¿ES CORRECTO CRITICAR AL PAPA?
No hay duda de que los católicos en este momento estamos en un nada envidiable desorden, un desorden causado provocado directamente por la persona que ha sido elegida para guiarnos y para hablar con claridad sobre la Fe que fue depositada por Cristo y sus Apóstoles.
Pero dadas las doctrinas de Primado e infalibilidad papales, pregunto, ¿podemos criticar al Santo Padre? Tal vez Steve Skojek habrá respondido a esta pregunta de manera más elocuente y más amplia en Mayo de 2015 después de que el Papa Francisco hiciera el muy cuestionable nombramiento de Timothy Radcliffe al Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.
Por supuesto las cosas han empeorado mucho desde entonces, pero sus palabras son tan vigentes, especialmente aquellas de: “Tener miedo de decir la verdad en tiempos como éstos, es algo muy peligroso de hecho”.
Me parece una reacción católica muy común el ignorar los problemas; especialmente problemas como éste. ¿Tal vez creemos que Dios habrá de encargarse de ello? ¿O esto para admitir que hay problemas que de alguna manera dañan a la Iglesia? Personalmente no creo que sea una actitud saludable o alguna manera de solucionar problemas. Debemos confrontar problemas como éste, ¡especialmente problemas así de importantes!
Respecto a nuestro actual predicamento, debemos recordar que hay Cardenales que están clarificando la enseñanza de la Iglesia, mientras que otros deliberadamente intentan opacar la enseñanza establecida. Con relación a este asunto, el Cardenal Müller lo ha puesto claro, nadie, ni siquiera un papa, puede cambiar la enseñanza de la Iglesia sobre el Matrimonio. Y el Arzobispo Chaput ha dicho que el Papa Francisco no puede contradecir a Juan Pablo II sobre la Comunión.
¿Por qué estarán diciendo esto si no existe un problema serio? Tenemos que elegir si aceptemos la dirección que el Papa parece estar impulsando deliberadamente. Una dirección que contradice la enseñanza establecida de la Iglesia sobre el Matrimonio, una moral imperativa dada por Cristo mismo y por la consistente enseñanza de la teología moral sobre el relativismo, definitivamente establecida en Veritatis Splendor.
El Canon 212 sec. 3 establece:
Los laicos “tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.”
También tenemos un precedente en la Escritura:
“Pero cuando Cefas [Pedro] fue a Antioquía, en su misma cara le resistí, porque se había hecho reprensible”.
Cada día crece el clamor, en días pasados, el Times de Londres reportaba que incluso los cardenales que votaron a favor de Francisco ahora quieren que renuncie:
“Una buena parte de la mayoría que votó por Bergoglio en 2013 han llegado a lamentar su decisión”, dijo un experto sobre temas del Vaticano, “sin emba go no creo que sea loable el que miembros de la jerarquía presionen al Papa para que renuncie. Aquellos que lo conocen saben que sería inútil. [Él] tiene una vena muy autoritaria. Él no renunciará hasta que haya completado sus reformas revolucionarias, las cuales están causando un enorme daño.
The Tablet, la terriblemente liberal, seudo intelectual y progresista revista en el Reino Unido sugiere:
El Papa Francisco ha hecho de la misericordia el tema primordial de su papado pero está cayendo bajo fuego por incluir a sacerdotes abusadores en su propia visión de Iglesia que ofrece perdón a todos los pecadores. Y deja al Papa expuesto a acusaciones de que es suave con los abusos o, como argumentan los sobrevivientes, el Papa simplemente “no entiende” el problema. Sus críticos dicen que en lo que se refiere a crímenes en contra de menores, la justicia debe ser la prioridad, más que la misericordia. La percepción de que Francisco no está encima del problema de los abusos se ha visto reforzada por una historia reciente reportada por Nicole Winfield de Associate Press, quien reporta que Francisco ha ignorado el consejo del departamento Vaticanohaciendo un llamado a que los sacerdotes abusadores fueran apartados del sacerdocio.
Más que apartar del sacerdocio – o reducir al estado laical – a los sacerdotes, el Papa los ha sentenciado a un período de oración y penitencia removiéndolos de su ministerio público, algo que grupos de víctimas, así como algunos de sus consejeros, creen que es demasiado laxo como castigo.
Y en The Catholic Herald, el padre Alexander Lucie-Smith comenta que:
La comisión del Papa ha fracasado en resolver. La renuncia de Marie Collins es precisamente el más reciente ejemplo.
Esto realmente no tiene precedentes en toda la historia, tal como ha dicho anteriormente Phil Lawler:
Por más de 20 años hasta hoy, escribiendo diariamente sobre noticias del Vaticano, he tratado de ser honesto en mi evaluación sobre declaraciones y acciones papales. Algunas veces critiqué a San Juan Pablo II y al papa Benedicto XVI, cuando creí que sus acciones fueron imprudentes. Pero nunca pasó por mi cabeza que cualquiera de estos Papas supusieran algún peligro a la integridad de la Fe Católica. Mirando muy atrás en el pasado a través de la historia de la Iglesia, me doy cuenta de que ha habido malos Papas; hombres cuyas acciones personales fueron motivadas por avaricia, celos y un insano deseo por el poder y una total lujuria. Pero ¿acaso alguna vez existió algún Romano Pontífice que mostrara tal desdén por aquello que la Iglesia siempre enseñó y creyó y practicó – sobre temas tan claros como la naturaleza del matrimonio y sobre la Eucaristía?
