lunes, 31 de julio de 2017

EL INFIERNO DEL QUE NO HABLAS.....................................

‘EL INFIERNO DEL QUE NO HABLAS’. Ten mucho cuidado a quien escuchas.



Cada uno de los temas que circulan en la Iglesia en este momento -la controversia Amoris Laetitia, la Sagrada Comunión a los divorciados y civilmente vueltos a casar, la homosexualidad en el clero, el abuso de la enseñanza social de la Iglesia por los liberales políticos, el casi silencio sobre el aborto, la oscuridad en la enseñanza de la anticoncepción, la catequesis horrible, el parloteo sobre el ecumenismo, la constante charla sobre la “evangelización” – cada uno de estos temas y su efecto que se propaga en todas las esferas de la sociedad como la política, las noticias, la tecnología, la censura en los medios sociales, todo gira en torno a un solo tema del que nunca se habla: El Infierno.
Es más que sorprendente que cuando consideramos junto a Su propia Divinidad, Nuestro Señor no habló de nada con más frecuencia que del Infierno, que prácticamente ningún Católico nunca habla de ello. Incluso aquellos católicos que constituyen las clases que parlotean -los intelectuales del corredor de la Costa Este que van a los cócteles organizados por los obispos, que escriben largos libros sobre este Papa o aquello – todos ellos se cruzan de brazos muy por encima de la batalla del combate espiritual donde las almas perecen cada día por decenas de miles.
Considera que cada día alrededor del mundo aproximadamente 150.000 seres humanos son llevados ante el tribunal de Dios y la gran mayoría son condenados. Casi todos los santos lo han dicho. Cada aparición que ha tocado el tema lo ha demostrado. Nunca se encuentra una aparición que revele que la totalidad o la mayor parte de la humanidad se salve. Nunca se encuentran los escritos de un santo, un místico, un padre, un doctor o un evangelista que diga que la mayoría o todos son salvos. Es todo lo contrario. Prácticamente todos ellos dicen exactamente lo contrario. De hecho, muchos de ellos estaban asustados por su propio destino eterno.
Si la misión principal de la Iglesia es trabajar por la salvación de las almas, es singularmente extraño y profundamente preocupante que casi nadie en la Iglesia hable de ello. El tema nunca es abordado por nadie en ninguna parte. Cuando estuve en la Sala de Prensa Vaticana después de una de las sesiones del Sínodo sobre la Familia de 2014, tuve un breve encuentro con el P. Thomas Rosica, quien me preguntó sobre parejas en “uniones irregulares”. Me preguntó si pensaba que había algo digno de elogio en sus relaciones.
Le respondí de inmediato: “No padre, no si van al infierno”.
Se quedó estupefacto y me dijo sin aliento: “Michael, la Iglesia no enseña eso”.

Bueno, si la Iglesia no enseña eso, ¿exactamente de qué hablaba el Hijo de Dios cuando dijo que la mayoría de la gente sigue el ancho camino a la condenación y sólo unos pocos encuentran la puerta estrecha al Cielo y entran en ella? El problema es que la Iglesia sí enseña esto, pero los que están a cargo ​​de decirte la verdad sobre lo que la Iglesia enseña te mienten. Que Dios los ayude cuando sean traídos a ese tribunal divino. Tal como han vivido, así morirán.
La negativa a siquiera a respirar una sílaba sobre el Infierno cuando eso es exactamente de lo que trata el mensaje de la Iglesia, Cielo o Infierno, te dice hasta qué punto la Iglesia ha caído en su fidelidad a Nuestro Salvador. Si un religioso se niega a hablar del Infierno, lo niega o lo minimiza, eso es una señal segura de que algo está mal con él espiritualmente. Ha traicionado su misión o está mal formado o se preocupa más por la alabanza de los hombres que de agradar a Dios – Escoje. Pero él está poniendo en peligro su alma, ciertamente, y la tuya también.
Ten mucho cuidado, mucho cuidado con el clero católico ordenado que no habla del Infierno. Están en el camino hacia el infierno y no tienen ninguna preocupación por su alma. Sus eternidades serán horripilantes.

