOS

¿Porqué confiar en Dios?
La esperanza es la virtud sobrenatural infundida por Dios en el momento del bautismo por la que tenemos firme confianza en que Dios nos dará, por los méritos de Jesucristo, la gracia que necesitamos en esta tierra para alcanzar la vida eterna.


Por: Escuela de la Fe | Fuente: Libro Tiempos de Fe. 




¿Porqué confiar en Dios?
*Dios siempre es fiel a sus promesas
*La esperanza responde al anhelo de felicidad del hombre
* El horizonte de la esperanza es la vida eterna
La seguridad es nuestra vida moral nos viene de la esperanza, la segunda virtud teologal, un don muy importante para el cristiano. Gracias a ella, muchas realidades dolorosas de esta vida: la muerte, el sufrimiento, la traición de los hombres, adquieren un nuevo sentido, se convierten en medios de salvación, en pasos para llegar a Dios, Por ella vivimos en esta vida con la certeza de que un día vamos a recibir la felicidad eterna del encuentro definitivo con Dios. Padre amoroso que nos está esperando y nos ayuda de diversas formas a llegar hasta Él.
Esperanza: es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo.


La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva de egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.
La esperanza es la virtud sobrenatural infundida por Dios en el momento del bautismo por la que tenemos firme confianza en que Dios nos dará, por los méritos de Jesucristo, la gracia que necesitamos en esta tierra para alcanzar la vida eterna.
Cuando Dios se revela y llama al hombre, éste no puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas.
Debe esperar que Dios le dé la capacidad de devolver el amor y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad. La esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y la bienaventurada visión de Dios; es también el temor de ofender el amor de Dios y provocar su castigo.
El fundamento de esta virtud lo encontramos en la bondad y el poder infinito de Dios que siempre es fiel a sus promesas.
Dios ha prometido el cielo a los que guardan sus mandamientos y ha prometido además, que Él ayudará a los que se esfuercen en guardarlos. Dios nos da la gracia divina que nos permite hacer obras meritorias y, a través de ellas, alcanzar la gloria eterna.
La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido del Antiguo Testamento, que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham, colmada en Isaac. Él esperaba el cumplimiento de las promesas de Dios y su esperanza fue purificada por la prueba de sacrificio. (cfr. Gn 17, 4-8;22, 1-18).
Dios además hizo una alianza con Israel en el Monte Sinaí y Él siempre se mantuvo fiel. El pueblo se dejó llevar por la desconfianza y llegó a adorar a otros dioses, pero Dios seguía conservando su fidelidad, su amor hacia ese pueblo elegido.
Éste es el fundamento de la esperanza: Dios siempre se mantiene fiel en su amor hacia cada hombre y, por eso, aunque los pecados sean muchos, siempre se puede acudir a Él con arrepentimiento para recuperar la relación del amor que el hombre rompe con su infidelidad.
A veces, la Iglesia se refiere a la Santísima Virgen como “Esperanza nuestra”. Esto lo decimos porque, siendo ella, Madre Nuestra, Corredentora y Medianera de todas las gracias, nos alcanza de Dios la perseverancia final y la vida eterna.  
La virtud de la esperanza es tan necesaria como la virtud de la fe para conseguir la salvación, pues el que confía llegar al fin prometido por Dios, fácilmente abandonará los medios que le conducen a Él. Es la virtud de la alegría, de la motivación de la fuerza ante la dificultad y heroísmo de los mártires. Sin ella, el hombre queda encerrado en los horizontes de este mundo sin posibilidad de abrirse a la vida eterna y esto puede llevarle a la desesperación pues no será capaz de resolver los enigmas de la vida y de la muerte, de la culpa y del dolor (cfr.  Gaudium et Spes,n 21, 3). Sin ella, el hombre cree que está solo ante las dificultades, que no cuenta con la ayuda de Dios. Esto, unido a la constatación de su propia fragilidad, le sume en el pesimismo y en la falta de ilusión por superarse. Gran parte de la filosofía moderna existencialista olvidada de Dios sigue esta línea con terribles consecuencias para el hombre: desesperación, absurdo, suicidio.
Junto a la esperanza suele mezclarse el temor a Dios pues el hombre, sabiendo que puede ser voluntariamente infiel a la gracia y comprometer su salvación eterna, a veces encuentra mayor motivación para ser fiel a Dios en el hecho de que si no lo es, puede condenarse. Este temor de Dios es un don del Espíritu Santo que no hay que despreciar pues una esperanza sin temor  engendra presunción. Tampoco hay que exagerar, pues un terror puramente negativo puede producir desconfianza o desesperación. En definitiva, no se trata propiamente de un temor a Dios sino de un temor a perder a Dios.
El cristiano, a pesar de sus muchas faltas y pecados, confía en el Señor, recurre a la oración y a los sacramentos, a sus medios de perseverancia es sabiendo que Él cumplirá la promesa de llevarle a la vida eterna en su presencia.
Hay tres formas de pecar contra la esperanza:
1.- Desesperación: que consiste en creer que Dios ya nos perdonará a los pecados o no dará la gracia y los  medios necesarios para alcanzar la salvación. Es el pecado de Caín (Gn 4, 13) y de judas (Mt27, 3-6).
Equivale a una negación de la misericordia de Dios y lleva casi naturalmente a la pérdida de la fe. Los hábitos de pecado, la pereza espiritual que no pone ningún medio para vivir intensamente la fe, la soberbia y autosuficiencia, llevan fácilmente al espíritu a desconfiar de la gracia. Un hombre de mentalidad cristiana sana prefiere desconfiar antes de sí mismo que el inmenso poder y de la inconmensurable misericordia de Dios que tantas veces se pone de manifiesto a lo largo de la Sagrada Escritura   (ej. Lc. 15).
2.- Presunción: es un exceso de confianza que nos lleva a persuadirnos de que alcanzaremos la vida eterna sin emplear los medios previstos por Dios (la gracia o las buenas obras).
En la presunción se puede incurrir de muchas formas como el que espera salvarse sólo por las buenas obras, el que cree que se salvará sólo por la fe, el que deja la conversión para el momento de la muerte y mientras, vive como quiere, confiando temerariamente sólo en la bondad de Dios a la hora de la muerte, el que peca libremente por la  facilidad con que perdona Dios o los que se exponen fácil a las ocasiones de pecado. Aquí, en todos estos casos, se pierde de vista la justicia de Dios que pedirá cuentas a cada uno del uso de los talentos que le dio (Eclo 5,6).
3.- El pecado más habitual contra la esperanza es la Desconfianza. No se pierde por completo la virtud, sólo se debilita al constatar los obstáculos y las dificultades que aparecen cuando se quiere vivir a fondo el cristianismo. También aparece por el cansancio en la lucha por vivir las virtudes o por el olvido de que Dios es el verdadero protagonista de la santidad queriéndolo hacer todo sólo por las propias fuerzas. Da lugar al desánimo, al pesimismo o al abandono de la vida espiritual combativa. La forma más adecuada de salir de esta situación es acudir a Dios a través de la oración, los sacramentos, etc.

