martes, 19 de julio de 2016

Chocan los dos Papas

Choque
  • En su video mensaje de enero 2016 y en declaraciones anteriores, Francisco sostiene que son válidas todas las religiones para llegar al mismo Dios. En esa perspectiva, no es necesaria la llamada católica al bautismo, o la predicación universal para convertirse y creer en el Evangelio.
  • El ya recluido Papa Benedicto XVI refrenda lo contrario. En el único documento escrito durante su retiro expone que las ideas relativistas sobre la verdad religiosa son letales para la fe. El diálogo interreligioso no puede sustituir la misión evangelizadora, y refrenda el mandato de Cristo "Id por todo mundo y predicad el Evangelio haciendo discípulos y bautizando a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". "Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mi".
  • Cada vez se pone más en evidencia la herejía irenista de Bergoglio.

Diferencias entre Gobierno Mundial y Reino de Cristo



os políticos de todo el mundo prometen el cambio en espera de ganar votos. Pero lo que hacen posteriormente es empeorar la situación con sus decisiones. Basta echar una mirada alrededor para ver a dónde nos han llevado. Esto no significa que no se acerque un gran cambio en la humanidad, la Biblia nos revela cómo se realizará en el mundo un nuevo orden y un gobierno mundial espléndido y duradero.



La mayoría de la gente ignora que Jesucristo será el protagonista de un gran cambio que incluye la transformación completa de los gobiernos humanos, desde el más rico y avanzado hasta el más pobre y apartado.



Él mismo proclamó, y lo hicieron también los profetas y apóstoles, que un gran cambio espera a toda la civilización mediante el gobierno que Él establecerá con su segunda venida. No por algo resumió el fruto de la Redención como un “Reino”: “Para eso he nacido y para eso he venido al mundo” (Jn 18, 37), le contestó a Pilatos cuando éste le preguntó si era Rey.



Durante más de dos siglos, grupos ocultos de poder han venido preparando un gobierno mundial, conformado por un sistema centralizado en lo económico, un sistema socialista en lo político, y un sistema gnóstico, ateo y anticristiano en lo religioso.



En la cúspide de ese “nuevo orden mundial” se posicionará el Anticristo, un líder carismático que será aceptado como el “mesías” que muchos esperan. Ese falso mesías gobernará al mundo por siete años (Dn 9, 27), intentando perder a los más posibles mediante la aceptación de su quimérica autoridad y de su engaño. Su gobierno pretenderá lograr el paraíso en la Tierra mediante un acuerdo de paz, un sistema de trueque unificado, y una hermandad universal de igualdad, justicia y derechos humanos para todos. Pero “a mitad de la semana” (a los tres años y medio), romperá el acuerdo de paz y desatará la persecución contra quienes no se hayan sometido voluntariamente a su gobierno.



El “nuevo orden” que pronto traerá el Anticristo será una impostura, un remedo del verdadero gobierno universal que Cristo traerá siete años después con su Parusía, el verdadero Reino insigne, paradisíaco y glorioso prometido desde antiguo.



Es una verdad de fe enseñada por la Biblia que Cristo vendrá en su Parusía no solo para juzgar a las naciones y derrotar al Anticristo y a quienes impusieron un gobierno socialista y ateo durante siete años, sino para inaugurar su Reino maravilloso en este mundo. La finalidad de la Redención nos dice San Pablo, es “hacer que todo cuanto hay en el cielo y en la Tierra, quede restaurado en Cristo bajo su jerarquía soberana” (Ef 1, 9). Y el profeta Daniel nos dice que ese Reino será verdaderamente universal: “Se le dará el poder, la gloria y el Reino, y todos los reyes de la Tierra, todas las naciones le servirán” (Sal 72, 11). Y San Mateo nos dice claramente que “habrá entonces una tribulación cual no la hubo desde el inicio del mundo, ni la volverá a haber jamás”, indicando que después de los siete años de la Gran Tribulación y de la Parusía la historia humana continuará en la Tierra, si bien en un orden totalmente transformado.



Hay cinco maneras en que Cristo cambiará el gobierno del mundo para siempre, siete elementos que crearán una perfecta civilización y que se distinguen radicalmente del gobierno mundial, socialista y ateo que impondrá engañosamente el Anticristo.



1. El gobierno de Cristo promoverá una fe universal, y por ello una paz inigualablemente sólida.



Es evidente que uno de sus primeros actos, al establecer su gobierno global, será la abolición de las diferencias que existen entre las religiones, y la separación entre la religión y el estado.



Esa es la gran súplica que Él mismo le presentó a su Padre: “que todos sean uno, como tú y yo somos uno” (Jn 17, 21), para que finalmente exista “un solo rebaño bajo un solo pastor” (Jn 10, 16).



Cristo establecerá leyes divinas que iluminen todo el orden social, y su observancia religiosa, convencida y sincera, beneficiará a todo el mundo. Sólo el único y verdadero Dios será adorado y alabado, y sus 10 mandamientos serán observados en toda la Tierra.



