miércoles, 29 de marzo de 2017

QUIERES ORAR MEJOR

¿Quieres orar mejor? Haz de María tu modelo

Si piensas que necesitas orar más pero no sabes cómo acércate a nuestra Madre del Cielo
La Virgen es estrella ya que fue escogida por Dios para ser Su Madre, la Llena de Gracia.
Estrella Del Mar (Stella Maris). En la oscuridad de la noche, los navegantes por siglos confiaban en las estrellas para orientarse hacia el puerto seguro. La Virgen es la estrella de la evangelización que nos lleva a Cristo, puerto seguro.
El libro de Reyes, 18, 45- 51, describe una pequeña nube que, elevándose sobre el mar, anunció a Elías mientras oraba en el monte Carmelo, la venida de la lluvia. Esta era una gran noticia pues anunciaba el fin de la grave sequía. La Virgen es como esa nube, signo del fin de la sequía. Jesús es la fuente que nos sacia la sed de Dios.
Los carmelitas, nacidos espiritualmente en el monte Carmelo le llamaron a la Virgen «Estrella del Mar». Muchos escritores muy antiguos también le llamaron así a la Virgen: S. Jerónimo (siglo IV), Isidoro de Sevilla (siglo VI), Alcuino de York y Rábano Mauro (siglo IX). Pascasio Radberto escribe en el siglo IX: «María es la Estrella del Mar a la que debemos seguir con nuestra fe y comportamiento mientras damos tumbos en el mar proceloso de la vida. Ella nos iluminará para creer en Cristo nacido de ella para salvación del mundo."
El Himno Ave Maris Stella (Salve estrella del mar) es del siglo VIII o IX.
San Bernardo le dedicó a la Virgen, Estrella del Mar, un poema:
  • Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María.
  • Si eres agitado de las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la ambición, si de la emulación, mira a la estrella, llama a María.
  • Si la ira, o la avaricia, o el deleite carnal impele violentamente la navecilla de tu alma, mira a María.
  • Si, turbado a la memoria de la enormidad de tus crímenes, confuso a vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio, comienzas a ser sumido en la sima sin suelo de la tristeza, en el abismo de la desesperación, piensa en María.
  • En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María.
  • No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir los sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en ella piensas. Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si ella te ampara
    (San Bernardo, Sobre la excelencias de la Virgen Madre, 2, 17).
La mayor parte de mi tiempo suelo pasarlo, por la misión que se me ha confiado, delante de una computadora. Horas y horas en las que el monitor me va mostrando diferentes mundos y a través de los cuales estoy intentando también transmitir a muchos el Evangelio.
 Prueba de ello son estas líneas que ahora mismo estás leyendo. Toda esta labor sería imposible sin la ayuda de mi buen amigo Renato, ¿Por qué? Su presencia es importantísima en los momentos en que algo le pasa a mi computadora, en los que internet no funciona, cuando parece que un virus amenaza con entrar… En cada una de estas circunstancias marco un número y el acento italiano de Renato me responde desde la otra línea para solucionar mis problemas: ¿Qué pasa ahora, padre?.
Se me vino a la mente que en la oración tendríamos que tener un “Renato”, alguien que, cuando las cosas vayan mal, podamos llamarle por teléfono y decirle: «no siento nada, me aburro, qué tengo que hacer si…, etcétera». Y aquí es cuando San Bernardo viene en nuestra ayuda y nos deja el hermosísimo texto sobre María que he querido compartirles.
Dios nos ha regalado en María una aliada para nuestro caminar, para nuestra oración.
Por ello, siempre es hermoso, además de ponerse en la presencia de Dios, pedirle a María que nos acompañe en cada oración que hacemos. Como si Ella pudiese tomar nuestras súplicas y decirle a Dios, con esos ojos de Madre, que nos escuche. Después de todo, San Maximilian María Kolbe tenía mucha razón cuando dijo que a María ha confiado Dios toda la economía de su misericordia porque la voluntad de María, no hay duda alguna, es la voluntad del mismo Dios.
¿Nunca lo han experimentado ustedes? Personalmente, la presencia de María siempre ha sido un bálsamo en muchos momentos. Y en ocasiones no me doy cuenta sino hasta después de que Ella estuvo ahí.
¿Me permiten compartirles algo muy personal?: Las fechas más importantes en mi vida en preparación al sacerdocio se dieron en fechas marianas: recibí el uniforme para el noviciado un 15 de septiembre, día de la Virgen de los Dolores; hice mi primera profesión de votos un 15 de agosto, día de la Asunción de María; mi profesión perpetua fue en el mes de octubre, mes del Rosario; mi ordenación sacerdotal fue el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe. ¿Verdad que es descarado el amor de María?
Les invito a leer una vez más el texto de San Bernardo; lentamente, con calma. Mientras escuchan todo lo que María es capaz de hacer, denle las gracias y pídanle que nunca les deje solos. Que como a Cristo camino del Calvario (y Mel Gibson lo pintó bellísimamente en esa conmovedora escena de su película “La Pasión”) Ella también les acompañe en los claroscuros de su vida: que ría con ustedes en los momentos alegres y llore con ustedes en los tristes. Aunque, créanmelo, incluso si no se lo pidiesen, Ella lo haría…
¿Ahora la oración parece un poco más sencilla? Es lo mismo que le digo yo a Renato con el tema de las computadoras. Cuando viene él, todo parece muy sencillo… pues él es el especialista. Como María lo es en la oración.