BUSCO Y BUSCO A DIOS Y NO LO ENCUENTRO

Busco y busco a Dios y no le encuentro… 




Nos ama tanto que se queda en la puerta esperando a ser recibido por nosotros

Es una de las afirmaciones que más escucho, no encuentro a Dios… Y yo pienso: ¿encontrar a Dios? ¿Pues desde cuándo es que Dios está perdido? Digo, para encontrar algo o a alguien es que antes tuvieron que haberse perdido…
De verdad me llena de ternura escucharlos porque la única verdad es que Dios jamás ha estado perdido y somos nosotros los que no nos hemos dejado encontrar. Él sale a nuestro encuentro diariamente, pero como vivimos tan de prisa y metidos en nuestro propio yo, no nos damos cuenta cuando le vemos, no le reconocemos.
Cuando elegimos vivir una vida desordenada se nos hará aún más difícil sentir su presencia porque nuestra alma está llena de suciedad, opaca. A un alma en ese estado yo la comparo a un ojo con cataratas que si bien sí alcanza a distinguir algún reflejo leve de luz, no logra percibirlo en su totalidad.
Mira, la realidad es una, solo piensa de qué estás formado: eres una unidad perfecta de cuerpo, mente y espíritu creado por amor y para el amor.
El cuerpo se alimenta de comestibles porque es lo que le corresponde. La mente de conocimientos. Es decir, a cada parte de mí la debo nutrir de lo que le va, de lo que le corresponde. Así mismo hay que hacer con el alma.
Para que de verdad sientas la presencia de Dios en ti, debes darle el alimento que le corresponde siendo uno de los más importante una vida de virtudes, sacramentos y oración.
Así es, en la medida en que tú sueltes apegos humanos, vicios, rencores, una vida de excesos en general, abrirás más espacio en tu alma para que Él habite en ella y, por lo tanto, le sientas vivo dentro de ti.
No me cansaré de repetir que la vida sobrenatural de Dios nunca habitará en el alma de quien no le recibe y tú y yo elegimos no recibirle cuando le desobedecemos. Ojo, eso no quiere decir que nos vaya a dejar de amar o de proteger. Él es un caballero que no entrará en la casa que no sea invitado. Sin embargo, nos ama tanto que se queda en la puerta esperando a ser recibido por nosotros.
Las personas siempre tendremos esa necesidad de estar en armonía y en paz con Dios, con nosotros mismos y con el mundo entero. Nos amó tanto que vino a este mundo para dejarnos más que claro cómo podemos encontrarle y la vía segura y correcta para llegar a Él.
Es más, Él dijo de sí mismo: “…Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie puede llegar hasta el Padre si no es por mí…”. (Jn 14, 6) ¿Qué quiere decir con esto?
Que podrás buscarle en otros lugares y por otros medios; podrás estudiar y ser el más “picudo” en miles de filosofías de vida y autorrealización; podrás recitar todos los mejores mantras que existan y practicar a diario otras tantas espiritualidades modernas y hasta caer en el engaño de que le encuentras en alguna de ellas. Ninguno de esto es el verdadero camino para llegar a Él… Y conste que no lo digo yo…
Hay otro pasaje de la vida de Jesús que me encanta y es cuando se les pierde a sus padres y le encuentran en el templo. El templo, nuestro lugar por excelencia de oración, es donde podemos encontrar a Dios. Luego pues, ¿qué significa cuando se dice que nuestro cuerpo es templo vivo del Espíritu Santo?
Pues la respuesta está en la misma pregunta. Nosotros mismos -viviendo en un estado de Gracia y en obediencia- somos templos de Dios lo que quiere decir que Él habita dentro de cada uno de sus hijos fieles y sumisos. Y por lo tanto, somos instrumentos -sus pies y manos- para que otros puedan llegar a Él.
Es muy importante no caer en el engaño de que a Dios siempre hay que “sentirlo” y que, si no lo sentimos, entonces no está. ¡Es mentira! No nos dejemos llevar solo por nuestra parte sensible y nuestro sentimentalismo. A Dios muchas veces no se le siente.
Se sabe de muchos santos – san Juan de la Cruz, san Francisco de Asís, santa Teresa de Calcuta, san Alfonso María de Ligorio, etc. que pasaron tiempo viviendo en aridez espiritual, por noches oscuras en el alma y no por eso negaron la presencia de Dios, al contrario, incrementaron su vida de oración porque reconocieron el desierto por el que transitaban.
Sufrieron hasta de tentaciones del enemigo, pero su fe y certeza en Dios imperó. Imagínate, si ellos pasaron por eso, que no nos extrañe que tú y yo también lo lleguemos a experimentar en algún momento.
Cuántas veces hemos ido a Misa sin “sentir” ir, simplemente por obediencia y amor a Dios. Cuántas veces hemos rezado sintiendo una profunda sequedad por dentro. Justo esto es el milagro: hacerlo por amor -como un acto de la voluntad- y no por un mero sentimiento.
Aún más, muchas veces la presencia de Dios no es que no se sienta, sino que no se siente tan bonita. Por ejemplo, cuando pasamos por una pena moral como la muerte de un ser querido. La presencia de Dios está, pero manifestada con dolor. Lo más importante es nunca dudar de la presencia de Dios, ya sea por no sentirlo o por sentirlo como no nos gusta.
Recuerda que los seres humanos somos los “únicos” hechos a imagen y semejanza de Dios por lo que cuando te vendan esas ideas de que Dios “es” en las rocas, en los astros y todas esas cosas que están tan de moda no lo permitas. No podemos prostituir de esa manera ni su Nombre ni su Persona.
Es verdad, las flores, los pájaros, los árboles, todo eso lo creó Dios para nuestra disposición y servicio, para cuidarles y también para que en el momento que admiremos esa belleza podamos ver su rostro y elevar nuestra gratitud y pensamiento a Él. Sin embargo, es muy distinto a decir que “eso” es Dios.
En fin… Aquí lo importante es que le desates las manos a Dios y te dejes encontrar por Él. Toma cada momento y circunstancia de tu vida como oportunidad para ese encuentro de amor. ¡Ah! y si no sabes cómo dejarte encontrar, aunque sea dile, “¡Dios, aquí estoy!”.

miércoles, 19 de julio de 2017

QUIEN LLEGO PRIMERO.............................

¿Quién llegó primero: la Iglesia o la Biblia?