Una sola religión universal producirá una cultura unificada, haciendo posible que los hombres de todas partes puedan colaborar con Cristo en la administración y realización de su Reino.



Todas las naciones interactuarán entre sí con una plataforma única de valores y de ideales, en una verdadera globalización basada en la justicia y el bien común.



Todos comprenderán de política y economía, de leyes y enseñanzas de Cristo, cuyo impacto será inmensamente mayor que el de cualquier de político o líder de la historia.



Conforme la gente experimente las bendiciones de observar sus enseñanzas y sus leyes, aprenderán más formas de aplicarlas en sus vidas, en sus comunidades y naciones. Todos tendrán finalmente un verdadero líder en quién creer, alguien a quien se le puede dar crédito cuando dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6).



La unidad resultante de la fe común eliminará discusiones religiosas, conflictos y guerras. El mundo conocerá por primera vez el verdadero camino hacia la paz.



Los principios de ese gobierno no resultarán de razonamientos humanos o intereses de parte, como sucede ahora, sino que emanarán directamente de Dios. Los divisores credos humanos serán reemplazados por la única fe que Él establecerá. Las gentes entenderán su propia maldad y sus pecados, reconociendo la responsabilidad por la angustia y el dolor que causaron.



Ya el rey David había profetizado el futuro reino de Cristo cuando predijo: “Todas las naciones se postrarán ante ti, Señor, y glorificarán tu nombre” (Sal 86, 9). Y sentenció que “todos los reyes de la Tierra se postrarán ante Él, todas las naciones le servirán” (Sal 72, 11).



2. El gobierno de Cristo se encaminará a perfeccionar al hombre.



Los gobiernos humanos actuales tienden a ser corruptos, por la sencilla razón de que la naturaleza humana está corrompida por el pecado original, tiende a lo inmediato y no ve por el verdadero bien integral de los gobernados, sino por lo que les conviene para mantenerse en el poder y extraer el mayor bien de ese poder. Sobre todo los gobiernos de líderes despóticos se caracterizan por el abuso de poder.



Por otro lado, es un hecho que los gobiernos humanos, por más bien intencionados que sean, no pueden cambiar la naturaleza humana, por lo que sus alcances serán siempre limitados e insuficientes.



El Reino de Cristo, en cambio, será presidido por gobernantes perfectos, irreprochables y santos (todos los resucitados o arrebatados, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento). Su finalidad no será el bienestar, sino la rectitud, la santidad y el perfeccionamiento integral del hombre.



El propósito de los gobernantes en el Reino de Dios será inmensamente mejor que el propósito de los gobiernos humanos, según trazó Jesucristo en el Sermón de la Montaña: “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48). Cristo, mediante su gracia, sí logrará transformar el corazón de los hombres, sus motivaciones, su forma de pensar, sus intenciones, deseos, decisiones y acciones.



Como resultado, la humanidad podrá realizar permanentemente un progreso sostenido, una paz y una prosperidad verdaderas.



Con el segundo Pentecostés que se realizará en el mundo, fruto de la Parusía, la naturaleza humana será elevada en su integridad, y el corazón de todos será transformado por la acción del Espíritu Santo: “Pondré mis leyes en sus corazones, en sus mentes las escribiré, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Heb 10, 16). Dios cambiará el interior de cada ser humano de forma admirable y universal: “Derramaré mi Espíritu en toda carne” (Jl 2, 28).



San Pablo nos dice cuáles serán los resultados: “Los frutos del Espíritu son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio” (Gal 5, 22).



Así, todas las naciones se convertirán al modo de pensar divino. La ley suprema será la amar a Dios por encima de todo y amar al prójimo como a uno mismo (Lc 10, 27).



3. El gobierno de Cristo se basará en la Palabra de Dios.



Uno de los principales papeles de los gobierno humanos es el de crear un entorno de conocimientos para lograr el desarrollo social y el progreso material. La paz y la prosperidad dependen de los cimientos de tal conocimiento y educación.



Sin embargo, ese conocimiento se ha degradado al rechazar el conocimiento espiritual y la fe. Por consecuencia, el rechazo de la fe ha finalizado en un rechazo de la razón.



Por ello, muchos gobiernos han llegado al extremo de atentar contra la vida, contra las libertades, contra los derechos humanos y el verdadero desarrollo.



Con su segunda venida, Jesucristo establecerá un gobierno basado en el conocimiento espiritual que deriva de las leyes divinas. La voluntad de Dios y la verdad divina inspirarán toda acción, derivando una civilización esplendorosa y lúcida en que las ciencias, la economía, la psicología, la sociología, el comercio, el diseño urbano, la conservación ambiental, la planeación estratégica y todas las disciplinas humanas se fundamentarán en la sabiduría divina.