EL CAMINO DE JESUS

El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad

El Papa Francisco nos recuerda que Jesús quiere verte feliz y te ayudará a lograrlo

El Santo Padre pidió que “no lo olvidemos: ¡el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! Habrá siempre en medio una cruz, las pruebas, pero al final siempre nos lleva a la felicidad. ¡Jesús no nos engaña! Nos ha prometido la felicidad y nos la dará, si nosotros seguimos su camino”.
“En este segundo domingo de cuaresma, la Iglesia nos indica la meta de este itinerario de conversión, es decir, la participación a la gloria de Cristo, en quien resplandece el rostro del Siervo obediente, muerto y resucitado por nosotros”.
El Papa destacó que “el texto evangélico narra el evento de la Transfiguración, que se ubica en el culmen del ministerio público de Jesús. Él se encuentra en camino hacia Jerusalén, donde se cumplirán las profecías del ‘Siervo de Dios’ y se consumará su sacrificio redentor”.
“La gente no entendía esto y frente a las perspectivas de un Mesías que contrasta con sus expectativas terrenas, lo han abandonado. Porque ellos pensaban que el Mesías habría sido un liberador del dominio de los romanos, liberador de la patria”.
Esta perspectiva de Jesús, indicó Francisco, “no le gustaba a la gente y lo dejan. Incluso los apóstoles no entienden las palabras con las cuales Jesús anuncia el cumplimiento de su misión en la pasión gloriosa. No entienden”.
“Entonces Jesús toma la decisión de mostrar a Pedro, Santiago y Juan una anticipación de su gloria, aquella que tendrá después de la Resurrección, para confirmarlos en la fe y alentarlos a seguirlo en el camino de la prueba, en el camino de la Cruz. Y así sobre un monte alto, en profunda oración, se transfigura delante de ellos: su rostro y toda su persona irradian una luz resplandeciente”.
El Papa señaló que “los tres discípulos se asustan, mientras una nube los envuelve y de lo alto resuena – como en el bautismo del Jordán – la voz del Padre: ‘Este es mi Hijo, el amado: ¡escúchenlo!’”.
“Y Jesús es el Hijo hecho Servidor, enviado al mundo para realizar por medio de la Cruz el plan de salvación. ¡Para salvarnos a todos nosotros! Su plena adhesión a la voluntad del Padre hace que su humanidad sea transparente a la gloria de Dios, que es el Amor”.
El Santo Padre indicó que “así Jesús se revela como el ícono perfecto del Padre, la irradiación de su gloria. Es el cumplimiento de la revelación; por ello junto a Él transfigurado aparecen Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas. Esto significa que todo termina e inicia en Jesús, en su Pasión y en su Gloria”.
“El mensaje para los discípulos y para nosotros es este: ‘!Escuchémoslo!’. Escuchar a Jesús. Es Él el Salvador: síganlo. Escuchar a Cristo, de hecho, significa asumir la lógica de su misterio pascual, ponerse en camino con Él para hacer de la propia existencia un don de amor para los demás, en dócil obediencia a la voluntad de Dios, con una actitud de desapego de las cosas mundanas y de libertad interior”.
“En otras palabras, es necesario, estar listos a ‘perder la propia vida’, donándola para que todos los hombres se salven y nos encontremos en la felicidad eterna”.
Francisco alentó a que “con Pedro, Santiago y Juan subamos también nosotros al monte de la Transfiguración y permanezcamos en contemplación del rostro de Jesús, para recibir el mensaje y traducirlo en nuestra vida; para que también nosotros podamos ser transfigurados por el Amor”.
“En realidad el Amor es capaz de transfigurar todo: ¡el Amor transfigura todo!”.
“¿Creen ustedes en esto? ¿Creen?”, preguntó Francisco a los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
“Me parece que no creen tanto por aquello que escucho. ¿Creen que el Amor transfigura todo? Bien, ahora veo. Nos sostenga en este camino la Virgen María, a quien ahora invocamos con la oración del Ángelus”, finalizó.

