Las familias numerosas, ¿una irresponsabilidad?
No existe una sociedad cuyos miembros
no encuentren dificultades para llevar adelante sus negocios pues, en
mayor o menor grado, las diferencias de criterio suelen exigir que
alguno de ellos ceda frente al otro para que todo camine bien, sean
vencidos los obstáculos y se llegue al objetivo común. Como tal, el
matrimonio también exige grandes renuncias en aras de un bien mayor. Pero
al haber sido elevado a sacramento por Cristo, las dificultades que
entraña la conquista de su elevado fin último –el apoyo mutuo en la
fidelidad y la educación cristiana de la prole–, son superadas con el
auxilio de la gracia divina. ¡No obstante, cuánto incentivo necesitan
las familias católicas para no desanimar en un mundo que parece
conspirar contra todo aquello que Dios y la Santa Iglesia piden de
ellas! En ese sentido, aún más, en nuestro tiempo dominado por el
materialismo y el hedonismo, tener una familia numerosa ha pasado a ser
un verdadero heroísmo. ¿Cómo se sentirán aquellos cónyuges que Dios
bendijo con una prole abundante y tienen que sacrificarse hasta el
límite por amor a ella, si alguien a quien deben religiosa obediencia
les dijera, con una expresión infeliz a todos los efectos, que para ser
buenos católicos no era preciso tener hijos como conejos? ¿O que es una
irresponsabilidad tener tantos hijos ya que “Dios da los medios” para lo
contrario? ¿Consiste exactamente la “paternidad responsable” de que
habla la Iglesia en la limitación de la prole
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