Muchos de los misterios que nuestra mente no alcanza hoy a resolver serán develados gracias al conocimiento de las leyes divinas y a la razón iluminada. Las Escrituras y enseñanzas de Cristo abrirán niveles de progreso y logros jamás alcanzados hasta ahora. “El dominio descansará sobre sus hombros y Él será llamado Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su dominio y la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino” (Is 9, 6).



Ese conocimiento tan agudo evitará que se haga daño a la Tierra, como sucede actualmente: “No harán daño ni destruirán en mi santo sagrado, porque la Tierra estará llena del conocimiento del Señor como las aguas llenan el mar” (Is 11, 9).



4. El gobierno de Cristo se enfocará en la familia.



Para los gobiernos actuales, la familia es una mera unidad civil, y muchas de sus políticas actúan en contra de su integridad y su integralidad.



En el gobierno de Dios inaugurado por la Parusía, las políticas públicas estarán centradas en la familia como célula de toda la organización social, económica y educacional. La familia será la piedra miliar de toda la estructura humana. Desde el matrimonio y los padres, a través de los hijos, Jesucristo construirá cada familia extendida, comunidad y nación bajo el arquetipo de la paternidad divina.



Aparte de ser Dios nuestro Padre por habernos creado, será también nuestro Padre en el desarrollo de la nueva creación, convirtiéndose en modelo y fuerza inspiradora de la familia humana.



Todas las leyes y el sistema civil protegerán y fortalecerán continuamente a la familia, “para que ustedes, sus hijos, y los hijos de sus hijos después de ellos teman al Señor vuestro Dios guardando todos los días de tu vida los mandamientos y decretos que os he dado, para que disfruten de larga vida” (Dt 6, 2).



Todos los recursos y la tierra y la propiedad privada estarán destinadas a proteger el bienestar de cada familia: “Cada hombre se sentará debajo de su vid y debajo de higuera, y no habrá quien los amedrente” (Miq 4, 4).



La educación y el conocimiento de las leyes divinas se implementarán en torno a la familia: “Se las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando camines por los caminos, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Dt 6, 7).



5. El gobierno de Cristo potenciará todo progreso posible.



El gobierno de Cristo, contrariamente a lo que hoy sucede, incrementará el potencial humano para lograr adquirir enorme progreso en cada aspecto de la vida individual y social.



Será un progreso excelso que hoy nos resulta simplemente inimaginable, rescatando todo lo descubierto hasta ahora pero incrementándolo de forma eminente. El resultado será una civilización espléndida cual no ha hubo en la antigüedad o en el mundo moderno.



La producción de alimento explotará como una gran cosecha mundial y apenas habrá tiempo para plantar cuando ya se estará alcanzando al que recoge: “el que ara alcanzará al que siega, y el que pisa las uvas al que lleva la semilla… Plantarán viñas y beberán del vino de ellas; plantarán huertos y comerán de sus frutos. Pues los plantaré en su tierra, y nunca más serán arrancados de la tierra que yo les di”  (Am 9, 13).



La naturaleza de los animales peligrosos será transformada de forma que no dañarán jamás a los hombres: “Entonces el lobo habitará con el cordero, y el leopardo se recostará con el cabrito. El ternero y el cachorro del león creceránjuntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, y sus crías se recostarán juntas. El león comerá paja como el buey. Un niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y el recién destetado extenderá su mano sobre el escondrijo de la víbora. No harán daño ni destruirán en todo mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento de Dios, como las aguas cubren el mar” (Is 11, 6).



Todas las gentes viajarán a Jerusalén, en donde residirá el Papado, y donde se alojará el centro internacional de la economía, de la religión, del gobierno y de la educación: “el monte de la casa de Dios será establecido como cabeza de los montes, y será elevado más que las colinas; y correrán a él todas las naciones. Muchos pueblos vendrán y dirán: -Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros caminemos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Dios” (Is 2, 2).



La Tierra se cubrirá de hermosas ciudades en un ambiente bucólico y el nuevo paraíso será universal: “Convertirá su desierto en Edén y su región árida en huerto de Dios” (Is 51, 3). Y dirán: “Esta tierra que estaba desolada ha venido a ser como el jardín de Edén, y estas ciudades que estaban destruidas, desoladas y arruinadas ahora están fortificadas y habitadas” (Ez 36, 35).



En el Reino de Cristo no será como actualmente, en que los gobernantes dominan opresiva y autoritaria. Jesús dio otras directrices muy distintas:



“Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen autoridad sobre ellos. Entre vosotros no será así. Más bien, cualquiera que anhele ser grande entre vosotros será vuestro servidor; y el que anhele ser el primero entre vosotros, será vuestro siervo.  De la misma manera, el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 25).