MI SUEÑO ERA SER PAPA

Mi sueño era ser papá

La felicidad de ser padres es increíble, anímate a formar una familia
¡Hola querido(a) lector(a)!
El día de hoy quiero contarte una historia de paternidad, tal vez, más que una historia se trata de una anécdota que seguramente retrata la experiencia de muchas parejas en su travesía por formar una familia. Para nada es ésta, la experiencia más extraordinaria en su género, o la más asombrosa o la más admirable; pero seguramente para quienes la han vivido es simplemente su Historia; y esto que han vivido ha marcado sus vidas y redireccionado el rumbo de su existencia. Estoy seguro que muchos se podrán identificar con esta vivencia, algunos recordarán buenos momentos; otros, esperen encontrar una señal de esperanza y ánimo para mantenerse en la lucha.
Historia de Juan y Gris
Una pareja de novios que decidieron unir sus vidas y vivir la experiencia de integrar una familia. Puesto que ambos no eran muy jóvenes ya –sus edades pasaban los 34 años de edad–, decidieron “encargar su bebé” desde los primeros días de matrimonio. Los primeros meses consideraron normal que no llegara el embarazo, después siguió la búsqueda de atención médica, siguieron las revisiones y los estudios; los diagnósticos iban y venían; una prueba de esto y otra prueba de aquello; se empezó a intentar de todo, desde las recomendaciones de un biólogo de la reproducción, hasta una sobada y el licuado de xoconostle… la desesperación empezó a asomarse y detrás de ella el desánimo y la frustración. Sin embargo, una pequeña flama puede ocasionar un gran incendio; fue así que la pequeña llama de fe y esperanza, los llevó a no rendirse, pero sobre todo a no dejar de confiar en Dios. Decidieron seguir aquel dicho: “Haz las cosas como si todo dependiera de ti; pero confía en Dios como si todo dependiera de él”.
Estando ya programada una inseminación artificial y con la recomendación de los médicos de no dejar pasar el tiempo, la pareja decidió esperar un mes más; no dejaba de orar todos los días pidiendo a Dios la gracia de la confianza y la paz del corazón; y así como una madre acaricia y consuela a su bebé, así Dios fue confortando a la pareja con los dones de la paz, la confianza, la esperanza y finalmente… llenó de vida el vientre de Gris.
Sobra decir lo que aquella pareja experimentó, disfrutó y lloró de alegría al saber que Dios los había tocado. Aquella prueba de embarazo y el primer ultrasonido que apenas y dejaba ver la silueta de una criaturita, se convirtieron en cartas de amor que Dios enviaba a la pareja. Pero después de 9 meses, ya no llegó una carta sino un pequeño bultito, con un remitente que refería al cielo como domicilio y a Dios como el autor de aquel regalo. Aquel regalo, llevaba implícito un gran mensaje de amor: “De Dios Padre amoroso, para los nuevos padres”.
La felicidad de ser padres
Esta historia que comparto contigo, no sólo es un cuento o una anécdota de un extraño, se trata de la experiencia más hermosa que Dios me ha regalado hasta este momento de mi vida. Se trata de la historia de mi esposa, de mi hija y mía.
Ahora entiendo, que ser padre es recibir la misma gracia de la paternidad de Dios Padre. Me siento co-creador con Dios, Él me ha dado la oportunidad junto con mi mujer, de unirnos a Él para crear vida. El regalo de ser padres es una extensión de la misma paternidad de Dios. De alguna manera, siento que me he acercado a Dios porque Él ha venido a depositar en nuestros brazos a una de sus hijas. Ser padre es una experiencia de Amor, de un amor divino que se deposita entre nosotros, por eso el amor hacia los hijos se vuelve infinito, porque es el mismo amor de Dios que nos es dado como un don y una gracia para cuidar no sólo de nuestros hijos sino también de los hijos de Dios.
Probablemente, tú ya has tenido la dicha de ser padre o madre. Si es así, ¡felicidades papá o mamá! Tal vez, todo esto que te he contado, pueda parecer en vano, pues tú también tienes tu historia de paternidad; pero más allá de querer compartir contigo mi reflexión o mis ideas, he querido abrir mi corazón para mostrarte mis sentimientos, mi emoción y la dicha que embargan mi alma. En este momento, mientras escribo para ti, tengo a mi lado a mi esposa que se está recuperando de una cesárea y a mi hija, recién nacida y con sus incipientes 3 kg de peso. Por algo, Dios me adelantó un poco esta experiencia, tal vez para poder compartirla contigo en este mes que festejamos a todos los papás.
Estoy seguro que la aventura apenas comienza, que aquí termina un ciclo de mi vida y comienza uno nuevo. Estos días de novedosa paternidad han cambiado completamente mis hábitos de vida –ni qué decir de las desveladas–, y sé que muchas cosas de aquí en adelante cambiarán, pero a todo esto le doy la bienvenida con los brazos abiertos, porque sé que viene de mi Padre Dios; Él nos lo ha dado y Él nos dará también la gracia y la fuerza para seguir adelante viviendo en plenitud.
Si tienes esta hermosa dicha ¡Felicidades Papá! Pidámosle a Dios, que todos los días seamos capaces de abrir nuestro corazón para recibir ese amor de Padre que nos da; que seamos capaces de compartirlo, sobre todo con nuestros hijos; y que sea ese Amor el que nos una entre nosotros y con Él. Bendito sea Jesús por habernos revelado que Dios es Padre Nuestro.