Quisiera empezar diciendo que Cristo no bajó del cielo con la Biblia en Sus manos, y mucho menos pasó Sus 33 años en la tierra escribiendo un best seller. Más aún, ni siquiera les dijo a Sus seguidores que escribieran algo. En vez de esto, escogió reunir a mucha gente a su alrededor, para enseñarles sobre el Reino de Dios, y formarlos en una comunidad fundada en Pedro y los Apóstoles. Formó una comunidad que ahora conocemos como la Iglesia.
Esta Iglesia empezó cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles, y empezaron a anunciar la Buena Nueva, invitando a la gente al seguimiento de Cristo y a bautizarse. No fue sino muchos años después (382 años para ser preciso) que los escritos del Nuevo Testamento (y eventualmente la Biblia como un todo) fueron producidos por la Iglesia. Todo esto nos lleva a responder la pregunta antes de la explicación profunda: fue la Iglesia, y no la Biblia, la que existió primero.
LO EXPLICO…
Es posible que para la mayoría de nosotros, que hemos crecido en un ambiente de tradición cristiana, sea imposible imaginarnos un tiempo sin la Biblia. Podemos ir a cualquier tienda (bueno, no a cualquiera, pero ustedes me entienden) y comprar una variedad de traducciones de la Biblia en cualquier momento (o bueno en los horarios que atienda la tienda, pero ustedes me entienden). Podemos incluso encontrar la Biblia en internet a la distancia de un par de clicks.
Sin embargo, si nos detenemos a pensar por un momento en el contexto del que estamos hablando y la pregunta que está como título de este artículo, pues definitivamente no es el caso. Sabemos que Cristo no anduvo por las calles de Jerusalén repartiendo Biblias a diestra y siniestra. Tuvo sí, el Antiguo Testamento (que por cierto, para el tiempo de Jesús, no se llamaba “Antiguo” Testamento, sino simplemente “las Escrituras”), pero incluso las primeras partes del Nuevo Testamento no fueron escritas sino 30 años después de la muerte y resurrección de Jesucristo. Además, debemos recordar que el Nuevo Testamento no fue escrito por una sola persona y de una sola vez. El Nuevo Testamento es una colección de diferentes escritos, de diferentes personas y en diferentes tiempos y lugares. Estos escritos fueron recopilados mucho tiempo después. Es probable que esto sea raro para una época – como la nuestra – en la que estamos acostumbrados a que todo quede documentado, sin embargo los evangelistas no escribían las palabras y hechos de Jesús en el mismo y exacto momento en que estaban sucediendo.
¿POR QUÉ TODO ESTO ES IMPORTANTE?
Porque muchas personas – como Martín Lutero– han querido ver en la Biblia la única regla y base de las enseñanzas cristianas, la línea de fondo cuando se trata de verificar si algo es verdadero o falso. Pero esto sólo podría funcionar si es que la Biblia hubiese existido antes que la Iglesia. Sin embargo, el criterio se cae en pedazos si es que la Iglesia existió antes que la Biblia.
¿Y entonces? Primero que nada, sabemos que Jesús vino a fundar una Iglesia. Le dijo a Pedro, “Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mateo 16, 18). Cristo deja clarísimo que está construyendo una Iglesia, y que esta Iglesia será construida en Pedro y los demás apóstoles. Después de todo, ellos fueron los únicos que recibieron la tarea de anunciar la Buena Nueva y hacer discípulos de todas las naciones (Mt. 28, 19).
Bueno, Jesús vino a fundar esta Iglesia y les dio el mandato a los apóstoles, pero ¿cuándo inicia propiamente esta Iglesia?… los Hechos de los Apóstoles (Hch. 2, 1-4) nos relatan claramente el momento de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo desciende en forma de lenguas de fuego, sobre cada uno de los presentes, seguido de lo cual, tenemos a Pedro saliendo como guerrero de la fe, a predicar a Jesucristo muerto y resucitado por nuestros pecados. Es la primera vez que el mandato de Cristo (hacer discípulos de todas las naciones) se cumple, dejando como resultado la conversión y bautismo de 3000 personas que aceptaron el mensaje de Pedro. A través del Espíritu Santo, la Iglesia nace, y por la predicación de los apóstoles, la comunidad de los creyentes empieza a crecer.
Esto nos deja una cosa muy clara: la Iglesia estaba viva y creciendo antes de la Biblia. Los apóstoles estaban proclamando el Evangelio mucho antes de que los evangelios fueran escritos. La comunidad cristiana estaba creciendo y rezando antes de que cualquiera de las cartas del Nuevo Testamento fueran escritas por san Pablo. De hecho, todos los libros (individualmente) del Nuevo Testamento fueron escritos y repartidos, desde dentro de la Iglesia. Y fue la Iglesia (específicamente los obispos católicos) quienes tuvieron que decidir, después de cientos de años, qué libros deberían o no, formar parte del Nuevo Testamento.
CONCLUSIÓN
“No creería en el Evangelio, si no fuera por la autoridad de la Iglesia Católica que me lo ordena” San Agustìn.
Sabemos que a más de uno nos han acechado con la clásica pregunta de “¿dónde dice en la Biblia…?”, sin embargo, luego de comprender este punto, se hace evidente que la regla de fe, es decir, el marco referencial en el cual se basaba la Iglesia Primitiva para juzgar si algo era consecuente con el mensaje de Jesús, no era la Biblia (pues aún no estaba escrita), sino la enseñanza de los apóstoles. Esta enseñanza se encuentra únicamente en la Iglesia, específicamente en las enseñanzas de los papas y obispos fijados por Pedro y los apóstoles para que continúen la misión que Cristo les había encomendado. Esta es la razón por la cual san Pablo le dice a Timoteo que la Iglesia es el pilar y fundamento de la verdad (1 Tim. 3, 15)Es la Iglesia – aquellos que siguen a Cristo bajo el liderazgo de aquellos enviados a proclamar y resguardar el Evangelio (el papa y los obispos) – la que garantiza la verdad de la Biblia.

3 RAZONES POR LOS QUE ALGUNOS CREEN EN EL TAROT Y LA OUIJA...........

3 razones por las que algunos creen en el Tarot y la Ouija



Aplicando “la razón y la ciencia” y recordando la enseñanza de la Iglesia Católica, el físico mexicano Adolfo Orozco Torres, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, advirtió sobre los peligros de los juegos “de adivinación”, como la lectura de cartas y la ouija, y explicó las 3 causas que llevan a algunos a creer en estas prácticas.
Entrevistado por el semanario católico Desde la Fe, de la Arquidiócesis Primada de México, Orozco Torres, también Presidente del Centro Mexicano de Sindonología, lamentó que “muchas personas de buena voluntad, que se acercan a estas prácticas condenadas por la Iglesia, ya que van en contra del primer mandamiento, pensarán que estoy exagerando, pero solo estoy repitiendo con mis palabras las enseñanzas de la Iglesia, y aplicando la razón y la ciencia”.