Así podemos resumir las diferencias entre ambos gobiernos:



               Gobierno del Anticristo                                         Reino de Cristo

Tiende a una colectivización impuesta por el engaño y la fuerza

Tiende a la aceptación de un señorío libre y voluntario de Dios

Se basa en un socialismo tecnificado

Se basa en el amor cristiano

Se ofrece una religiosidad universal impersonal, introspectiva y panteísta

Se ofrece un Dios personal, Jesucristo, que salva a cada uno de forma objetiva

Propone una filantropía y una espiritualidad inmanentes

Propone acceder a la santidad por medio de la cruz

Bien y mal se funden en un equilibrio psicológico

Bien y mal son determinados por la conciencia objetivamente iluminada por la ley natural y por la ley positiva divina

La paz mundial se logra por acuerdos humanos de conveniencia

La paz se logra por la transformación de la naturaleza humana y la comunión en la única fe

El cumplimiento de las leyes se exige por temor y amenaza

Las leyes son inscritas en el corazón de los hombres por la acción del Espíritu Santo

Naturaleza, humanidad y divinidad se funden entre sí, provocando confusión

El hombre, Dios y lo creado son esencialmente distintos, originando armonía y equilibrio

Se confunde espiritualidad con “desarrollo humano” y “apertura de la conciencia”

Se progresa espiritualmente por la gracia divina y la comunión con Dios

La trascendencia se logra por la filantropía


La trascendencia se logra mediante la redención operada por Cristo

El gobierno se ejerce despóticamente

El gobierno se ejerce como servicio



Jesús enseñó que el verdadero liderazgo consiste en servir a los demás. Todo su mensaje descansa en la promesa de un sistema mundial nuevo basado en el gobierno divino que establecerá con su segunda venida.



Un cambio se acerca verdaderamente, pero no nos dejemos confundir, no será el cambio que surja de los acuerdos regionales por una moneda de reserva mundial, o por una involución autoritaria global o por una hermandad de paz universal arreligiosa y atea en la que Jesucristo, su Eucaristía y su Madre santísima, los mandamientos y la gracia divina están ausentes.



La suya no es una promesa política vacía como la que hacen los políticos actualmente. La suya es una promesa firme que pasa por la conversión plena y sincera, y por la entrega total y confiada en su palabra: “El tiempo se ha cumplido. El Reino está ya cerca. Arrepentíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15).

Sobre el Autor
o” (Mc 1, 15).