ORAR ES LO MEJOR QUE PODEMOS HACER.................................

Orar es lo que mejor podemos hacer

“Las almas sin oración son como un cuerpo tullido que aunque tiene pies y manos no se puede menear.”  Santa Teresa de Ávila.
Muchas veces, en nuestro caminar en la fe, nos puede ocurrir que crece en nuestra alma el deseo incesante de hacer grandes cosas “para la mayor gloria de Dios”: Esperamos la salvación de todas las almas, queremos que nuestras obras impulsen y nos hagan partícipes de su conversión; queremos hacer de todo en la labor misionera de la Iglesia, anhelamos ser profetas, curadores, evangelizadores, mártires, obtener del Señor la gracia de ser hallados dignos de testimoniar heroicamente su Amor… Pero al vernos al espejo, caemos en la cuenta de nuestra fragilidad, nos vemos pequeñísimos a los pies de un Dios tan Grande y Maravilloso, nos reconocemos débiles y limitados por nuestras propias fuerzas y, de repente, puede suceder que volvamos a ver la santidad como algo tan lejano e inalcanzable, nos convencemos de que no hay nada en realidad que podamos hacer por Dios.
Tendemos a pensar que la única manera de servirle a Dios es a través de actos heroicos y milagrosos, que causen asombro y admiración en las personas; nos olvidamos (o lo subestimamos) del poder del servicio más humilde, el más sencillo, que es el que conmueve más tiernamente el Sagrado Corazón Jesús, quien lo tiene por mucho. Este servicio humilde, silencioso, escondido y sencillo, es la oración.
En el mes de Octubre, consagrado a las Misiones, se celebra la memoria de dos grandes santas de la Iglesia Misionera: Santa Teresa de Jesús (Teresa de Ávila, su fiesta es el 15 de octubre) y Santa Teresita del Niño Jesús (Teresa de Lisieux, su fiesta es el 1 de octubre); ambas son grandes, mujeres santas que revolucionaron notablemente al mundo; Santa Teresita fue incluso proclamada por el Papa Pío XI, en 1927, patrona de todas las misiones. Paradójicamente, las dos vivieron el Amor a Dios y al prójimo desde el claustro, siendo monjas carmelitas descalzas que no salieron del convento.
Podemos preguntarnos ¿Cómo es que unas monjas de clausura llegaron a realizar tan grande labor misionera? Simplemente, dedicando toda su vida a la oración fervorosa y apasionada por la Iglesia y por la humanidad. Una oración tan incesante, incansable y vigilante, tan arraigada en el Corazón Misericordioso de Jesús, que fue capaz de transformar toda su vida en oración, en sacrificio agradable al Padre por la salvación de las almas.
Y, entonces, ¿Podemos decir de ellas que fueron unas verdaderas católicas con acción, cuando la mayor parte de su vida la pasaron en las celdas de un convento? ¡Claro que sí! Aunque sus cuerpos se hallaban voluntariamente tras las rejas de un claustro, sus corazones fueron siempre libres gracias a Cristo, tanto que su oración y su amor fue capaz de llegar hasta “las periferias” existenciales y geográficas, y aún hoy nos beneficiamos de su intercesión.
Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, que la oración de intercesión “nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús” (n° 2643) y es “lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios” (n° 2635). Es la oración, la fortaleza de toda la vida cristiana, sin ella nuestra acción pastoral sería un simple servicio comunitario, infértil espiritualmente e incapaz de conmover y llenar el alma necesitada del Amor.