COMO MEDIR LA TEMPERATURA A TU RELACION CON DIOS




Como creyentes, uno de nuestros mayores anhelos es tener una relación fuerte y sana con Dios, que impregne nuestra vida y nos haga caminar en santidad. Vivir en sintonía con Dios nos da verdadera felicidad y por eso, debemos cuidar nuestra relación con Él más que ninguna otra y estar en constante sintonía con su voluntad.
Cuando el pueblo de Israel es conducido por Moisés a través del desierto hacia la tierra prometida experimenta muchos episodios de rebeldía. Éste período de travesía por el desierto, que no es muy hermoso, retrata muchas cosas ciertas para nosotros actualmente. El pueblo es la imagen de la Iglesia y el desierto de la vida humana, y seguramente las rebeldías que tuvo el pueblo de Dios son las que acompañan el transcurso de nuestras vidas. Hoy no nos quejamos y no nos rebelamos a Dios exactamente por los mismos motivos que ellos, pero estos pasajes bíblicos se encuentran más vigentes que nunca y los tomamos como guía para aprender a conocer nuestra condición humana, para estar en guardia y hacer frente a nuestras propias rebeliones y caprichos.
¿Estás en sintonía con lo que Dios tiene para ti o eres un caprichoso?
La palabra capricho es útil para describir lo que sucede al pueblo de Dios y que nos trae la Palabra en el Libro de Los Números (11, 4b-15), cuando los Israelitas se quejaban de que sólo tenían maná para comer y extrañaban el pescado, pepinos y cebollas que comían en Egipto mientras eran esclavos. No les bastaba el alimento que Dios les daba en libertad y en camino hacia la tierra prometida, sino que añoraban la comida que recibían en esclavitud. Ellos exclamaban: « ¡Quién pudiera comer carne! Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, y de los pepinos y melones y puerros y cebollas y ajos. Pero ahora se nos quita el apetito de no ver más que maná ».
El pueblo tenía lo suficiente para vivir, pero no era a gusto de ellos. No se estaban muriendo de hambre como en otros pasajes parecidos, el problema tiene que ver con el sabor, con el gusto. Pues, aunque el maná según la descripción de la escritura suple la necesidad de nutrición, es un sabor que ya los tiene saturados.


Nosotros no somos muy distintos de ellos, pensemos en cuantas circunstancias de nuestra vida, más que tener necesidades lo que en realidad tenemos son caprichos, y el hecho de imponer o querer imponer nuestro capricho, nos vuelve como niños mal educados, malcriados, lo mismo que este pueblo. El problema  es de falta de sintonía, yo quiero llevar mi camino, quiero hacer las cosas a mi gusto, yo prefiero mi estilo y Dios quiere llevarme por otra parte, descubro que lo que Dios me ofrece si es suficiente para la necesidad pero no es suficiente para mi propio gusto, desprecio el plan de Dios y creo que mis apetencias son mejores.
La fiebre del capricho nos enferma, pone en peligro nuestra relación con Dios, va atacándonos poco a poco y nos hace más susceptibles a caer en las redes del pecado. Para ello debemos estar constantemente midiendo la temperatura de nuestra relación con Dios.
Los dos termómetros de tu relación con Dios: La gratitud y la alegría
1. ¿Soy agradecido?
Si queremos saber la temperatura de nuestra relación con Dios, empecemos por preguntarnos por nuestros propios caprichos. ¿Soy una persona agradecida con lo que he recibido de Dios?
La gratitud se vuelve escasa o tal vez inexistente en el pueblo de Dios, estas personas no sienten que tengan que agradecer, es un pueblo ingrato porque no les llegan las cosas como quisieran. Para saber si somos caprichosos es bueno hacernos esa pregunta ¿Qué tan agradecido soy?
La falta de gratitud denota siempre que el capricho se está adentrando en el corazón humano, si damos gracias pocas veces o no el número de veces que deberíamos, es porque en realidad cuando las cosas no son a nuestro gusto seguramente no las agradecemos
2. ¿Soy alegre?
Llama la atención que en el pasaje de Caín y Abel, lo primero que perdió Caín mucho antes de cometer el homicidio fue la alegría, y Dios lo llama y lo interroga y le dice: “¿Qué paso con tu alegría? ¿Por qué andas con el rostro sombrío?”
La falta de alegría es el primer síntoma de que se ha perdido la sintonía con Dios. El corazón gozoso en  la voluntad de Dios, agradecido por lo que recibe de Él, es un corazón en plena sintonía. Mientras que el corazón que ya no se alegra, que empieza a volverse apagado y sombrío, muy pronto va a pasar de esa sombras a las tinieblas, y va a pasar de ese aspecto simplemente serio o ausente a otro mucho más terrible, probablemente ya de envidia como Caín, ya de lujuria como David ya de venganza como Saúl, eventualmente terminará cayendo en las redes del pecado.
Para evitar que el pecado haga nido en nuestra vida y ponga en peligro nuestra relación con Dios hay que vigilar el rostro, hay que vigilar la alegría, hay que tener control de la gratitud. No se trata de ponernos una máscara que tenga una sonrisa, se trata de utilizar esas dos actitudes, la gratitud y la alegría, como termómetros que nos permiten examinar si tenemos esa fiebre terrible que se llama capricho, ver si me he enfermado de ingratitud y esa enfermedad hay que curarla con urgencia
Realmente el pecado no sucede de manera tan inesperada como a veces uno lo describe. Una vocación, por ejemplo, no se pierde de manera tan inesperada. Normalmente lo que sucede es que se empieza a resbalar, se empieza a ceder: de las cosas pequeñas se va pasando a otras más grandes, y de las grandes a las terribles, y de las terribles a las espantosas, uno va descendiendo, uno va resbalando. Entonces, estos termómetros de la alegría y la gratitud sirven para que el corazón se despierte y me pregunte ¿qué estoy haciendo? ¿Qué está pasando conmigo? ¿A dónde voy a llegar si sigo por este camino? Esos indicadores son muy importantes, cuando estamos atentos al estado de salud de nuestra docilidad y de nuestra sintonía con Dios, indudablemente podemos tomar medidas correctivas en el momento en el que son necesarias.
¿Cómo curarme de la fiebre del capricho y mejorar mi relación con Dios?
Revisa tu comunicación con Dios. Si de repente notas que estas estresado, enojado o agotado, es una señal de que te estas comunicando menos con Dios y más con el mundo. Es algo parecido a lo que sucede con la comunicación moderna a través del teléfono celular, si por algún motivo en medio de una llamada empiezas a perder la señal, la voz se empieza a entrecortar, no entiendes lo que te dicen. Esto mismo sucede en nuestra comunicación con Dios, apenas empecemos a sentir que se está perdiendo la comunicación, quiere decir, que me he alejado demasiado de la antena, me he alejado de esa emisión de la palabra de Dios que quiere llegar  a mi vida, posiblemente me he alejado de mi libro de oraciones, de la liturgia de las horas, probablemente me alejado del sagrario que me inspira tanto, me he distanciado de mi comunidad que es el lugar natural de crecimiento y de florecimiento de mi vocación.
¿Qué hacemos cuando en el celular se pierde la señal? Caminamos hasta encontrarla, vamos al lugar donde la señal se recupera. Pues eso es lo que también debemos hacer en la vida de la fe, en la vida del espíritu, si ves que la señal esta interrumpida, esta entrecortada, es el momento de dar unos pasos, es el momento de buscar plena conexión con Dios que te da vida.   