Las dos Mujeres del Apocalipsis

El Apóstol San Juan nos dice que, durante el período de los siete años de la Gran Tribulación, período que comenzará después de la guerra que tendrá lugar en Medio Oriente, dos figuras claves destacan como protagonistas: se trata de dos mujeres, una de ellas “vestida del sol”, la otra descrita como una “gran ramera”.
De la primera se dice:
“Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer vestida del sol y con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”(Ap 12, 12).
De la prostituta se dice:
“Ven acá; te mostraré el juicio de la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la que han fornicado los reyes de la tierra, embriagándose los moradores de la tierra con el vino de su prostitución. Y me llevó a un desierto en espíritu; y vi a una mujer sentada sobre una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y cubierta de oro y piedras preciosas y perlas, y llevaba en su mano, por una parte, un cáliz de oro lleno de abominaciones y, por otra, las inmundicias de su fornicación (Ap 17, 1).
Si observamos, la primera Mujer tiene un enorme parecido con la Virgen de Guadalupe, aparecida en México en 1531, de allí que diversos predicadores desde el siglo XVI hasta nuestros días, consideren que el papel más decisivo de esa aparición tendrá que ver con la misión que le espera a México durante la Gran Tribulación. Y no están lejos de la verdad.
La Mujer que vio San Juan, así como la Mujer que se apareció a San Juan Diego en el Cerro del Tepeyac, no representan a la Virgen María que concibió a Jesucristo en Belén. Ella dio a luz hace dos mil años. La Mujer del Apocalipsis está para dar a luz, está encinta. Más aún. Delante de Ella está el Dragón, figura de Satanás, esperando a que nazca el niño para devorarlo: “el Dragón se colocó frente a la Mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su Hijo luego que ella hubiese alumbrado”.
Con todo, la antigua serpiente no puede llevar a cabo su propósito, ya que la Mujer y su Hijo recién nacido serán llevados al desierto en donde serán sustentados por tres años y medio: “Cuando el Dragón se vio precipitado a la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al varón, pero a la Mujer le fueron dadas las dos alas del águila grande para que volase al desierto, a un sitio donde es sustentada por un tiempo y (dos) tiempos y la mitad de un tiempo, fuera de la vista de la serpiente”.
La otra mujer del Apocalipsis, la gran ramera, tiene en su frente escrito un nombre “Babilonia la grande, la madre de los fornicarios y de las abominaciones de la tierra. Esa mujer está ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los testigos de Jesús; y al verla me sorprendí con sumo estupor”.
Ahora bien, en el Antiguo Testamento, la “mujer” significa constantemente Israel, es decir, la religión del pueblo judío.
En el Nuevo Testamento, la mujer representa a la Iglesia. San Pablo la describió con la figura de una doncella, una virgen que se va dar en matrimonio a Cristo.
Las dos mujeres del Apocalipsis representan la religión en sus dos polos extremos, la religión corrompida y la religión fiel; la Iglesia verdadera y la falsa iglesia; la sana doctrina y la doctrina contagiada por los criterios mundanos, la nueva iglesia que practica la doctrina de la New Age.
La Gran Ramera sentada sobre la Bestia es la falsa iglesia que apoyará el Nuevo Orden Mundial, socialista y ateo, al frente del cual se posicionará el Anticristo. Esa religión adulterada, en la persona de un anti-Papa, justificará el Gobierno Mundial y lo promoverá apuntalando la nueva religiosidad universal, la de una hermandad horizontal, pagana y laicista.
La Mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies, a punto de dar a luz, y que lleva una corona de doce estrellas sobre su cabeza, es la Iglesia fiel. El vestido de sol es la fe verdadera, y la luna bajo sus pies es el mundo cambiante; la corona de doce estrellas es la plenitud de la doctrina y los predicadores de la misma, siguiendo la inspiración de los primero doce misioneros, los apóstoles.
Estos dos aspectos de la religión, el fiel y el adulterado, son perfectamente distinguibles para Dios, pero no necesariamente para nosotros. La cizaña se parece al trigo, y estos no serán separados sino hasta el día de la siega. Por eso, son dos los ángeles que siegan el Día de la Gran Ira de Dios: uno cortará la mies madura, y el otro a los racimos que han de ser pisoteados en el gran Día de la Ira de Yahvé. Íntimamente entremezcladas y confundidas estuvieron por siglos, y lo están más ahora, la Iglesia Santa e Inmaculada y la iglesia farisaica y adulterada, la parte carnal de la Iglesia, el “humo de Satanás infiltrado por las grietas de la Iglesia” a que se refirió Paulo VI, la masonería satánica que se ha introducido para destruirla desde dentro golpeando lo más sensible, que es la fe.
Por eso, la ramera lleva en su frente el nombre de la gran Babilonia, la Roma que representa la parte desvirtuada de la Iglesia, y específicamente la Iglesia de los Últimos Tiempos en la que prevalecerá la mentira y la modernidad, la falsa iglesia que no es ya la Iglesia de Cristo, porque Roma estará en connivencia con el Falso Profeta, el cual está al servicio del Anticristo.
Esto sucederá a partir de que la Iglesia Verdadera haya sido recogida y llevada al desierto, es decir, cuando el trigo haya sido guardado en el granero y la paja esté entonces pronta para la quema. Esta alegoría simboliza dos situaciones que son reales y no metafóricas: el Arrebato de los fieles, para los totalmente santificados, y la persecución para el resto fiel, misma que durará tres años y medio, a partir de que el Anticristo rompa el pacto a favor de Israel, y hasta el día del glorioso retorno de Cristo.
Y es que una prostituta no se distingue, ni en la naturaleza ni en su forma, de una mujer honesta. Sigue siendo mujer. Pero la mala mujer, la Gran Ramera, está sentada sobre la Bestia.
Esto es lo que significa el Falso Profeta, quien promoverá la nueva hermandad universal que estará al servicio del Anticristo, quien también se parecerá a Cristo en un inicio. Por eso dice la Escritura que “el Falso Profeta hablaba como el dragón, pero tenía dos cuernos semejantes al Cordero” (Ap 13,11).
La Gran Ramera es un cristianismo esencialmente desvirtuado, en el que ya no se cree en la Eucaristía, en el Rosario, en los mandamientos de la Ley de Dios, en la Ley Natural, en lo que el pueblo de Dios ha creído por dos mil años.
Así pasaba cuando vino Cristo: eran tiempos confusos y tristes. La religión estaba pervertida en sus jefes y consiguientemente en parte del pueblo judío. Por eso Jesucristo decía a sus apóstoles “haced todo cuanto os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen”.
Lo mismo pasa hoy: se propaga el aspecto carnal de la religión, ocultando, adulterando y aún persiguiendo a la verdad. El culmen de este proceso será cuando en el lugar santo termine de instalarse el misterio de la iniquidad, el de la Gran Ramera, embriagándose con la sangre que los mártires derramarán durante la Gran Tribulación.
Por eso, la parte fiel de la religión, es decir, la Mujer Vestida del Sol, la Iglesia fiel, padecerá “dolores de parto”, y el Dragón estará a punto de tragar a su Hijo, el cual se salva por poco; y Ella, la Iglesia verdadera, se salvará porque huirá a la soledad, a catacumbas, con dos alas de águila, y aún allí la perseguirá la oleada del agua sucia y torrentosa que el Dragón lanzará contra Ella. Pero la nueva esposa, con el crisol del sufrimiento y la purificación quedará sin mancha, inmaculadamente concebida de nuevo, es decir la Iglesia verdadera, la Nueva Iglesia que estrenará ese Reino verdadero que Cristo vendrá a inaugurar en su Parusía siete años después de que el Anticristo se manifieste al mundo.
El error fundamental de nuestra época es que se quiere amalgamar el reino de Dios con el mundo, lo cual es exactamente lo que la Sagrada Escritura denomina “prostitución”.
Las dos mujeres son hermanas, nacidas de una misma madre, la religión, el profundo instinto religioso, pero una se ha prostituido.
La Bestia de la tierra (el Falso Profeta) se parece al Cordero, porque hace milagros y prodigios engañosos, y promete la felicidad, y habla con palabras hermosas, llenas de halago; promete el reino en este mundo, pero el reino con las solas fuerzas del hombre, independiente de Dios, así como la serpiente le prometía a Cristo todos los reinos de este mundo en el monte de las tentaciones.
La Mujer vestida de sol es el pequeño resto fiel que resiste los embates del Dragón y de la Segunda Bestia.
Así resumió esa situación el Cardenal Karol Wojtila, durante el Congreso Eucarístico de Filadelfia, en 1977: “Estamos ahora ante la confrontación histórica más grande que la humanidad jamás haya pasado. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar”.
Y durante la Audiencia General del 12 de enero de 2005: “El incremento de la violencia y la injusticia en el mundo es obra de un Satanás furioso, al cual no le queda mucho tiempo. Él sabe que no le queda mucho porque la historia está a punto de experimentar un cambio radical en la liberación del mal, por lo cual Él está reaccionando con grande furia”.
En su libro “Quetzalcóatl y Guadalupe”, Jaques Lafaye retoma un par de obras guadalupanas correspondientes a sermones del siglo XVIII. En ellos se lee: “La Virgen María, aparecida en su imagen de Guadalupe, dotó a los mexicanos de un carisma de identificación con la Mujer del Apocalipsis. Al referirse a las profecías atribuidas al apóstol San Juan, dejaba ver en la mariofanía del Tepeyac el anuncio del Fin de los Tiempos, a los cuales subsistirá la Iglesia parusíaca de María. Del mismo modo que Dios había elegido a los hebreos para la encarnación de su Hijo Jesús, del mismo modo María, la redentora del Final de los Tiempos, la que triunfará sobre el reino del Anticristo, quiso elegir a los mexicanos”.
Si México fue elegido como lugar para sembrar el virus que provoque en el mundo la  involución autoritaria que anestesie y neutralice la protesta civil por el colapso financiero y la guerra, con lo cual intentarán justificar la implementación del Gobierno Mundial, ¿no podrá también de México salir la chispa de renovación espiritual que mostrará al mundo el triunfo de la Iglesia fiel? Así lo entendieron muchos predicadores de siglos anteriores al contemplar a la Virgen de Guadalupe. ¿Lo entenderemos nosotros? 

