Cada uno de los temas que circulan en la Iglesia en este momento -la controversia Amoris Laetitia, la Sagrada Comunión a los divorciados y civilmente vueltos a casar, la homosexualidad en el clero, el abuso de la enseñanza social de la Iglesia por los liberales políticos, el casi silencio sobre el aborto, la oscuridad en la enseñanza de la anticoncepción, la catequesis horrible, el parloteo sobre el ecumenismo, la constante charla sobre la “evangelización” – cada uno de estos temas y su efecto que se propaga en todas las esferas de la sociedad como la política, las noticias, la tecnología, la censura en los medios sociales, todo gira en torno a un solo tema del que nunca se habla: El Infierno.
Es más que sorprendente que cuando consideramos junto a Su propia Divinidad, Nuestro Señor no habló de nada con más frecuencia que del Infierno, que prácticamente ningún Católico nunca habla de ello. Incluso aquellos católicos que constituyen las clases que parlotean -los intelectuales del corredor de la Costa Este que van a los cócteles organizados por los obispos, que escriben largos libros sobre este Papa o aquello – todos ellos se cruzan de brazos muy por encima de la batalla del combate espiritual donde las almas perecen cada día por decenas de miles.
Considera que cada día alrededor del mundo aproximadamente 150.000 seres humanos son llevados ante el tribunal de Dios y la gran mayoría son condenados. Casi todos los santos lo han dicho. Cada aparición que ha tocado el tema lo ha demostrado. Nunca se encuentra una aparición que revele que la totalidad o la mayor parte de la humanidad se salve. Nunca se encuentran los escritos de un santo, un místico, un padre, un doctor o un evangelista que diga que la mayoría o todos son salvos. Es todo lo contrario. Prácticamente todos ellos dicen exactamente lo contrario. De hecho, muchos de ellos estaban asustados por su propio destino eterno.
Si la misión principal de la Iglesia es trabajar por la salvación de las almas, es singularmente extraño y profundamente preocupante que casi nadie en la Iglesia hable de ello. El tema nunca es abordado por nadie en ninguna parte. Cuando estuve en la Sala de Prensa Vaticana después de una de las sesiones del Sínodo sobre la Familia de 2014, tuve un breve encuentro con el P. Thomas Rosica, quien me preguntó sobre parejas en “uniones irregulares”. Me preguntó si pensaba que había algo digno de elogio en sus relaciones.
Le respondí de inmediato: “No padre, no si van al infierno”.
Se quedó estupefacto y me dijo sin aliento: “Michael, la Iglesia no enseña eso”.

Bueno, si la Iglesia no enseña eso, ¿exactamente de qué hablaba el Hijo de Dios cuando dijo que la mayoría de la gente sigue el ancho camino a la condenación y sólo unos pocos encuentran la puerta estrecha al Cielo y entran en ella? El problema es que la Iglesia sí enseña esto, pero los que están a cargo ​​de decirte la verdad sobre lo que la Iglesia enseña te mienten. Que Dios los ayude cuando sean traídos a ese tribunal divino. Tal como han vivido, así morirán.
La negativa a siquiera a respirar una sílaba sobre el Infierno cuando eso es exactamente de lo que trata el mensaje de la Iglesia, Cielo o Infierno, te dice hasta qué punto la Iglesia ha caído en su fidelidad a Nuestro Salvador. Si un religioso se niega a hablar del Infierno, lo niega o lo minimiza, eso es una señal segura de que algo está mal con él espiritualmente. Ha traicionado su misión o está mal formado o se preocupa más por la alabanza de los hombres que de agradar a Dios – Escoje. Pero él está poniendo en peligro su alma, ciertamente, y la tuya también.
Ten mucho cuidado, mucho cuidado con el clero católico ordenado que no habla del Infierno. Están en el camino hacia el infierno y no tienen ninguna preocupación por su alma. Sus eternidades serán horripilantes.