1. “Una credulidad infantil”
El científico mexicano señaló que la primera razón por la que las personas creen en estas prácticas “es una credulidad infantil en la existencia de hadas, duendes y seres míticos”.
Esta, dijo, es “una idea proveniente de los más lejanos y oscuros inicios de la humanidad y de la razón, que sobrevive en un sustrato de la mente cuando ésta no está ilustrada o no ha aprendido a razonar correctamente”.
2. “Estafadores profesionales”
La segunda razón por la que persisten estas prácticas, señaló, “es la abundancia de estafadores profesionales que viven de esquilmar a las personas diciéndoles las cosas que quieren oír, o bien las que están predispuestas a aceptar”.
“Así, si a una mujer celosa le dicen ‘Sí, tu marido, sí te engaña’, es una ‘adivinación’ que le acomoda bien, aún sus efectos devastadores, que incluso pueden desembocar en dramas terribles”, advirtió.
3. “Los engaños del ‘padre de la mentira’”
“Aquí es donde nos encontramos con cosas como el llamado New Age, así como las múltiples y variopintas formas de ‘sanación’ o ‘purificación’, como el hecho de ir el 21 de marzo a llenarse de energía a las pirámides u otros ‘centros energéticos’”, dijo
Orozco Torres señaló que otras de estas prácticas sancionadas por la Iglesia son “el ‘juego’ de la Ouija, o el de los lápices cruzados, pasando por todas las formas de adivinación, las curaciones hechas por brujos, las operaciones quirúrgicas hechas mediante la imposición de manos, la predicción a partir de las constelaciones familiares, y otras más que no son más que engaños del ‘padre de la mentira’, como llamó Jesús al demonio, quien tiene en todo esto un propósito específico”.
El Presidente del Centro Mexicano de Sindonología recordó que existen dos tipo de manifestaciones, las naturales y las sobrenaturales.
“Las primeras se refieren a cualquier fenómeno o acontecimiento producto de la interacción de las diferentes fuerzas u objetos naturales; mientras que las sobrenaturales son fenómenos en que se producen efectos que sobrepasan las potencialidades propias de la naturaleza, como la Resurrección de Cristo, o como el hecho de que una persona se pueda pasar diez años alimentándose exclusivamente de la Eucaristía”.
Una tercer tipo es el “preternatural”, que el famoso teólogo José Antonio Fortea define en su libro Summa Daemoniaca como “la actuación que va más allá del obrar de la naturaleza del universo material. Lo que es fruto de la actuación de una naturaleza angélica o demoníaca es preternatural. La palabra proviene de praeter naturam, más allá de la naturaleza”.
Orozco Torres destacó que los demonios llenan la práctica “New Age” y adivinatoria con su mensaje de que “tú puedes hacerlo, tú eres tu propio dios, tú tienes potencialidades escondidas o dormidas, que puedes despertar y tomar la rienda de tu destino”.
“¡Mucho cuidado! –dijo–. Solo hay un pastor y un camino, el que nos señala y nos da la vida verdadera: Cristo”.

SANTOS QUE NO FUERON SANTOS........................

¿Santos que no fueron santos? Cuidado con las devociones falsas

por  - 
Wikipedia / Dominio público.
La Iglesia católica ha reconocido una gran cantidad de santos en todo el mundo. Éstos han sobresalido no tanto por hacer cosas extraordinarias, sino más bien, por hacer de lo ordinario algo extraordinario. Los santos han demostrado que la vida puede dar fruto a pesar de las heridas y lesiones, de los fracasos y desgarramientos sin que nos destruyan. No sólo por méritos propios, más bien porque se han acogido a la gracia de Dios. A estas personas la Iglesia les ha dado el título de santos.
En la historia del cristianismo, las personas se han dirigido a los santos siempre que se encuentran en apuros. Han levantado iglesias en su honor, y han peregrinado hasta ellas para implorar ayuda en sus tribulaciones. Los santos no son obradores de milagros, sino sólo intercesores ante Dios, de aquellas personas que piden ayuda en medio de su necesidad. En cierta manera, los santos ayudan a los demás para que obtengan algún favor de parte de Dios. Y esta no es una idea de nuestros tiempos, ya la Sagrada Escritura lo menciona, por ejemplo, la gran cantidad de milagros que realizaban los Apóstoles. Los santos son, en cierto modo, un prisma a través del cual contemplamos la acción salvadora y liberadora de Dios, un signo de esperanza que  nos anima a alcanzar la meta del encuentro con Dios.
Pero no debemos dejarnos confundir con el gran número de figuras populares que pronto ganan fama de «santidad». Muchas de estas figuras son engrandecidas por comentarios de diferentes tipos de personas –hasta de no creyentes– y con versiones diferentes, casi siempre exageradas.
Mencionaré  a continuación una pequeña lista de aquellas personas a las que algunos creen santos, pero que la Iglesia no ha reconocido como tales.

La «santísima muerte».