SAN FRANCISCO DE ASIS, el perdon y el arrepentimiento




Un día fueron al convento donde estaban Francisco y sus hermanos tres ladrones, y pidieron al guardián, el hermano Ángel, que les diera de comer. El guardián les reprochó ásperamente por ser ladrones e ir a pedir de sus limosnas, y los despidió duramente, por lo que ellos se marcharon muy enojados. En esto regresó San Francisco que venía con la alforja del pan y con un recipiente de vino que había mendigado él y su compañero. El guardián le refirió cómo había despedido a aquella gente. Al oírle, San Francisco lo reprendió fuertemente, diciéndole que se había portado cruelmente, porque mejor se conduce a los pecadores a Dios con dulzura que con duros reproches; que Cristo, nuestro Maestro, cuyo Evangelio hemos prometido observar, dice que no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos, y que El no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, y que por esto Jesús comía muchas veces con ellos. Por lo tanto, terminó diciendo:
Ya que has obrado contra la caridad y contra el santo Evangelio, te mando, por santa obediencia, que, sin tardar, tomes esta alforja de pan que yo he mendigado y esta orza de vino y vayas buscándolos por montes y valles hasta dar con ellos; y les ofrecerás de mi parte todo este pan y este vino. Después te pondrás de rodillas ante ellos y confesarás humildemente tu culpa y tu dureza. Finalmente, les rogarás de mi parte que no hagan ningún daño en adelante, que honren a Dios y no ofendan al prójimo; y les dirás que, si lo hacen así, yo me comprometo a proveerles de lo que necesiten y a darles siempre de comer y de beber. Una vez que les hayas dicho esto con toda humildad, vuelve aquí .
Mientras el guardián iba a cumplir el mandato, San Francisco se puso en oración, pidiendo a Dios que ablandase los corazones de los ladrones y los convirtiese a penitencia. Llegó el obediente guardián a donde estaban ellos, les ofreció el pan y el vino e hizo y dijo lo que San Francisco le había ordenado. Y quiso Dios que, mientras comían la limosna de San Francisco, comenzaran a decir entre sí:
¡Ay de nosotros, miserables desventurados! ¡Qué duras penas nos esperan en el infierno a nosotros, que no sólo andamos robando, maltratando, hiriendo, sino también dando muerte a nuestro prójimo; y, en medio de tantas maldades y crímenes, no tenemos remordimiento alguno de conciencia ni temor de Dios! En cambio, este santo hermano ha venido a buscarnos por unas palabras que nos dijo justamente reprochando nuestra maldad, se ha acusado de ello con humildad, y, encima de esto, nos ha traído el pan y el vino, junto con una promesa tan generosa del Padre santo. Estos sí que son siervos de Dios merecedores del paraíso, pero nosotros somos hijos de la eterna perdición y no sabemos si podremos hallar misericordia ante Dios por los pecados que hasta ahora hemos cometido.
Los tres, de común acuerdo, marcharon apresuradamente a San Francisco y le hablaron así:


Padre, nosotros hemos cometido muchos y abominables pecados; no creemos poder hallar misericordia ante Dios; pero, si tú tienes alguna esperanza de que Dios nos admita a misericordia, aquí nos tienes, prontos a hacer lo que tú nos digas y a vivir contigo en penitencia.
San Francisco los recibió con caridad y bondad, los animó con muchos ejemplos, les aseguró que la misericordia de Dios es infinita y les prometió con certeza que la obtendrían. Movidos de las palabras y obras de Francisco, los tres ladrones se convirtieron y entraron en la Orden.

LA EXCELENCIA DEL AMOR CONYUGAL



Nos preocupa hondamente descubrir signos claros de decadencia en la sociedad actual: alcoholismo creciente, drogadicción desbordante, indisciplina -cuando no violencia- en las aulas, disminución de la natalidad, corrupción en diversos aspectos de la vida... Pero no basta sentir preocupación. Como miembros de una sociedad culta, debemos esforzarnos en descubrir las causas de tal deterioro para buscar posibles remedios. Hoy se está comprobando, por ejemplo, que buena parte de los fracasos escolares responden a la soledad y a la falta de acogimiento que sufren muchos niños en sus hogares. Este conocimiento puede ser el punto de partida para un cambio de conducta en la vida familiar.

Sabemos que la corrupción de la vida humana, en todos los niveles, comienza por la corrupción de la mente. Y ésta se manifiesta en la confusión de los conceptos, la superficialidad de los planteamientos, la precipitación a la hora de tomar decisiones. De ahí la urgencia de neutralizar los efectos nefastos de la manipulación, ordenar la mente, clarificar las palabras, aprender a utilizar el lenguaje de forma precisa y a plantear bien los problemas.