Si nos afanamos solamente en el “trabajo, trabajo y más trabajo”, y descuidamos la oración, tendremos unos pies y manos cansados, adoloridos, aunque llenos de adrenalina, pero un espíritu dormido y casi muerto. Lo decía muy bien Teresa de Jesús: “Como se haga la oración que es lo más importante, no dejará de hacerse todo lo demás”.
Nuestras fuerzas humanas no pueden abarcar todas las necesidades de los hombres. Sólo Dios es el que puede llevar a buen término el trabajo que ha confiado a nuestras manos. El mundo está malherido y las almas necesitan de Dios, y Él llega a los hombres a través de nosotros como Iglesia. Pero no podemos dar lo que no tenemos, debemos primero llenarnos de Dios para poder darlo a los que claman por Él.Y es la oración el medio más seguro y más eficaz para llenarnos de Dios y llevarlo a las almas. Esto lo entendieron muy bien nuestras dos santas, lo practicaron fielmente y no fueron jamás defraudadas.
Cuenta Teresita sobre su primer “hijo espiritual”, que no es otro que un gran criminal de la época, condenado a muerte por sus horribles crímenes; ella, al saber de él, se propuso impedir su condenación eterna, entregándose a la oración y los pequeños sacrificios por la salvación del alma de este hombre, sin pedir nada más a cambio que “una señal” de parte de Dios, para saber que sus oraciones fueron escuchadas. Así, la mañana siguiente a la ejecución del “pobre Prancini”, cayó en manos de Teresita el periódico La Croix, y al abrirlo apresuradamente, buscando la noticia, encontró emocionada que aquel hombre no se había confesado, pero que antes de meter su cabeza en el agujero del cadalso, «herido por una súbita inspiración, se volvió, tomó el crucifijo que le presentaba el sacerdote, y besó tres veces las sagradas llagas… Había, pues, obtenido “la señal” pedida» (Tomado de “Historia de un Alma”, Santa Teresita del Niño Jesús).
Vemos pues, como las oraciones de esta pequeña santa fueron atendidas y Teresita confió en la esperanza de que el alma, de su primer hijo espiritual, fue salvada. No subestimemos el poder de la oración sincera, pues de la única manera que nuestra acción misionera dará frutos buenos y abundantes, será si tiene como pilar el espíritu de oración. El verdadero trabajo apostólico, es aquel que es, en esencia, una oración del corazón traducida en acción.
En la oración nos reconocemos pobres, débiles y pequeños delante de Dios, y Él nos mira dulcemente con Amor, nos levanta en sus brazos, nos capacita con su Espíritu, se fía de nosotros y nos pone a su servicio.
Si quieres hacer un verdadero bien por la humanidad, ¡nunca dejes de orar! Acuérdate del Santo Rosario, ésta es la oración más poderosa del católico. Así pues, ¡pongamos “manos a la obra”!, pero de una manera poco convencional y mucho más eficaz: Pongamos nuestras manos en posición de oración por la humanidad y Dios hará su obra; ¡Seamos verdaderos católicos con acción en la oración!
“La oración y el sacrificio son mis armas invencibles; constituyen todas mis fuerzas, y sé por experiencia que conmueven los corazones mucho más que las palabras.” Santa Teresita del Niño Jesús.