Esta pseudodevoción gana cada día más fama: un esqueleto ataviado con vestido, guadaña, balanza, brazos y falanges de metal o con figuras de oro y plata. Se exhibe en tiendas espiritistas o mercados donde venden todo tipo de amuletos y elementos para la adivinación o curanderismo. Sus promotores la presentan como una «entidad espiritual» que ha existido siempre, lo cual es mentira. Esta falsa devoción la permite, favorece y promueve una agrupación no-católica que se autonombra: Iglesia católica Tradicional Méx.-USA, Misioneros del Sagrado Corazón y san Felipe de Jesús». Los ministros de esa secta no son sacerdotes católicos, y su líder, además de polémico, es promotor del aborto y los anticonceptivos. No practica el celibato. La santa muerte comenzó a ser adorada, más que venerada, por criminales, contrabandistas, pandilleros, ladrones y prostitutas. Ahora su fama se ha extendido a diferentes clases sociales y a otros países.

La santa Cabora.

Es otra falsa devoción. Teresa Urrea nació el 15 de octubre de 1873  en un rancho cerca de Ocoroni, Sinaloa. Teresita, como la llamaban, comenzó a tener en su adolescencia ataques epilépticos. Decía tener visiones y  se ufanaba de predecir el futuro y realizar curaciones. Pronto ganó fama de santa en la región. En mayo del 1890 el pueblo se levantó contra el gobierno del Estado y proclamaron el nombre de Teresa como viva intercesora de las demandas presentadas. El gobierno la deportó del país. Murió de tuberculosis a la edad de 32 años. Después de su muerte empezó su culto.

El santo niño Fidencio.

José Fidencio Síntora Constantino nació en 1898, cerca de la villa de Yuriria Gto. Fue a la edad de 23 años, en el año de 1921, cuando en compañía de su hermano se trasladó a Espinazo, Nuevo León. Desde muy joven demostró habilidad para curar animales por medio de hierbas y ungüentos. Fue hasta el 15 de agosto de 1927 cuando a Fidencio se le indicó en una supuesta revelación que debía ayudar a sus hermanos. Pronto su fama se propagaría por todo México. Sus seguidores comenzaron a llamarle «Niño Fidencio» como referencia directa al Niño Jesús, que es Dios. Sus seguidores creen que antes de morir dejó dicho a sus discípulos que de ultratumba se comunicaría con ellos a través de médiums (espiritistas). Y los que se dicen beneficiarios de esta comunicación con el muerto Fidencio se hacen llamar «cajitas».

San Juan Soldado.

Juan Castillo Morales era un soldado de Tijuana, Baja California que fue sentenciado a muerte, acusado de homicidio. Nunca reclamó ningún tipo de derecho. La señora a la que le habían matado a su niña mencionó que Juan Castillo no era el culpable, y constantemente le llevó flores al lugar donde lo fusilaron.  Con el tiempo la gente comenzó a pedirle milagros y su fama fue creciendo. Su historia se remonta a los años 40’s.

Jesús Malverde, el «santo de los narcotraficantes».

La leyenda dice que nació el 24 de diciembre de 1870, en Sinaloa. Su nombre fue Jesús Juárez Mazo. Debe su sobrenombre a su mala reputación y a la costumbre de camuflarse con hojas de plátano para robar ganado. De esta conjugación nació el nombre de Mal-verde. Su figura se da en la época del porfiriato. Muere el 3 de mayo de 1909. Su figura se acerca más a la de un Robin Hood moderno. Se dice que un 85 por ciento de los narcotraficantes pide su intercesión.
Por toda América Latina se dan diferentes manifestaciones de personas o figuras no santas. En Argentina y Chile se conocen a la «difunta Correa», el «Guachito Gil», «Rodrigo el cantante»; incluso al futbolista Maradona lo catalogan ya de santo. En Venezuela se menciona a María Lienza, y en Guatemala, a Maximón o Mashimon, como lo nombran algunos. Esto lleva a aclarar que la Iglesia católica no proclama irresponsablemente a los santos, sino sólo a aquellos que, después de un largo proceso de estudio y oración, considera dignos por su vida de entrega a Dios. La Iglesia no juzga el destino de la multitud restante de difuntos, pues su misión es servir como madre para comunicar la gracia y la vida de Cristo antes de que sus hijos mueran, y rezar por ellos después.
Los falsos santos se deben distinguir de los verdaderos, pues no hay razón para venerarlos, y los verdaderos no deben ser mezclados con supersticiones. Sólo es válido admirar a un santo si éste nos inspira a vivir heroicamente el evangelio de Jesucristo. Los santos son los que han luchado el buen combate de la fe y han merecido la corona prometida. Y al venerarlos, hemos de ver en ellos la prueba de que nosotros también podemos llegar a ser santos.
Por último recuerda que los santos no interceden para que hagas daño a los demás. Busca conocer tu fe y no te dejes engañar por cualquier cosa que te presenten como milagrosa.

jueves, 6 de julio de 2017

SE PODRA SOBREVIVIR

Las grandes transformaciones morales del mundo actual tienen como centro el cambio en la moral sexual.

Que ha desatado indirectamente el aborto, el feminismo, la promoción de la homosexualidad y la desintegración de la familia.


Desde fuera de la Iglesia se suele decir que los cristianos están más obsesionados con el sexo que lo que lo estuvo Jesús.
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E incluso dentro de la Iglesia los sectores progresistas acusan de lo mismo a los sectores conservadores.