Para ello es indispensable ejercitar la inteligencia de tal modo que adquiera las tres condiciones que le confieren madurez, a saber: largo alcance, amplitud y profundidad.La persona de inteligencia madura 1) no se queda, de forma miope, en las impresiones inmediatas; va más allá, otea un horizonte más amplio; 2) presta atención, sinópticamente, a los diferentes aspectos que presenta una realidad o un acontecimiento; 3) procura captar el sentido de todos ellos y del conjunto al que pertenecen.

Cuando se ejercita este tipo de inteligencia tridimensional, se descubre que las grandes cuestiones de la vida que se han discutido últimamente en nuestra sociedad fueron planteadas de modo inadecuado, por unilateral. Se comenzó poniendo de relieve algún aspecto de las mismas que conmueve la fibra sentimental de las gentes, pero se dejaron de lado ciertas vertientes de la misma que, por su gravedad, deben ser sometidas a un estudio detenido y penetrante. La metodología filosófica nos advierte que la primera condición para plantear adecuadamente un problema es poner sobre el tapete todas las variables del mismo. Por eso resultó desazonante observar que dichos temas fueron tratados, en muchos países, de modo reduccionista.

En el caso del divorcio, se lo redujo a un medio para resolver el problema de los "matrimonios rotos" y se fingió ignorar el hecho insoslayable de la repercusión negativa que suelen tener sobre los hijos las desavenencias de los padres que culminan en alguna forma de ruptura. Este planteamiento parcial puede responder a un afán manipulador de vencer a las gentes sin tomarse la molestia de convencerlas. En todo caso, refleja un tipo de inteligencia que carece de largo alcance y se queda presa en lo inmediato, en el afán de solucionar los problemas de modo expeditivo sin atender a las consecuencias que puedan tener las decisiones tomadas.

En cambio, el que dota su inteligencia de las tres dimensiones antedichas se esfuerza en superar el impacto que produce en su ánimo el primer enfrentamiento con los conflictos concretos y dedica tiempo a pensar qué sucede más allá de la proclamación de la ley divorcista y de cada acto concreto de divorcio. Tal reflexión le permite descubrir, mediante la confrontación con lo sucedido en otros países, que los divorcios causan perturbaciones nada leves en la conducta de los hijos y la ley divorcista provoca, al cabo de cierto tiempo, una grave alteración de la idea de matrimonio como forma de unión indisoluble. Es sabido que la importancia de las leyes no radica sólo en lo que prohíben o prescriben sino en el clima espiritual que crean.

Esta persona reflexiva desea cordialmente resolver la situación problemática de quienes juzgan inevitable la separación o el divorcio, pero al mismo tiempo se considera obligada a sopesar las desdichas que puede acarrear dicha medida en un plazo corto o medio. Esta actitud ponderada corre riesgo de ser tachada de anticuada e intolerante por quienes la interpreten como insensibilidad para el inmenso dolor que implican los fracasos amorosos. Una sociedad que glorifica el cambio y lo convierte en término "talismán" suele ser muy agresiva con quienes -a su entender- niegan a los demás la libertad de realizarlo arbitrariamente.

Por esta y otras razones, es de temer que la ley divorcista sea de hecho irreversible. No cabe esperar de momento que los gobiernos asuman el riesgo de recortar las "libertades" que concede dicha ley. Son meras "libertades de maniobra" -libertades para decidir arbitrariamente el futuro de la propia unidad matrimonial-, pero hoy suele confundirse esta forma de libertad con la "libertad para la creatividad" y se la considera indispensable para vivir con dignidad personal.

Lo que sí está en nuestros manos es incrementar el conocimiento de la insospechada riqueza que encierran las formas de unidad que podemos crear con las realidades del entorno, sobre todo las más elevadas y valiosas. Este conocimiento nos llevará a valorar muy alto la unidad matrimonial y a incrementar la estima de una forma de vida que parece hallarse hoy día injustamente depreciada.


El valor de la relación

Sabemos por la Ciencia actual que todas las realidades del universo, desde las infinitivamente pequeñas hasta las inmensamente grandes, se basan en la relación. Los últimos elementos que constituyen la materia son "energías estructuradas", energías interrelacionadas. "La materia no es más que energía ´dotada de forma´, informada -escribe el físico atómico canadiense Henri Prat-; es energía que ha adquirido una estructura" (1). Una estructura es un conjunto ordenado de relaciones. Una relación es el ingrediente mínimo de una estructura. "Dadme un mundo -un mundo con relaciones- y crearé materia y movimiento", afirma contundentemente el gran físico inglés A. S. Edington (2).

De modo semejante, la vida vegetal y la animal se basa en interrelaciones. Basta recordar el carácter sexuado de plantas y animales, la polinización de las plantas, los microclimas que hacen posible la vida de los árboles en el bosque... Todos los seres infrapersonales viven en interrelación, pero no lo saben ni lo quieren. Obedecen a una ley básica del universo, que ensambla todos los seres entre sí.

También el ser humano está regulado por esa ley, pero tal regulación deja de ser en él inconsciente y pasiva para convertirse en lúcida y activa. La Biología más cualificada nos enseña actualmente que el hombre es un "ser de encuentro"; vive como persona, se desarrolla y perfecciona como tal creando toda suerte de encuentros. Viene del encuentro amoroso de sus padres, nace en un entorno que es una trama de relaciones personales y está llamado a crear nuevas relaciones amistosas. Es un excelso y temible privilegio suyo el deber ir creando a lo largo de su vida el tejido de relaciones que ha de constituir su hogar espiritual. Si lo hace, alcanza su pleno desarrollo. Si rehuye hacerlo, se bloquea y destruye.

La vida familiar tiene el cometido excelso de acoger al hombre recién nacido, suscitar en su ánimo un sentimiento de confianza en el entorno y sugerirle la importancia decisiva de las relaciones para su vida. La formación del niño consiste en hacerle vivir en un clima propicio a la creación de relaciones de encuentro y sugerirle, mediante el ejemplo y la palabra, la riqueza que encierra crear modos de unidad cada vez más estrechos y fecundos con las realidades del entorno. El modo de unidad más valioso es sin duda el que denominamos encuentro, visto en sentido riguroso. Cuando un joven descubre las inmensas posibilidades creativas que nos abren los distintos modos de encuentro, queda bien dispuesto para comprender a fondo la alta calidad de la vida familiar.