miércoles, 15 de marzo de 2017

LOS 10 NO DEL NOVIAZGO

Los 10 “no” del noviazgo para un buen matrimonio

Krbo Krbo / Flickr / CC

Evalúa ahora tu relación

Un buen matrimonio depende en gran parte de un buen noviazgo, de que él y ella aprovechen bien ese tiempo para conocerse. Además de amor, ¿qué se necesita para tener un buen noviazgo? He aquí diez recomendaciones que conviene considerar:
1. NO dejar fuera a Dios
Antes que nada, pregúntale a Dios si tu vocación es el matrimonio. Consulta un director espiritual. Cuando creas haber conocido a la persona indicada, oren juntos, vayan juntos a Misa, encomiéndense a Dios y a María. Antes de casarse, acudan a un retiro para novios. Y después no se atengan a sus solas míseras fuerzas para amarse: no se vayan a vivir juntos ni se unan sólo por lo civil, sino mediante el sacramento del matrimonio, para recibir de Dios la gracia sobrenatural de ser fieles y amarse mutuamente como Dios los ama.
2. NO engañar
Esto abarca dos aspectos. Primero: no finjas lo que no eres. No digas que te gusta lo que no te gusta, que haces lo que nunca haces, etc. sólo para ser como crees que tu novia o novio espera que seas. Descubrirá tu engaño al casarse, y puede ser motivo para separarse. Sé tú mismo, tú misma. Si no es compatible contigo, ni modo, no fuerces las cosas, ya encontrarás a quien lo sea. Recuerda que “siempre hay un roto para un descosido”. Y, segundo: no seas infiel. La infidelidad en el noviazgo es motivo para terminar la relación, porque los novios infieles, suelen ser cónyuges infieles.
3. NO querer cambiar al otro
Hay quien piensa: “mi pareja tiene esta forma de ser, o este hábito, o este vicio que no me agrada, pero yo la voy a cambiar”. Es una falsa expectativa. La gente no suele cambiar. El introvertido nunca se volverá extrovertido; la parlanchina no sabrá quedarse callada; el novio que nunca se acomide a ayudar será un marido haragán; la novia desaliñada será una esposa de bata y pantuflas. Y las características que te molestan en el noviazgo, en el matrimonio pueden aumentar y resultarte intolerables. O le aceptas como es, o no te cases.
4. NO justificar lo injustificable
Si en el noviazgo, cuando se supone que están enamorados y desea complacerte, tiene desatenciones, te deja esperándole y no se disculpa; se la pasa viendo el celular, llega tarde, no te pregunta cómo estás, te calla, te critica, en el matrimonio será peor. No busques pretextos para justificar sus malas actitudes, busca mejor otra pareja.
5. NO violencia
Si en el noviazgo ya hay gritos, malos modos, insultos y hasta golpes, ¡hay que salir huyendo! Un novio que te levanta la voz, será un esposo que te levantará la mano; una novia que te humilla ante tus amigos, será una esposa que te humillará ante tus hijos. ¿A qué arriesgarse a casarse con alguien que puede poner en riesgo tu integridad y la de tu familia?
6. NO relaciones sexuales
El sexo es fabuloso. Decir esto parecería razón para practicarlo en el noviazgo, pero es justo lo contrario: puede hacer que una pareja crea que son compatibles, cuando en realidad sólo lo son en la cama. Un amante habilidoso no necesariamente es un buen esposo. Y hay muchos momentos en el matrimonio en que no será posible tener relaciones sexuales, así que si el sexo es lo único que los une, su relación irá a pique.
