El camino hacia Dios a través de la Inmaculada, el “más corto y seguro”
San Maximiliano M. Kolbe: "debemos conducir a todos y a cada uno por separado, a través de María, hasta el Sagrado Corazón de Jesús"
“De la misma forma que Jesucristo vino a nosotros por María, nosotros debemos ir hacia Él, también a través de María”- afirma San Maximiliano María Kolbe en una de sus conferencias que predicó a los frailes de Niepokalanów (Martes 30 V 1933). De igual modo, remarca que “son muchos los caminos que conducen a Dios, pero el camino al que yo me estoy refiriendo es, sin duda, el más corto y seguro”. El camino que el P. Kolbe nos propone es el que nos lleva directamente al Corazón de Jesús a través del Corazón de María. Así nos describe el mártir franciscano la consigna de la Milicia de la Inmaculada (MI): "debemos conducir a todos y a cada uno por separado, a través de María, hasta el Sagrado Corazón de Jesús". Y es que, como bien nos recuerda el santo fundador de la MI: "la Inmaculada tiene que convertirse en Reina de todas las almas y de cada una por separado". San Maximiliano asegura que “en lo que concierne a la conversión de las almas, sólo podemos conseguirla a través de María y no de otra manera”. Añade que “Dios, en su inmensa bondad hizo de María la Sagrada Tesorera de las gracias, y únicamente a través de Ella las esparce por el mundo. Por eso, es algo justo que pidamos la gracia a Dios, siempre a través de la Inmaculada”. El P. Kolbe nos da el ejemplo de un hombre que quiere ir a ver al presidente o a cualquier dignatario terrenal: “no lo hace personalmente, sino que se busca un intermediario”. Así, señala que “con mayor razón, es mejor que acudamos nosotros al Señor a través de María y con María”.
¿Qué sería de nosotros, pobres pecadores, sin el auxilio de Nuestra Madre Misericordiosa? El P. Kolbe reconoce que “todos tenemos deudas con el Señor y, si llegase el momento de hacer las cuentas basadas en la justicia, veríamos cómo la balanza se inclinaría muy en contra nuestra”. No obstante, subraya que si nos entregamos a la Inmaculada, entonces Ella colocará en el otro platillo sus méritos y su mano, por lo que podremos estar seguros de que la balanza se inclinará a nuestro favor. La Inmaculada nos protegerá con su mano ante la justicia divina”.
El Siervo de Dios D. Diego Hernández, sacerdote diocesano de la Diócesis de Cartagena, solía decir: “como niños de corta edad en brazos de su madre, debéis hacerlo todo en los de María; sea María la atmósfera que respiras y su Corazón el ascensor en que te encierres y te eleve a las alturas”. Como mílites de la Inmaculada, Nuestra Madre, Nuestra Reina, no nos apartemos nunca de los brazos de María, lata nuestro corazón en el Suyo y dejemos que nos conduzca en su regazo hasta las delicias del Corazón de su Hijo. San Maximiliano sostiene que “los Santos que se santificaron rápidamente resultaron ser ardientes devotos de María; tanto más nosotros, que somos espiritualmente cien veces más pobres que ellos, debemos ir siempre con María por la senda de la perfección”. Si somos todos de la Inmaculada, Ella se encargará de conducirnos a la Patria Celestial a través del camino que nos propone el P. Kolbe: su Inmaculado Corazón.
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