A este grado altísimo de calidad aludimos al hablar de la "indisolubilidad" del matrimonio, de la necesidad de crear una relación conyugal "para toda la vida". Al utilizar estas expresiones, no queremos subrayar tanto la duración temporal del matrimonio cuanto la alta calidad que debe tener el modo de unidad que el mismo implica. Con todo fundamento podemos facilitar a los recién casados esta esperanzada clave de orientación: "Procurad vivir el amor de forma auténtica, y vuestra unidad conyugal tendrá una capacidad insospechada de perduración". De forma análoga, aunque en nivel muy superior, al hablar de "vida eterna" en el aspecto religioso, no queremos acentuar en primer lugar su duración ilimitada sino su carácter excelso.

Esa sorprendente calidad de la unión matrimonial procede del hecho decisivo de que la unidad que es fruto de una mutua entrega generosa constituye en la vida humana unameta, no un mero medio para un fin ajeno a ella. Suele decirse que "la unión hace la fuerza". Y es verdad, pero puede llevar al error de pensar que la unidad tiene como fin hacernos fuertes. El estado actual de la investigación -científica, antropológica, ética, axiológica, estética...- nos permite ver que la unidad formada por una confluencia de interrelaciones marca en nuestra vida una cumbre. Si nos unimos de esta forma, somos "per-fectos", alcanzamos nuestra plenitud como personas. La unidad, por tanto, es la meta de nuestra existencia de personas. Al romper tal unidad, empobrecemos nuestra realidad personal hasta un punto que tal vez no podemos sospechar.

Por esta profunda razón, toda actitud que frene o anule la posibilidad de lograr un modo de unidad muy elevado se muestra antiética, adversa a nuestro proceso de desarrollo personal. De ahí le gravedad que encierran las actitudes de egoísmo, autonomismo desarraigado, altanería, hosquedad, infidelidad, insolidaridad y otras semejantes. La experiencia nos confirma a diario que nos perfeccionamos como personas cuando colaboramos a crear realidades que nos envuelven y nutren espiritualmente. Piénsese en la interrelación fecundísima que podemos establecer con nuestra familia y con toda suerte de instituciones. Por el contrario, nuestro ser pierde vitalidad y se asfixia cuando pretendemos autoabastecernos y nos desvinculamos de cuanto está llamado naturalmente a tejer con nosotros la trama de vínculos que es una personalidad bien lograda.

Inspirado por la alta idea que tiene de la vida conyugal, Luis Riesgo Méndez –doctor en Filosofía y psicólogo especialista en orientación matrimonial- ha consagrado su notable poder de análisis a la clarificación de diversos equívocos que entorpecen la comprensión exacta de lo que es e implica la vida familiar (3). En esta obra somete a análisis las consecuencias de una ley divorcista que fue presentada como una solución inocua al problema de los conflictos familiares pero, a los 20 años de su promulgación, nos lleva a pensar que -en expresión casera- "fue peor el remedio que la enfermedad". Una vez más se confirma la regla según la cual un planteamiento mal hecho -por ser demagógicamente parcial- no ayuda nunca a resolver los problemas sino que causa mayores males. De ahí que la primera obligación de los dirigentes en el momento de las grandes decisiones es comprometerse a plantear los temas con el mayor rigor.

Reflexionar sobre las consecuencias de la ley divorcista es una tarea que atañe a los legisladores pero no menos a cada una de las personas que constituyen la sociedad, pues todos somos seres de encuentro y nos vemos obligados por nuestro mismo ser personal a crear toda suerte de formas de unidad, entre las que sobresalen las amorosas y familiares. No estamos sólo ante la cuestión de cómo ordenar nuestra vida de relación social, sino de cómo lograr las formas de unidad que otorgan a nuestra persona su peso, su efectividad y su valor.

La fecundidad de la "Pedagogía del ideal"

La grandeza y la fecundidad de tales formas de unidad las descubren los jóvenes por sí mismos cuando se percatan de que el ideal auténtico de su vida, el que les lleva a su más alta realización personal, es el ideal de la unidad. Si queremos ayudar eficazmente a los jóvenes a recuperar la capacidad de admiración ante las virtualidades que posee la unidad matrimonial, rectamente concebida y realizada, debemos poner en juego una "Pedagogía del ideal" bien fundamentada y articulada.

Cuando se vive la vida matrimonial con la energía que genera el ideal de la unidad, se toma como una meta el conservar e incrementar la unión hogareña. Romper esa unión es considerado entonces como un fracaso. Si los esposos empiezan a perder la concordia debido a algún fallo -ausencias no justificadas, infidelidades, gastos excesivos, mal humor, falta de colaboración...-, pensarán ante todo en superar esa crisis evitando los motivos de disgusto y roce. No recurrirán precipitadamente a la separación o incluso al divorcio en busca de una salida fácil y radical. Con alguna dosis de paciencia y voluntad de mutua ayuda, se consigue, a menudo, reorientar la vida de familia y recuperar la paz y la alegría. Los defectos y los fallos son superables de ordinario cuando se camina hacia el logro de la unidad, considerada como el término de un ilusionado peregrinaje.

"Como psicólogo -escribe el gran pedagogo alemán Josef Kentenich- puedo subrayar en principio que el secreto de la maduración de los jóvenes radica en el desarrollo del ideal personal". "Las dificultades juveniles son superadas en lo esencial cuando los jóvenes encuentran su ideal personal" (4).

Asombra ver la capacidad de soportar penurias que tenemos cuando nos proponemos alcanzar una meta difícil. Vivir la unidad matrimonial de modo auténtico es una tarea ardua, pero no resulta imposible para quien orienta sus energías hacia un valor muy alto, el más alto, el que constituye nuestro ideal de seres personales. Este valor ha de ser cuidado con el mayor esmero, evitando lo que pueda ponerlo en peligro. A veces se inicia, fuera del matrimonio, una relación amistosa de forma espontánea y bienintencionada, pero en el momento menos pensado surge la llamarada del enamoramiento, que da al traste con la unidad familiar elaborada durante años.

El que adopta en la vida una actitud hedonista y posesiva tiende a considerar la unidad matrimonial como algo de que dispone y que puede cambiar por una relación más gratificante. El que acepta que la verdadera libertad humana consiste en vivir inspirado por el ideal de la unidad y elegir en todo momento lo que le conduce hacia él no se siente dueño del hogar que colaboró a fundar; lo respeta incondicionalmente, por ser fruto de la unión con el ser amado y posible fuente de nuevas vidas personales. Cuando piensa que nada hay en el mundo tan sorprendente como el hecho de que dos personas puedan dar origen a un nuevo ser personal -capaz de sentir, querer, pensar, elaborar proyectos, sacrificarse por los demás, abrigar creencias y convertirlas en el impulso de su vida...-, se siente traspasado por un extraño escalofrío de emoción al verse colaborando con la obra creadora de Dios.