Esta acusación es un recurso inteligente para desacreditar al cristianismo.
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Porque, además de socavar la moral sexual tradicional también sugiere que aquellos que están preocupados con el tema están actuando por alguna segunda intención secreta.
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¿Voyeurismo? ¿Proyección? ¿Represión?
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Cualquiera que sea la causa precisa, definitivamente suena poco saludable.
Por ejemplo Tom Ehrich, católico progresista, en un artículo da por hecho que los cristianos están obsesionados con el sexo.
Y especula que este es el resultado de  una especie de adolescencia perpetua
Además de englobar a los cristianos que se resisten a la revolución sexual actual como conservadores políticamente. ¡Un disparate!
La esencia de su argumento es que:
Nos obsesionamos con el sexo, tema que el mismo Jesús ignoró. 
Nuestra presencia pública se ha reducido a las luchas en torno al aborto y la homosexualidad. 
La agenda política “cristiana” se ha convertido en nada más que en la elección de los candidatos que se ocuparán correctamente del aborto y la homosexualidad.
¿Pero es así?  No.
Puedes leer para profundizar estos otros artículos:


JESUCRISTO TUVO ALGO QUE DECIR SOBRE EL TEMA

Se podría sugerir unas cuantas cosas en las que Jesucristo no tuvo nada que decir al respecto.
Pero el sexo no podría estar en la lista.
Él reafirmó la enseñanza moral central de la fidelidad en decirle a la mujer sorprendida en adulterio a “deja tu vida de pecado” (Juan 8:11).
Pero luego fue mucho más lejos y afirmó que

“cualquiera que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”. (Mateo 5:28).

Hay también algún lenguaje más severo sobre arrancarse los ojos y cortar las manos seguido con la discusión sobre el divorcio y la fornicación.
Esto es en cuanto al supuesto silencio de el Salvador sobre el tema del sexo.


NI EL ABORTO NI EL MATRIMONIO GAY ESTÁ RELACIONADOS CON EL SEXO

Es desconcertante la afirmación de que el aborto es una cuestión sexual para los cristianos pro-vida.
Hay un montón de maneras en que el movimiento pro-vida considera el aborto.
La gente de Feministas por la Vida lo ven como un asunto de mujeres. 
La gente Secular Pro-Vida lo ven como un problema secular de derechos civiles.

El denominador común de todos los grupos pro-vida, incluyendo los religiosos, sin embargo, es el tema de la vida. No del sexo.

Tampoco el sexo es relevante para la política cristiana en el tema de la homosexualidad.
El tema más destacado del día, el ‘matrimonio’ gay, no tiene literalmente nada que ver con quien puede tiene sexo con quién.
Es sobre la definición de institución social más importante de la sociedad: la familia.


EL CENTRO DE LA PREOCUPACIÓN SON LOS MÁS VULNERABLES

Lo que motiva a los cristianos a oponerse al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo no es una obsesión con el sexo.
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Sino una obsesión con lo que fue siempre el centro de la preocupación de Cristo: servir a las personas vulnerables y los más débiles, en este caso, el no nacido y el recién nacido.

Los defensores de la legalización del aborto quieren despejar el camino para tener sexo sin la amenaza de incurrir en responsabilidad de concebir un niño.
La mayoría de los defensores del matrimonio entre personas del mismo sexo ven la institución del matrimonio como fundamentalmente para el beneficio y satisfacción de los adultos (por lo tanto, la retórica sobre la igualdad) en lugar de considerar las obligaciones de los padres con su descendencia.
En ambos casos, los cristianos destacan que los niños necesitan protección en el útero.
Y necesitan la riqueza y los recursos de un padre y una madre en el hogar. 
No se trata de sexo. Se trata de cuidar a aquellos que son dependientes e indefensos.

LOS CRISTIANOS, FIELES A LA DOCTRINA, SIEMPRE HAN MANTENIDO LA MISMA POSICIÓN, PERO AHORA LA SOCIEDAD CAMBIÓ LA SUYA

Los cristianos no han virado en estos temas en los últimos tiempos.
Sino que estos temas se volvieron centros de discusión, porque la sociedad laicista está tratando de modificar una posición tradicional que los cristianos tuvieron desde siempre.
El aborto es un tema muy divisivo porque los poderes occidentales han decidido impulsarlo en todo el mundo desde la década de los ’70 y está matando millones de vidas al año.

El matrimonio gay se convirtió en un tema importante, no porque los cristianos decidieron al azar que sería un tema divertido centrarse en él.
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Sino debido a que la comunidad gay ha cambiado sus puntos de vista sobre el tema en la década de 1990.
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Y adoptó una estrategia supremacista.

Los puntos de vista cristianos sobre las obligaciones de los padres hacia los hijos no cambiaron de repente y se volvieron extremas.
Ellas simplemente se convirtieron en un inconveniente para la nueva moral sexual.
Desde entonces, el único problema real ha sido que los cristianos fieles a la doctrina de los apóstoles se niegan a seguir las tendencias de estos tiempos.
Incluso cuando se burlan de ellos por estar obsesionados con el sexo.
Sin embargo la Revolución Sexual continúa y se robustece.


¿PODRÁ EL CRISTIANISMO SOBREVIVIR A ESTA SEGUNDA REVOLUCIÓN SEXUAL?

El adulterio, el divorcio, la fornicación y la promoción de la homosexualidad están generando millones de niños que no viven con su padre.
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Condenados a mayor pobreza, mayor incidencia de problemas psicológicos, de salud, financieros y de drogadicción.
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Y a la vez que generan esos problemas a las personas, afectan a toda la sociedad, en un círculo vicioso que se amplía cada vez más.

Hay suficiente investigación que correlaciona ambos elementos.
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Sin embargo quien lo mencione públicamente resulta estigmatizado y discriminado.
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Y los está siendo crecientemente aún dentro de nuestras propias comunidades cristianas.