Phil concluye su escrito:
Pero si estoy en lo correcto, y el actual liderazgo del Papa se ha vuelto un peligro para la fe, entonces otros católicos, y en especial los ordenados, líderes de la Iglesia, deben decidir cómo reaccionar. Y si estoy en lo correcto – como seguramente estoy – aquella confusión sobre las enseñanzas fundamentales de la Iglesia ya se ha esparcido a todo lo ancho, así que los obispos, como maestros primarios de la fe, no pueden ignorar su deber de intervenir.
Pero tal vez el artículo más importante que he leído esta semana fue escrito por Pete Baklinski, publicado en Lifesite News. Pete Baklinski pone juntas todas las piezas del rompecabezas que hemos escuchado en lugares por separado en relación a la estrategia empleada para elegir a Jorge Begoglio como el Papa Francisco I, y provee un resumen de ‘logros’ de su papado:
La unidad de la Iglesia en su sumisión a Cristo como cabeza, en su integridad doctrinal, y en su confesión de una fe se ha visto opacada y socavada de varias maneras bajo el pontificado de Francisco:
Ha hecho un llamado a una Iglesia “descentralizada”, y ha permitido que grupos de obispos independientes decidan qué es lo moral y correcto para sus propias iglesias “regionales”. En este sentido, está permitido que los adúlteros reciban la Santa Comunión en Alemania mientras que a lo largo de la frontera con Polonia sigue siendo pecado mortal.
Sus discursos ambiguos y especialmente sus escritos papales han puesto a cardenal contra cardenal, obispo contra obispo, y feligrés contra feligrés. Se ha negado a responder a los líderes de la Iglesia que ruegan por claridad sobre puntos de controversia. Ha permitido que la doctrina católica se vea minimizada en nombre del “dialogo” religioso con otras denominaciones cristianas con un historial de hostilidad hacia la doctrina católica sobre el Matrimonio, la Eucaristía y el papado. Bajo su liderazgo, el Vaticano ha incluso aclamado a Lutero, fundador del protestantismo, como un “testigo del Evangelio”.
La santidad y sacralidad verdaderas de la Iglesia como esposa de Cristo ha sido opacada y socavada de varias maneras bajo el pontificado de Francisco: Sus escritos han sido usados por aquellos más cercanos a él parapromover perniciosas prácticas como el adulterio y la fornicación, como opciones morales legítimas.
Sus escritos también han sido usados para defender la práctica sacrílega de dar la Santa Comunión a aquellos que viven en pecado mortal (aquí, aquí, aquí, y aquí). Obispos y cardenales han defendido esta práctica sacrílega basada en los propios argumentos del Papa en Amoris Laetita que enfatiza el “cuidado pastoral” y la “misericordia” en detrimento de la doctrina y la verdad. El Papa ha denunciado a las órdenes “restauracionistas” estallando contra los jóvenes, y ha destruído una orden tradicional. Se ha resistido a la misa tradicional en latín y ha llamado “rígidos” a los jóvenes que la aman. El papa ha acusado de “cobardía” a los cristianos que celosamente guardan los Diez Mandamientos.
Ha utilizado consistentemente un lenguaje grosero y degradante para criticar y vilipendiar a aquellos con los que no está de acuerdo (aquí, aquí, y aquí). Ha permitido que la Basílica de San Pedro, un templo sagrado de la Iglesia, sea profanado con un espectáculo de iluminación ocultista sobre su fachada. Ha permitido actuaciones de grupos de danza sexualmente provocativos en la escalinata de la Basílica de San Pedro.
Ha permitido la profanación de la Capilla Sixtina alquilándola a la empresa de autos Porsche para un evento corporativo y ha permitido que ésta misma sea utilizada como un escenario para el guitarrista de U2, ‘The Edge.’
La catolicidad, o misión universal de la Iglesia, de trabajar incesantemente por la salvación de las almas se ha visto opacado y socavada de varias maneras bajo el pontificado de Francisco: ha orientado la misión de la Iglesia hacia objetivos mundiales tales como el combate al cambio climático y el reordenamiento del sistema económico mundial. Ha hecho un llamado a los católicos para tener una “conversión ecológica” y arrepentirse de “pecados” contra el medio ambiente.
Ha permitido que los enemigos jurados de la Iglesia ejerzan abiertamente su influencia sobre sus políticas y programas (aquí, aquí, y aquí). La apostolicidad de la Iglesia, en donde el depósito de la fe se transmite auténticamente desde los apóstoles a través de sus sucesores los obispos y cardenales, ha sido opacada y socavada de varias maneras bajo el pontificado de Francisco: el papa ha elevado a obispos y a cardenalesabiertamente heréticos y que no sostienen la fe inmutable como transmitida desde los Apóstoles a través de los siglos. Ha degradado y silenciado las voces de altos rangos de la ortodoxia en la Iglesia. Ha creado un entorno que permite que obispos, cardenales y prominentes líderes de la Iglesia se aparten de la perenne enseñanza de la Iglesia y absolutos morales.
Es tiempo de dejar de pretender que todo está bien y elegir de qué lado se está. Modernismo, Relativismo, y la destrucción de la Iglesia de Cristo, o del lado de Cristo. Es ahora cuando necesitamos que todos nuestros sacerdotes, obispos y cardenales se levanten por Cristo y confirmen la enseñanza de la Iglesia. Si nuestros obispos se levantaran por lo que enseña nuestra Iglesia, no habría crisis.
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