Esta colaboración va unida con un grado de máxima alegría. "Con un signo preciso -escribe el gran filósofo Henri Bergson- la naturaleza nos advierte que nuestra meta ha sido lograda. Este signo es la alegría. Digo la alegría y no el placer. El placer no es más que un artificio imaginado por la naturaleza para obtener del ser viviente la conservación de la vida; no indica la dirección en que la vida está lanzada. Pero la alegría anuncia siempre que la vida ha triunfado, que ha ganado terreno, que ha reportado una victoria: toda gran alegría tiene un acento triunfal" (5). No hay mayor triunfo que crear y mantener un hogar donde se cultiva el amor personal y se da vida a nuevos seres, para establecer, así, una corriente incesante de amor y servicio generoso.

"Un místico hindú estaba durmiendo y soñaba que la vida era sólo alegría; despertó y se dió cuenta de que la vida es nada más servicio. Comenzó luego a servir, y supo que sólo el servicio es alegría" (6).

jueves, 8 de septiembre de 2016

EL ANTICRISTO

El Anticristo
Yo, San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial, les vengo a hablar de un tema que intriga a muchos, y que no es tomado en cuenta cómo debería de hacerse por la altas esferas de la Iglesia Católica, debido a la infiltración de la masonería eclesiástica que lo oculta a toda costa para sus fines secretos; hablaremos nada más y nada menos que del Anticristo...
...Este hombre perverso, está ya preparando su entrada triunfal a los medios de comunicación, a la economía mundial, la política, la milicia y también la religión, queriendo apoderarse del mundo entero, aliado con sus secuaces para el posicionamiento dentro de todos los ámbitos del ser humano, queriendo hacerse Dios de toda la humanidad.
Esto se viene gestando desde hace décadas y poco a poco se ha dado paso a que se lleve a cabo con la ayuda de grandes poderes mundiales, grandes consorcios y personas ultrapoderosas como los illuminati
Este plan que pretende controlar a toda la humanidad, dentro de muy poco se hará realidad; es el Nuevo Orden Mundial, el reinado del Anticristo aquí en la tierra.
Este hombre perverso, es poseído por Satanás desde su nacimiento. Él no fue engendrado como cualquier otro ser humano. Su madre, una profetiza satánica y el propio Satanás, en un pacto ofrecido a él, lo engendraron; y es un hombre que nació totalmente cerrado a la gracia de Dios.
Tiene en su poder al mundo entero, es un lobo vestido de cordero; tiene poderes demoníacos, puede obrar milagros y también puede hacer proezas; puede hacer caer fuego del cielo y tiene poderes hipnóticos y a toda la tecnología de punta a su servicio.
Es tan malvado, que ha creado un monstruo, una máquina gigante a sus órdenes, con la numeración 666 y con este número pretende marcar a todos los habitantes del planeta por medio del microchip.
Su poderío es muy grande, porque tiene al mundo a sus pies, y bajo las órdenes de Satanás, engañará a los confines de la tierra después de la tercera guerra mundial, el Aviso, la caída de la economía a nivel mundial.
La gente desesperada encontrará en él una salida a sus problemas económicos, sociales, culturales, hasta religiosos, porque les presentará una falsa religiosidad acomodada y fácil de llevar, encaminada a la estabilidad social y económica.
Su plan ha sido bien fraguado desde hace décadas, y hoy llega a su culmen con el Nuevo Orden Mundial.
Irá acompañado de su fiel aliado el Falso Profeta, para tomar control también, de la Iglesia Católica.
La gente será engañada cruelmente por el Falso Profeta; para que esto se lleve a cabo, pretenden quitar de en medio al Vicario de Cristo, al Papa Francisco, que con su muerte dará paso al nombramiento del Falso Profeta.
Pueblo de Dios, no se asusten, porque el cielo los protege, no temen a los que matan el cuerpo sino el alma.
El Estado Islámico, ha iniciado un proceso de depuración de la humanidad, quitando a todo el que lleve el nombre de Cristo de su camino. Es por eso que en el Medio Oriente, ha habido tantas muertes de cristianos.
El Nuevo Orden Mundial, pretende dar muerte a todo aquel que proclame a Cristo como su Señor, quitando del camino a todo cristiano, para formar una raza de gente que siga al anticristo y lo adore como al rey del universo.
El mundo vive en su comodidad social, cultural, económica y religiosa, sin darse cuenta del plan malévolo que se fragua a sus espaldas; y esto es lo que pretende el Nuevo Orden Mundial, cegar a toda la humanidad, para que el hombre perverso pueda implantar sus reglas en todos los aspectos, y las personas ni siquiera se percaten de ello y lo vean como un salvador, un líder que viene a salvar al mundo de la catástrofe en la que vive sumergido.
Pueblo de Dios, estén atentos. Al sonar de las trompetas apocalípticas daré inicio a la gran tribulación, y todos los eventos descritos en el libro del Apocalipsis vendrán en cascada; no habrá tiempo de recuperarse de uno, cuando el otro llegue, por esto que es indispensable que estén ya preparados en todos los aspectos de sus vidas, tanto espiritual como material.
Ya no dejen pasar más tiempo; cuando yo dé las últimas instrucciones de esta serie de temas que he venido enseñando a través de Lore, todo comenzará pronto, así que alisten todo, pero ¡ ya !
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Ya no salgan de vacaciones ni hagan planes mundanos. Olvídense de todo y aceiten sus lámparas como las vírgenes prudentes.
Todo comenzará con la invasión a Nueva York y de ahí para adelante ya no habrá tiempo de preparar nada...
...Regresando al tema del Anticristo, él es tan ingenioso e inteligente, más que cualquier hombre en el mundo, porque posee el poder de Satanás, ángel caído con poderes que sobrepasan por mucho a cualquier ser humano; pero recuerden que él está limitado por Dios, y no podrá hacer nada que Dios no le permita, así que no hay nada que temer, porque yo, San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial, protegeré y defenderé al Pueblo de Dios, y derrotaré junto con la Virgen María y Jesucristo, al anticristo y al Falso Profeta.
Yo, depositario de la justicia de Dios, y del reloj del tiempo les digo: ¡que todo está consumado!
Aprovechen los últimos días de la gran Misericordia, porque todo está a punto de comenzar.
Yo veo ante mis ojos, escasos segundos para que todo comience y en el tiempo del mundo son escasos días. Ya no dancen, ni beban, ni jueguen, ni planeen nada; ya no hay tiempo.
Sólo vístanse de luto, reparen, oren; y si pueden cesar sus actividades sociales y mundanas, sería lo ideal. Ya no hagan planes para mañana, que el mañana ya no existe.
Olvídense de sus negocios, profesiones, trabajos y fijen su mirada en la salvación de sus almas.
Yo sé que necesitan llevar sustento a sus familias y eso no se los niego, pero ya no planeen su futuro ni pongan sus ojos en el mundo; vean por su integridad física y espiritual con todas las instrucciones que les he dado a través de Lore.
Hagan un plan de vida y un contra ataque, para que estén preparados para la gran tribulación, porque será tan terrible; y cuando ésta comience no habrá tiempo ni para agarrar aire.
Pueblo de Dios, Israel, entonen un cántico de guerra y den gracias al cielo con un himno, por estos días de preparación; y al toque de las trompetas griten junto conmigo:



 ¡Quién cómo Dios!
¡Nadie cómo Dios!

FAMILIAS NUMEROSAS ( UNA IRRESPONSABILIDAD ?

Las familias numerosas, ¿una irresponsabilidad?

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No existe una sociedad cuyos miembros no encuentren dificultades para llevar adelante sus negocios pues, en mayor o menor grado, las diferencias de criterio suelen exigir que alguno de ellos ceda frente al otro para que todo camine bien, sean vencidos los obstáculos y se llegue al objetivo común. Como tal, el matrimonio también exige grandes renuncias en aras de un bien mayor. Pero al haber sido elevado a sacramento por Cristo, las dificultades que entraña la conquista de su elevado fin último –el apoyo mutuo en la fidelidad y la educación cristiana de la prole–, son superadas con el auxilio de la gracia divina. ¡No obstante, cuánto incentivo necesitan las familias católicas para no desanimar en un mundo que parece conspirar contra todo aquello que Dios y la Santa Iglesia piden de ellas! En ese sentido, aún más, en nuestro tiempo dominado por el materialismo y el hedonismo, tener una familia numerosa ha pasado a ser un verdadero heroísmo. ¿Cómo se sentirán aquellos cónyuges que Dios bendijo con una prole abundante y tienen que sacrificarse hasta el límite por amor a ella, si alguien a quien deben religiosa obediencia les dijera, con una expresión infeliz a todos los efectos, que para ser buenos católicos no era preciso tener hijos como conejos? ¿O que es una irresponsabilidad tener tantos hijos ya que “Dios da los medios” para lo contrario? ¿Consiste exactamente la “paternidad responsable” de que habla la Iglesia en la limitación de la prole

LA HOMOSEXUALIDAD SEGUN EL PAPA FRANCISCO

Homosexualidad: ¿Un problema de cultura y tradición?

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Yo repetiré lo que dije en el primer viaje. También repito lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica: que no sean discriminados, que deben ser respetados, acompañados pastoralmente. Se puede condenar, pero no por motivos ideológicos, sino por motivos digamos de comportamiento político, como ciertas manifestaciones un poco demasiado ofensivas para los demás. Pero esto son cosas que no tienen que ver con el problema. Si el problema es una persona que tiene esa condición, que tiene buena voluntad y que busca a Dios, ¿quiénes somos nosotros para juzgar? Debemos acompañar bien… ¡Lo que dice el Catecismo! Es muy claro el Catecismo. Después, hay tradiciones en algunos países, en algunas culturas, que tienen una mentalidad diversa con respecto a este problema. Yo creo que la Iglesia no solo debe pedir perdón, como ha dicho algún cardenal marxista (ríe), no solo debe pedir perdón a esta persona que es gay a la que ha ofendido, sino también pedir perdón a los pobres también, a las mujeres explotadas, a los niños explotados en el trabajo. Debe pedir perdón por haber bendecido tantas armas. La Iglesia debe pedir perdón por no haberse comportado muchas veces… ¡Cuando digo Iglesia, digo los cristianos! La Iglesia es santa, los pecadores somos nosotros. Los cristianos debemos pedir perdón por no haber acompañado tantas elecciones, tantas familias… Yo recuerdo de niño, en Buenos Aires -la cultura católica cerrada, yo vengo de allí-, donde, si había una familia divorciada, no se podía entrar en su casa.

UNA CERCANIA QUE ALEJA DEL AMOR

Una “cercanía” que aleja del Amor

abrazo

Siempre aprendimos y profesamos que la caridad es la virtud sobrenatural por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. Esta es una maravillosa verdad simple y eterna.
Claro está que definición tan sucinta tiene consecuencias inmensas, porque el desarrollo del amor es tan difusivo como lo es el mismo Dios que “es amor” (1 Juan 4, 8).
Las verdades de la fe y sus reflejos en la vida cristiana deben guardar toda su transparencia, so pena de que el desorden de nuestra naturaleza herida por el pecado transforme progresivamente la doctrina y la praxis cristiana en ideologías y/o en altruismo.
Toca a los pastores, y, por antonomasia, al pastor supremo, custodiar el tesoro de la revelación, de la tradición y del magisterio, para después trasmitirlo a los fieles y formarlos en la vida cristiana.
Es por eso que lo que escribía o decía el Obispo de Roma –así era hasta que comenzó el pontificado actual– tenía una precisión a toda prueba. Encantaba ver no solo la doctrina que se enseñaba en los pronunciamientos papales sino también la seriedad con que eran vehiculados. Era un descanso para el espíritu y un estímulo, suave y fuerte a la vez, para testimoniar la enseñanza que se nos daba.
En los días que corren, a tono con la mentalidad en boga, ya no es así. Supuestamente, con el pretexto de ser directo y simple para poder llegar mejor a las personas, se sacrifica “el esplendor de la verdad” (título de la famosa encíclica de Juan Pablo II), de esa verdad que ya no se enseña como es. Así, los compromisos consecuentes en relación a Dios y al prójimo ya no se asumen con integridad y un sentimentalismo mundano, que puede llegar a arrancar lágrimas pero no a trasformar corazones, se difunde entre la gente. Los católicos se sorprenden y se distancian de la verdad y los no católicos se aproximan de una “neo-verdad”.

sábado, 3 de septiembre de 2016

DONDE Y CUANDO NACIO SATANAS

¿Dónde y cuándo nació Satanás?