viernes, 8 de julio de 2016

EL CAMINO HACIA DIOS

El camino hacia Dios a través de la Inmaculada, el “más corto y seguro”

San Maximiliano M. Kolbe: "debemos conducir a todos y a cada uno por separado, a través de María, hasta el Sagrado Corazón de Jesús"

Cruz Maria
            “De la misma forma que Jesucristo vino a nosotros por María, nosotros debemos ir hacia Él, también a través de María”- afirma San Maximiliano María Kolbe en una de sus conferencias que predicó a los frailes de Niepokalanów (Martes 30 V 1933). De igual modo, remarca que “son muchos los caminos que conducen a Dios, pero el camino al que yo me estoy refiriendo es, sin duda, el más corto y seguro”. El camino que el P. Kolbe nos propone es el que nos lleva directamente al Corazón de Jesús a través del Corazón de María. Así nos describe el mártir franciscano la consigna de la Milicia de la Inmaculada (MI): "debemos conducir a todos y a cada uno por separado, a través de María, hasta el Sagrado Corazón de Jesús". Y es que, como bien nos recuerda el santo fundador de la MI: "la Inmaculada tiene que convertirse en Reina de todas las almas y de cada una por separado". San Maximiliano asegura que “en lo que concierne a la conversión de las almas, sólo podemos conseguirla a través de María y no de otra manera”. Añade que “Dios, en su inmensa bondad hizo de María la Sagrada Tesorera de las gracias, y únicamente a través de Ella las esparce por el mundo. Por eso, es algo justo que pidamos la gracia a Dios, siempre a través de la Inmaculada”. El P. Kolbe nos da el ejemplo de un hombre que quiere ir a ver al presidente o a cualquier dignatario terrenal: “no lo hace personalmente, sino que se busca un intermediario”. Así, señala que “con mayor razón, es mejor que acudamos nosotros al Señor a través de María y con María”.
            ¿Qué sería de nosotros, pobres pecadores, sin el auxilio de Nuestra Madre Misericordiosa? El P. Kolbe reconoce que “todos tenemos deudas con el Señor y, si llegase el momento de hacer las cuentas basadas en la justicia, veríamos cómo la balanza se inclinaría muy en contra nuestra”. No obstante, subraya que si nos entregamos a la Inmaculada, entonces Ella colocará en el otro platillo sus méritos y su mano, por lo que podremos estar seguros de que la balanza se inclinará a nuestro favor. La Inmaculada nos protegerá con su mano ante la justicia divina”.
            El Siervo de Dios D. Diego Hernández, sacerdote diocesano de la Diócesis de Cartagena, solía decir: “como niños de corta edad en brazos de su madre, debéis hacerlo todo en los de María; sea María la atmósfera que respiras y su Corazón el ascensor en que te encierres y te eleve a las alturas”. Como mílites de la Inmaculada, Nuestra Madre, Nuestra Reina, no nos apartemos nunca de los brazos de María, lata nuestro corazón en el Suyo y dejemos que nos conduzca en su regazo hasta las delicias del Corazón de su Hijo. San Maximiliano sostiene que “los Santos que se santificaron rápidamente resultaron ser ardientes devotos de María; tanto más nosotros, que somos espiritualmente cien veces más pobres que ellos, debemos ir siempre con María por la senda de la perfección”. Si somos todos de la Inmaculada, Ella se encargará de conducirnos a la Patria Celestial a través del camino que nos propone el P. Kolbe: su Inmaculado Corazón.