Una amiga me contó que su hija fue a confesarse de haber tenido relaciones sexuales con su novio, y el padre le dijo: “si se aman, no es pecado”. Sorprende semejante respuesta, porque Jesús menciona, en la lista de maldades que manchan al hombre, la fornicación, es decir, la relación sexual fuera del matrimonio (ver Mc 7, 14-23). La relación sexual está pensada para ser una donación total entre esposos que prometen, con la gracia de Dios, amarse toda la vida. No hay que banalizarla adelantándola, ni arriesgarse a un embarazo no deseado. Y, sobre todo, no hay que olvidar que para unos novios católicos tener relaciones sexuales pre-matrimoniales no es algo que alguien pueda autorizar por encima de la Palabra de Dios y de la Iglesia, que enseñan que es pecado (ver Catecismo de la Iglesia Católica #1755; 1852; 2353).
7. NO desoír opiniones y consejos
Por tener una visión desde fuera, puede suceder que tus familiares y amigos capten actitudes de tu pareja que tú no has percibido. “ay, mijita, tu novio toma demasiado”, “ay, hijo, ella trata muy feo a su mamá”, “oye, amiga, como que tu novio es ojo alegre, lo he visto coqueteando…”; “híjole carnal, me late que esa chava sólo te busca por tu dinero, se la pasa haciéndote gastar…”; “uy, le vi fumando mariguana”. Presta atención, no cierres los oídos. En los procesos de declaración de nulidad matrimonial, suelen preguntar cuál era la opinión de quienes rodeaban a los novios. Y es casi seguro que hubo muchas críticas que fueron desoídas…
8. NO suponer, mejor preguntar
El noviazgo es un tiempo para conocerse, para hablar, hablar y hablar de todos los temas habidos y por haber, para preguntar. Muchos matrimonios se rompen porque no descubrieron a tiempo que pensaban muy distinto: “¡creí que sí querías tener hijos!”; “¡no pensé que te molestara que trabaje!”; “¡no sabía que tu mamá vendría a vivir con nosotros!”. Más vale dialogar que lamentar.
9. NO dejar de considerar a la familia
No sólo hay que fijarse en la pareja, sino en su familia. ¿Cómo es?, ¿cómo se llevan sus miembros entre sí?, ¿cuáles son sus valores? Recuerda que muy probablemente tendrás que convivir con ellos en Navidad, año nuevo, cumpleaños, aniversarios, algunos fines de semana, etc. Sus papás serán abuelos de tus hijos, y tus cuñados, sus tíos; querrán pasar tiempo con ellos, ¿qué clase de ejemplo les darán? ¿Es ésta la familia a la que quieres pertenecer?, ¿o vas a discutir y a pelearte cada vez que tu cónyuge la quiera ver?
10. NO sólo buscar “que te haga feliz”
Muchos se casan pensando: “ésta me hará feliz” (porque es bonita y puede lucirla en las fiestas de la oficina, o porque cocina rico, o es hacendosa), o éste me hará feliz, (porque es tan guapo que sus amigas la envidiarán; o porque gana tanto que podrá darle una vida de lujos). Buscan la pareja que los haga felices. Pero si la bonita se pone fea o se enferma, al guapo le sale panza, o pierde la chamba, ya no “hace feliz”, es hora de descartarlo. La motivación para casarse no debe ser “que me haga feliz”, sino “quiero hacerle feliz”. Y qué mayor felicidad que santificarse mutuamente para llegar al cielo. Si tanto él como ella dicen: “le amo tanto que quiero dedicarme a que sea feliz aquí y por toda la eternidad”, eso sí que con la ayuda de Dios, se puede lograr pase lo que pase, en la salud y en la enfermedad, en lo próspero y en lo adverso, hasta que la muerte los separe en este mundo y puedan reencontrarse en la vida eterna para siempre.