¿Cuál es el origen de Satanás, el enemigo declarado del Dios cristiano?
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Explicar la presencia del mal en el mundo es una meta tan antigua como la propia humanidad:enfermedades, desgracias personales, catástrofes naturales... siempre han sido causadas por espíritus que podríamos catalogar de crueles y malvados, pero ninguno ha sido elevado a la categoría de encarnación del mal puro: las religiones griega y romana no conocían al Diablo, entre los 400 dioses celtas no había sitio para el Maligno, lo mismo que en las religiones africanas no influidas por los misioneros, en los Indios de América del Norte, ni siquiera en el sintoísmo, budismo, taoísmo... 
En los libros sagrados hebreos Satán nunca aparece como líder de un imperio del mal que ha declarado la guerra a Dios y a la humanidad: esto sólo ocurre en el cristianismo
Quien sentó las bases de la satanología cristiana fue el autor del Evangelio de Juan, sus cartas y el Apocalipsis. Es Juan quien lo nombra señor del mundo y causante de todas las acciones malas. Pero la llegada del Hijo de Dios quebrantó este dominio diabólico.
Curiosamente, una de las más terribles sentencias de su Evangelio es la afirmación de quelos judíos son hijos del diablo. Si no tuvieron bastante con ser acusados de deicidio, que el Jesús de Juan les dijera “procedéis del diablo, que es vuestro padre” dio carta blanca a los cristianos para perseguirlos, diezmarlos y humillarlos durante siglos.  El enfrentamiento entre el Bien y el Mal, heredado de las leyendas judías del siglo I a. C., ha marcado al cristianismo hasta extremos increíbles. Ahora bien, ¿de dónde vino este dualismo?
La demonología judía bebió profusamente de la visión irania del mundo: demonios, ángeles y arcángeles nacen en Irán en 500 a. C. Y si hay que señalar a un culpable, ése es Zaratustra o Zoroastro, un hombre del que se sabe muy poco pero que cambió el politeísmo imperante en esa región por Ahura Mazda, el señor único: he aquí el comienzo del monoteísmo. Para no eliminar a los viejos dioses los convierte en emanaciones de Ahura Mazda, los ángeles.
Entre ellos, los dos más poderosos: el bueno Spenta Manyu y el malo Angra Manyu. Al principio ambos eran la cara y la cruz de la moneda pero al final Angra acabó por convertirse en un antidiós, el enemigo declarado de Ahura Mazda. Se puede decir más alto pero no más claro: Satanás nació en Irán en el siglo VI a. C. 

SAN MIGUEL ARCANGEL - el microchip



EL MICROCHIP
Yo San Miguel Arcángel príncipe de la milicia celestial les vengo a dar las segundas instrucciones a seguir después de hablar sobre el aviso Hoy vengo a hablarles del microchip que será implementado en el Nuevo Orden Mundial por el anticristo.
Acerca de este tema debemos esclarecer dudas y estar bien informados sobre este plan malévolo del anticristo sobre toda la humanidad que los hará esclavos, sin privacidad, sin libre albedrío para poder decidir entre el bien y el mal ya que no tendrán opción ya que pertenecerán al anticristo en todos los aspectos incluso espiritualmente, ya que no serán de Dios y sus almas habrán sido condenadas desde la tierra al infierno.
Por lo que debemos instruirnos sobre este importante tema que para muchos es tomado a la ligera sin tomarle la seriedad correspondiente.
Este plan Satánico pretende acabar espiritual y físicamente con la humanidad, hacerlos esclavos de sus propias pasiones, incluso con una computadora sofisticada que está en Bruselas Bélgica controlará las mentes de todas las personas dando paso a que acontezcan un sin fin de actos vandálicos y sangrientos en una sociedad controlada por el mal, será vivir el propio infierno en la tierra.
En algunos países como Bélgica y Suecia entre otros este dispositivo ya está siendo implantado poco a poco y aceptado con toda naturalidad por la sociedad sin prestar atención a las verdaderos profetas entre ellos a Enoc que ha dado a conocer este tema y alertado a la humanidad sobre esta terrible situación.
La humanidad está al borde del precipicio y es más que nada por la frialdad e indiferencia espiritual que no atienden al llamado de Dios.
Porque Dios a todos en su conciencia y corazón los ha llamado a su encuentro y muchos por su pereza espiritual, frialdad y antipatía a las enseñanzas de Dios no han querido acatar su llamado, así que no podemos decir que fue por ignorancia, fue por antipatía y frialdad.
La semilla de Dios ahí estuvo y se sembró en todo corazón humano, pero no la dejaron germinar así que no tendrán excusa ante el tribunal Supremo de Dios al momento del juicio porque aunque no conocieron los acontecimientos al pie de la letra de lo que iba a ocurrir, la semilla y el llamado de Dios de atender su voz ahí estuvo, pero todavía queda el aviso para recapacitar.
El chip será y es implantado en los recién nacidos.
Mi pequeña guerrera me preguntas con angustia si estos recién nacidos se condenaran por la negligencia de sus padres y te contesto que no, que Dios es justo y estos pequeños no tienen uso de conciencia y no son culpables de las decisiones de sus padres, Dios es amor y misericordia no es un dictador que implementa leyes, juzga y condena injustamente el alma inconmensurablemente de sus criaturas.
En primer lugar deben de protegerse a ustedes y a sus familias porque serán excluidos de la sociedad y vivirán casi escondidos dentro de sus hogares marianos por lo que deben de tratar de ser autosuficientes en todos los aspectos, lo ideal sería una granjita con animalitos, un huerto, un pozo de agua, pero si no tienen la posibilidad, almacenen comida no perecedera, hagan un pequeño huertito en el jardín y almacenen agua en tambos grandes y yo y el altísimo proveeremos lo demás y multiplicaremos la comida.
Como protegerse espiritualmente para ese próximo acontecimiento.
-Traten más que nada de vivir en estado de gracia para que el enemigo no entre en sus mentes y almas.
-Frecuenten el sacramento de la confesión lo más que puedan.
-Los sacramentos, las oraciones a la Preciosísima Sangre que es muy poderosa, el rosario, las oraciones que les dije anteriormente y practiquen obras de misericordia, pidan mucho por las almas del purgatorio y los niños no nacidos, ellos por agradecimiento acudirán en su ayuda al igual que los Ángeles que están bajo mi comando, así que no hay nada que temer.
-Traten de advertir a sus familiares, amigos y conocidos sobre el microchip del anticristo fundamentado en Apocalipsis 13.
Mis soldados rasos los iré instruyendo poco a poco en más temas quedan en la paz de Dios
“Quien como Dios nadie como Dios”
Mensaje dado a Lorena
27 de julio de 2016