EL PERFUME DE LA SANTIDAD

El perfume de la santidad en el Jardín de la Inmaculada

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“... Comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas, y que el esplendor de la rosa y la blancura del lirio no le quitan a la humilde violeta su perfume ni a la margarita su encantadora sencillez.  Comprendí que si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas… Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. Él ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando mira a sus pies.  La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos… Comprendí también que el amor de Nuestro Señor se revela lo mismo en el alma más sencilla que no opone resistencia alguna a su gracia, que en el alma más sublime. Y es que, siendo propio del amor el abajarse, si todas las almas se parecieran a las de los santos doctores que han iluminado a la Iglesia con la luz de su doctrina, parecería que Dios no tendría que abajarse demasiado al venir a sus corazones. Pero él ha creado al niño, que no sabe nada y que sólo deja oír débiles gemidos; y ha creado al pobre salvaje, que sólo tiene para guiarse la ley natural. ¡Y también a sus corazones quiere él descender! Éstas son sus flores de los campos, cuya sencillez le fascina… Abajándose de tal modo, Dios muestra su infinita grandeza. Así como el sol ilumina a la vez a los cedros y a cada florecilla, como si sólo ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa también Nuestro Señor de cada alma personalmente, como si no hubiera más que ella. Y así como en la naturaleza todas las estaciones están ordenadas de tal modo que en el momento preciso se abra hasta la más humilde margarita, de la misma manera todo está ordenado al bien de cada alma…” (Historia de un alma, Santa Teresita del Niño Jesús).
San Maximiliano tenía una devoción especial por Santa Teresita de Lisieux. Además de citarla en numerosas conferencias, el P. Kolbe hizo un pacto con la santa carmelita: él la pondría en el altar en cada Eucaristía y a cambio ella se ocuparía de sus misiones. Sólo el Cielo conoce la íntima comunión que compartirían la Patrona de las Misiones y el P. Kolbe, comunión que ahora continúan desde el Paraíso, junto a la Inmaculada. ¿Por qué no continuar desde la Milicia de la Inmaculada (MI) este “pacto” que hizo San Maximiliano con Santa Teresita? Acerquémonos a esta Doctora de la Iglesia que nos revela la santidad a través del “caminito del amor” y pidámosle que, junto al P. Kolbe, siga ocupándose de la misión de la MI. Reconozcámonos “florecillas” del jardín de María creadas por Nuestro Padre Celestial e inundemos el mundo entero del perfume más bello, el perfume de la santidad, el perfume de la Inmaculada.

HABLAR A LOS HIJOS DE DIOS

Hablar a los hijos de Dios, sin que les parezca ¡aburrido!