Cuando nos preguntamos si el cristianismo podrá sobrevivir a esta segunda revolución sexual (la primera ola fue en la década de los 60 del siglo XX) no estamos hablando sobre si el cristianismo nominal podrá hacerlo.
Sino si podrá sobrevivir el cristianismo basado en los mandamientos de Jesús, trasmitidos a través de los apóstoles.
Porque la otra forma de sobrevivencia es la que está creciendo ahora.
Un ‘buenismo’ que no se preocupa por lo que la gente hace a nivel privado, ni por las consecuencias sociales de la expansión del círculo del pecado que su conducta genera.
Lo cual incide en el aumento de los problemas sociales y en que más personas se vean excluidas de la salvación.
Un ‘buenismo’ que para ser compatiblemente cristiano tiene que declarar que Dios salva a todos, excepto a una docena en la historia que hicieron grandes genocidios como Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, Kemal Ataturk.
Y siempre y cuando a último momento digan que se arrepienten y aceptan a Jesús.
Pero que a su vez no predica cuales son las condiciones de tal arrepentimiento.


EL CRISTIANISMO SE REPLIEGA

¿Cuándo fue la última vez que escuchaste una homilía que condene los males de la fornicación o adulterio, o la cohabitación, o el divorcio, o tener hijos fuera del matrimonio, o tan sólo que llame a dejar la homosexualidad? 

El control de estos pecados ha dejado de ser un valor central cristiano. 





En un tiempo se podía esperar que un predicador prestara atención prolongada a estos pecados.
Y se podía esperar que los condenara inequívocamente.
Sin embargo, hoy en día, tanto los pastores como los sacerdotes parecen cada vez más decididos a evitar hablar de ellos, así como de las consecuencias sociales y económicas de estas prácticas, que son cada vez más evidentes y graves.
Por supuesto, el cura viejo y desaliñado despotricando sobre el libertinaje sexual se convirtió en materia de caricatura.
Y como ningún cura quiere ser visto como pasado de moda, porque la mayoría quiere ser moderno y atractivo para la juventud, nunca se oyen prédicas sobre los pecados del sexo ilícito.
De hecho, las iglesias y los sacerdotes que se consideran altamente ortodoxos o bíblicos o tradicionalistas o conservadores, se describen a sí mismos y por otros como “fundamentalistas”.
Y aun así evitan el problema de la libertad sexual fuera de control.

La mayoría de las revistas y periódicos cristianos no publican artículos sobre esto y los encuentros del clero no discuten cómo controlarlo.
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Ninguna iglesia ni ningún sacerdote hoy soñarían con amonestar o censurar, por no hablar de excomulgar, a un miembro debido a la mala conducta sexual.

Sin embargo, es cada vez más visible que estos pecados están causando estragos en toda nuestra sociedad.
A nuestro alrededor podemos ver, si estamos dispuestos a abrir nuestros ojos, las consecuencias sociales del sexo sin control.
La decadencia sexual en la música popular en la cultura, en la televisión y los vídeos es sólo la manifestación más obvia.
Cada uno de nosotros podrá hacer una lista de los programas de TV que promocionan todo tipo de estas conductas que técnicamente y de acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, son pecados, incluso mortales.


FUNESTOS RESULTADOS SOCIALES

Más allá del lamento, sus consecuencias son de concretas y serias.
La gran proliferación de hogares monoparentales está teniendo consecuencias devastadorasen nuestra sociedad, la economía y la política.
Las epidemias de la cohabitación y el divorcio fuera de control han dejado a millones de niños sin padre.

La falta del cuidado de la crianza ha extendido la delincuencia, el abuso de sustancias y el ausentismo escolar en nuestras comunidades. 

Estos problemas están ahora llevando a la bancarrota a las generaciones futuras con una “crisis financiera” que será atribuible casi en su totalidad a los efectos multiplicadores en la delincuencia y el gasto social.
Las universidades y secundarias se han convertido en poco más que predios de entrenamiento de la laxitud sexual.
Donde nada de esto se puede cuestionar so pena de perder prestigio, posición y trabajo.
De hecho, ahora domina el adoctrinamiento no sólo en la educación sexual.
Sino que la ideología política sexual a través de disciplinas como “estudios de la mujer” y “estudios queer”, califican a todo conocimiento alternativo como agravios sexuales-políticos.
El lado tiránico de esta cultura orgiástica se está convirtiendo en demasiado evidente para ignorarlo, a pesar de años de negación.
Y el corolario inevitable de esta indulgencia licenciosa es el autoritarismo.
Esto ahora se manifiesta claramente en una agenda política impulsada por los mismos radicales sexuales que promueven esta cultura.

Nadie se atreve públicamente siquiera a analizar los pro y los contra de estas políticas públicamente.
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Porque inmediatamente le caerán encima los medios de comunicación, los periodistas y los políticos, tachándole de intolerancia.
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Y haciéndole pagar un alto precio por no aplaudir la apertura total.



LOS CRISTIANOS, EN GENERAL, NO SABEN QUÉ HACER CON ESTE AUTORITARISMO

Tienen miedo de cuestionar y existe la tentación de jugar a lo seguro apoyando mecánicamente a los proveedores de la nueva indulgencia.
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Porque son tantos los problemas por los que la Iglesia está cada vez más aislada, que posiblemente no quieran abrir otros frentes.
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Cuyos contendores mas furiosos serán muchos de los que se sientan en los bancos de los propios templos.

Porque ya los cristianos que osan alzar alguna vez su voz, se encuentran siendo acusados de “odio” y “fanatismo”.
Y amenazados con castigo por los políticos y los medios por criticar la agenda homosexual, por ejemplo.
Es verdaderamente diabólico cómo este descuido se vuelve sobre nosotros y nos corrompe también.
Porque como no somos capaces de controlar el pecado, el pecado nos controla. 
Al negarnos a enfrentar el pecado en términos de Dios, y en lugar de volver a etiquetar a estas cosas por su nombre bíblico, permitimos que el pecado nos aliste como sus agentes.
Entonces llegamos a que los radicales han hecho redefinir el pecado. 
En lugar de la definición bíblica, que se establece en un lenguaje bíblico claro, ahora lo hemos redefinido ideológicamente, con una jerga politizada.
La indulgencia sexual ya no es un pecado contra Dios.
Los pastores y sacerdotes hoy en día son mucho más propensos a tratar los pecados sexuales en la forma que se ha redefinido y politizado por la ideología secular radical.

Los pastores y sacerdotes deben saber precisamente lo que constituye la fornicación y el adulterio, porque la Biblia lo dice.
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Pero es más seguro predicar acerca del “acoso sexual” y sobre la “violencia contra la mujer”, aunque sean hechos muchísimo menos frecuentes que la fornicación y el adulterio.
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Porque hoy las feministas tienen mucho más poder en la sociedad y no hay nadie que defienda a pobres párrocos aislados.

Por lo tanto la misma fe cristiana se transforma poco a poco desde la teología y la moralidad a la ideología política.
La crisis actual de la iglesia no es de una doctrina imprecisa o falsa, sino que la iglesia falla ahora en el coraje de aplicar su doctrina en la cara de una inmoralidad sexual desafiante y politizada.
Apoyada por los medios de comunicación y el sistema político todo.
¿Por qué los pastores ahora evaden los pecados básicos que afectan a todas las congregaciones y los pecados más críticos que amenazan con abrumar a nuestra sociedad?
¿Por qué tienen que permanecer mudos a la simple sugerencia de que deberían hacerlo o balbucear excusas poco convincentes y palabras equívocas evasivas?
La respuesta es que están asustados porque no tienen respaldo.
Ningún pastor o sacerdote quiere tocar el tema del pecado sexual, porque va a enojar a las mujeres liberales que controlan la mayoría de las congregaciones.
Esto no significa una condena, sino simplemente un reconocimiento de la realidad.
Esta misma dinámica que sucede a los sacerdotes se produce entre los periodistas y los profesores universitarios.
poliamor

LOS MALES DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

La libertad sexual es el corolario inevitable de la ideología de género.
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Porque los radicales entienden que la libertad sexual transfiere poder a los que pueden utilizar una identidad sexual como apalancamiento: las mujeres politizadas y los homosexuales. 

Mi generación dejó pasar todas esta confusión sexual sin sentido, el feminismo radical, y la ruptura de la familia y que siguieran adelante, sin darse cuenta que hemos herido gravemente a las generaciones actuales”, dice el cardenal Leo Burke.
La Iglesia no ha reaccionado de manera efectiva a estas fuerzas culturales destructivas y en su lugar se ha vuelto demasiado influenciada por el feminismo radical”.
la primera víctima de la feminización es el coraje, la valentía que se exige ante todo a los hombres, incluyendo el clero.
Esta es la razón por la que la fe cristiana y la ideología sexual radical están hoy en curso de colisión directa.
Y por qué los radicales creen que la fe cristiana ha de perder.
Rod Dreher, en The American Conservative, cuestiona abiertamente si la misma cristiandad occidental puede sobrevivir a la revolución de la sexualidad, al igual que el ex arzobispo de Canterbury en el Daily Telegraph.
La pregunta exige una respuesta de una manera u otra.
Tenemos que preguntarnos qué es lo que queda todavía cristiano.

Si hemos perdido nuestra voluntad para hacer cumplir la moralidad sexual en nuestras congregaciones, si los pastores no defienden los mismos matrimonios que ellos mismos han consagrado, o no hacen cumplir la disciplina en las parejas de hecho, entonces:
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¿En qué sentido la fe cristiana todavía tiene algún significado práctico en nuestra vida común? 

Nos quejamos de que el cristianismo está siendo “desterrado de la plaza pública”.
Pero difícilmente podemos sorprendernos cuando no hemos tenido el estómago para defender a nuestros propios feligreses, congregaciones y comunidades en contra de las violaciones de la ley de Dios.
Pero el resto de nosotros no somos más valiente que el clero. 





Pocos de nosotros expresan desaprobación moral cuando nos encontramos con amigos que están en cohabitación o cometen adulterio o se divorcian de sus cónyuges e hijos. 
La religión es esencial para la regulación sexual en casi todas las sociedades”, escribe el estudioso homosexualista Dennis Altman.
“De hecho, es muy posible que la función social primordial de la religión sea el control de la sexualidad“.
Abdicar de su responsabilidad de regularlo en el nombre de Dios nos deja vulnerables no sólo a la anomia social.
Sino también frente a los que van a intervenir y regularlo para sus propios fines, imponiendo sanciones y la racionalización de sus medidas invocando diversas alternativas, teologías generalmente politizadas.
“Irónicamente, los países que rechazaban la religión en nombre del comunismo tendían a adoptar su propia versión del puritanismo sexual, que a menudo se emparentaba a las religiones que asaltaban”.
Quizás sea hora de que tengamos el coraje de admitir que el cura viejo desaliñado que predicaba en contra del sexo ilícito era un hombre sabio y sensible, y más fiel que nosotros que nos burlamos de él.
Tal vez deberíamos empezar a fomentar el autocontrol que exigía y el coraje que desplegaba.
Tal vez también es el momento de recuperar algo de respeto por la sabiduría de los ancianos y abandonar el mundo de Pinocho donde los jóvenes (junto con sus impulsos) son adorados como un logro en sí mismo.
Mientras que los ancianos, a los que la Biblia establece como figuras de autoridad, se espera que mantengan sus voces mudas.

Tal vez también es el momento de desprenderse de las palabras políticamente obligatorias: “Nadie es quien para juzgar”.
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Y aceptar que la libertad sexual abierta nos pone en una trayectoria que sólo extiende el caos, la ruina de más vidas, destruye nuestra libertad, y debilita nuestra civilización.