01 de Julio 2016
 Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones, OAC-Bogotá
Hablar a los hijos de Dios, sin que les parezca ¡aburrido!
En la época actual donde los niños, niñas y  adolescentes  dedican el tiempo libre  a los video juegos, navegar por internet, chatear y  a  todo lo que tiene que ver con el mundo cibernético, encontrar momentos adecuados para la formación espiritual, que también es una responsabilidad dentro de la educación de los hijos, resulta poco atractivo abordar temas de Fe...
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Sin embargo, encontramos algunas guías sencillas y básicas que pueden ayudar a aquellos padres que priorizan la vida espiritual para sus hijos, en cualquier edad, incluso desde el vientre materno: 
Primero, orar en voz alta durante el embarazo, es una guía para la madre en gestación: Los pequeños escuchan la voz de la madre todo el tiempo, es importante que el momento que se  le dedique a la oración esté lleno de tranquilidad. Elije un espacio cómodo en donde no sea fácil ser interrumpida o donde nada distraiga.Se Puede construir un pequeño altar o hacerlo . Haz que tú bebe sienta que ese momento es único y especial para los dos, puedes elegir una hora del día para que se vuelva una rutina diaria.
Segundo, llévalos a la Santa Eucaristía: Algunas personas piensan que es muy molesto llevar a los chiquitines a misa porque lloran muy fuerte, hacen ruido, incomodan a la gente o no se quedan quietos.  Si lloran y es aún muy bebe se puede calmar con el pecho o el biberón; si es un poco más grande y ya gatea o camina suele hacer berrinches más a menudo, se sugiere salir de la iglesia y darle un pequeño paseo hasta que se calme y vuelve a entrar.
Tercero, rezar con ellos en las noches :Puede ser junto a su cama o cuna, ponerse de rodillas y orar. Cuando los niños son pequeños todo les asombra y les causa curiosidad, tienen el don de imitar tanto lo bueno como lo malo, y muy probablemente mientras estén orando querrán llamar la atención, empezarán a hablar como si les dieran cuerda, cantarán, sacaran sus juguetes. Aprovecha esta oportunidad para explicarle lo que estás haciendo e invítalo a unirse a tu oración. Dile que repita después de ti o pregúntale: ¿por qué le darías gracias a Dios hoy? ¿Quieres enviarle un mensaje a la Virgen conmigo? Notarás que este tipo de preguntas les causa sorpresa, enséñales cómo deben persignarse y procura que ese momento dedicado a la oración no sea tan largo, pues querrá empezar a hacer otra cosa. Si tu niño o niña es un bebe, persígnalo con su manita y ora en voz baja junto a él.
Cuarto, familiarízalos con imágenes de Jesús y de María Santísima: Tener un altar en el hogar debe ser tarea de todo católico, no tiene que ocupar una habitación completa, pero si se debe destinar un lugar especial, de visibilidad y alcance para todos los miembros de la familia. Es importante que los pequeños encuentren imágenes de Jesús, de María y de los Santos.
Qinto,dejarlos elegir películas y libros que hablen de Dios: Aprovechar el gusto que tienen los hijos por las películas o los cuentos. Comprar películas como «El Arca de Noe», «David y Goliat», «El Buen Samaritano», «El Hijo Prodigo», «La Historia de José y sus hermanos», «Los Milagros de Jesús», «El Príncipe de Egipto», «Joseph: Rey de los Sueños», etc. Existen también muchos libros que le cuentan a los niños las historias de la biblia de manera divertida e ilustrada. Es una manera fácil y divertida para que los hijos conozcan la vida de Jesús, de María Santísima o los santos desde que son chiquitines.
Sexto, dejarlos participar en actividades relacionadas con la Iglesia en el colegio: Si le gusta actuar o cantar, motivarlo a participar en las ceremonias religiosas en las que se hacen dramatizaciones o inscribirlo al coro de la Iglesia. Si el colegio realiza campañas en las que se recolecta ropa o víveres para los más necesitados, explicarle porque debemos ayudarle a los demás.
Séptimo, permítele ver que hay niños que no lo tienen todo :Llevar a los  hijos a fundaciones o instituciones que ayuden a los demás es una experiencia hermosa para todos los involucrados, tanto como para los niños a los que  se visitan como para los niños y los padres.. Hacerles ver que el mundo no es color de rosa y que no todos los niños gozan de un hogar con papá y mamá abrirá sus corazones. Se puede planear ir a una fundación que acoja a niños huérfanos, niños maltratados, con cáncer, o alguna enfermedad como síndrome de down, entre otras.
Octavo, enséñale a apreciar la naturaleza. No es necesario que viajes a Irlanda para que tu hijo sea testigo de impresionantes paisajes: una flor basta para que se le cuente a los pequeños que Dios está presente en cada una de sus creaciones, hasta en la más pequeña. El cielo, el mar, las estrellas, la luna, los árboles, las montañas. Es importante que los pequeños sean conscientes que todo cuanto nos rodea ha sido creado de la mano de Dios, los viajes a otras ciudades o países pueden ser la oportunidad perfecta para que le hables de Dios a tus hijos.
Noveno, hacerles saber que hay más satisfacción en dar que en recibir. La época de navidad es perfecta para realizar esta actividad. Hay dos formas de hacerlo: la primera es comprar juguetes o ropa para que niños de escasos recursos, huérfanos o desamparados reciban un detalle en esta fecha. La otra opción que tenemos es pedirles a los pequeños que decidan qué juguetes ya no utilizan y están en buen estado para donarlos. En todo el proceso debemos incluir a los niños, desde ir a comprar o escoger los juguetes, hasta empacarlos e ir a entregarlos personalmente. De esta manera ellos entenderán que las cosas no son tan fáciles de obtener y que no todos los niños tienen los privilegios que nosotros como padres les otorgamos.
Diez,enséñarles  a bendecir los alimentos: El desayuno, el almuerzo o la cena pueden ser escenarios perfectos en los que se  le enseñe a  los hijos que hay que dar gracias por todo lo que Dios nos permite tener, incluyendo la comida que llega a la mesa. Recuerda que tu ejemplo es la mejor herramienta, conviértete en el modelo a seguir de tus hijos y bendice los alimentos sin importar el lugar en el que te encuentres.