miércoles, 25 de enero de 2017

COMO REZAR PARA QUE DIOS TE ESCUCHE

Cómo rezar para que Dios te escuche en la oración

La oración no es una varita mágica, dice el Papa Francisco
Orar siempre sin desanimarse
La parábola evangélica que apenas hemos escuchado (Cfr. Lc 18,1-8)contiene una enseñanza importante: "es necesario orar siempre sin desanimarse". Por lo tanto, no se trata de orar algunas veces, cuando tengo ganas. No, Jesús dice que se necesita "orar siempre sin desanimarse". Y pone el ejemplo de la viuda y el juez.
El juez es un personaje poderoso, llamado a emitir sentencias basándose en la Ley de Moisés. Por esto la tradición bíblica exhortaba que los jueces sean personas timoratas de Dios, dignas de fe, imparciales e incorruptibles.

Perversos vs. débiles

Nos hará bien escuchar esto también hoy, ¡eh! Al contrario, este juez no temía a Dios ni le importaban los hombres. Era un juez perverso, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta a la Ley pero hacia lo que quería, según sus intereses. A él se dirige una viuda para obtener justicia. Las viudas, junto a los huérfanos y a los extranjeros, eran las categorías más débiles de la sociedad. Sus derechos tutelados por la Ley podían ser pisoteados con facilidad porque, siendo personas solas e indefensas, difícilmente podían hacerse valer: una pobre viuda, ahí, sola, nadie la defiende, podían ignorarla, incluso no hacerle justicia; así también el huérfano, así el extranjero, el migrante. ¡Lo mismo!
En aquel tiempo era muy fuerte esto. Ante la indiferencia del juez, la viuda recurre a su única arma: continuar insistentemente en fastidiarlo presentándole su pedido de justicia. Y justamente con esta perseverancia alcanza su objetivo. El juez, de hecho, en cierto momento la compensa, no porque es movido por la misericordia, ni porque la conciencia se lo impone; simplemente admite: "Pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme"

El Padre siempre hace justicia a los suyos

De esta parábola Jesús saca una doble conclusión: si la viuda ha logrado convencer al juez deshonesto con sus pedidos insistentes, cuanto más Dios, que es Padre bueno y justo, hará justicia a sus elegidos, que claman a Él día y noche; y además no «es hará esperar por mucho tiempo, sino actuará rápidamente
Por esto, Jesús exhorta a orar sin desfallecer. Todos sentimos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez injusto, que Dios escucha rápidamente a sus hijos, aunque si esto no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros quisiéramos.

La oración no es una varita mágica

¡La oración no es una varita mágica! ¡No es una varita mágica! Ésta nos ayuda a conservar la fe en Dios y a confiar en Él incluso cuando no comprendemos su voluntad. En esto, Jesús mismo – ¡que oraba tanto! – nos da el ejemplo.
La Carta a los Hebreos recuerda que:
"Él dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión" (5,7).
A primera vista esta afirmación parece inverosímil, porque Jesús ha muerto en la cruz. No obstante la Carta a los Hebreos no se equivoca: Dios de verdad ha salvado a Jesús de la muerte dándole sobre ella la completa victoria, pero ¡el camino recorrido para obtenerla ha pasado a través de la misma muerte!

La oración transforma el deseo

La referencia a la súplica que Dios ha escuchado se refiere a la oración de Jesús en el Getsemaní. Invadido por la angustia oprimente, Jesús pide al Padre que lo libere del cáliz amargo de la pasión, pero su oración esta empapada de la confianza en el Padre y se encomienda sin reservas a su voluntad: «Pero – dice Jesús – no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Mt 26,39).
El objeto de la oración pasa a un segundo plano; lo que importa antes de nada es la relación con el Padre. Es esto lo que hace la oración: transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios, cualquiera que esa sea, porque quien ora aspira ante todo a la unión con Dios, que es Amor misericordioso.

Nunca desistir en la oración

La parábola termina con una pregunta: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?". Y con esta pregunta estamos todos advertidos: no debemos desistir en la oración aunque no sea correspondida. ¡Es la oración que conserva la fe, sin ella la fe vacila!
Pidamos al Señor una fe que se haga oración incesante, perseverante, como aquella de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su llegada. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre va al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso. ¡Gracias!

HAY UN PECADO QUE DIOS NO PERDONA.....................

Hay un pecado que Dios no perdona, ¿sabes cuál?



“Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.”(Mc. 3, 29)
Hay muchos que ante esta cita bíblica quedan desconcertados y a la final, o se hacen de la vista gorda para no complicarse la existencia y continúan con su vida, o quedan con la idea de que Dios perdona todo pero que Su misericordia tiene un “límite” cuando del Espíritu Santo se trata, tirando al traste las veintiséis veces en que el Salmo 135 afirma que “(…) es eterna su misericordia”(Salmo 135, 1- 26)… seamos realistas, también habrán de los que ni sabían de la existencia de esta cita pero ya que la leyeron, pues de una vez harán el esfuerzo de informarse.
El contexto para evitar el pretexto
Para poder comprender a qué se refería Jesús con estas palabras, debemos ir hacia atrás (del texto bíblico… por favor regrese al asiento), y ver toda la historia. Cuando vemos una cita bíblica sin saber en qué momento fue dicha, a quién fue dicha y las circunstancias del evento, podemos fácilmente malentender (y malinterpretar) la cita. Revisar Marcos 3, 20-30 nos dará un contexto amplio sobre la afirmación que ha hecho Cristo. (Tal vez quieran –deban–  leerlo antes de continuar)
En Mc. 3,20 vemos a Jesús expulsando demonios aquí y allá, mientras algunas autoridades judías empezaron a decirles a los demás que era Jesús quien estaba poseído, y que era por el poder de Satanás que podía expulsar a los demonios.
Después de explicar porqué “expulsar a Satanás con el poder de Satanás” no tenía sentido (admitámoslo, debió ser más ridículo escucharlo que leerlo), Jesús pronuncia estas palabras que hemos citado al inicio, refiriéndose al pecado que no será perdonado.
Básicamente, la gente estaba diciendo que la obra del Espíritu Santo era en realidad obra de Satanás. Ahora, debemos tener en cuenta que Jesús vino exclusivamente a hacer la obra de Dios (para mostrarnos el amor del Padre y para perdonarnos por el pecado que nos mantenía separados de Él). Si fallamos en reconocer y aceptar esa obra, nos estamos cerrando a la misericordia y el perdón que Dios está tratando de darnos. Si ese es el caso, ¿cómo podremos ser perdonados?
Siendo más claros…
“(…) No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna”(Catecismo de la Iglesia Católica, 1864)
No es que haya gente que vaya por la vida diciendo que las obras de Cristo en realidad son de Satanás – aunque puede que sí los haya –, sino que basta el hecho de cerrarnos a la misericordia de Dios, creyendo que nuestro pecado es más grande que Su misericordia. Básicamente se reduce a esto: cuando no creemos que Dios puede salvarnos, estamos cerrando nuestro corazón al Espíritu Santo, y por tanto Dios no nos puede salvar. No se trata de que Dios no “pueda” perdonarnos, sino que nosotros no queremos ser perdonados.
En otras palabras mis estimados, ni la misericordia de Dios tiene un límite, ni hay necesidad de inventarse “pecados imperdonables” para explicar esta cita bíblica. Sencillamente – y están en toda la libertad de ponerlo en su muro de Facebook ahora mismo – el único pecado que Dios no puede perdonar, es aquél por el cual nos rehusamos a pedir perdón.
¡Dios los bendiga!

HOY DESCUBRI QUE ME FALTA FE..

Hoy descubrí que me falta fe

El domingo que el evangelio nos recordaba a san Juan Bautista proclamando que Jesús era el hijo de Dios, me quedé pensando, no ha de ver sido fácil hacer esta afirmación cuando un Rey quería tu cabeza en una bandeja de plata... ¿qué hacía que san Juan no tuviera miedo si no gozaba ni de poder, ni de dinero, ni de amigos importantes…? Lo único que tenía en abundancia era fe en Dios.
Y es que la fe del Bautista fue más grande que las amenazas de Herodes, su confianza Dios le quitó el miedo y alegremente anunció la venida del Hijo de Dios. ¡Sería maravilloso que tuviéramos una fe así de profunda! Nuestra vida sería bien diferente... muchos vivimos en una angustia constante, o con una tristeza bien arraigada… sin duda en esos momentos nos falta más fe para saber que Cristo nunca nos dejará solos y que nos sacará bien librados de todos nuestros aprietos. 
CREAMOS EN DIOS EN MEDIO DE LAS DIFICULTADES
Todos con facilidad decimos que creemos en Dios cuando nuestra vida es bendecida, cuando no nos falta nada, cuando nuestra familia está bien, pero la verdadera fe se prueba en medio de las dificultades. Piensa en los santos, aunque sufrían persecuciones, hambre, soledad, enfermedades, calumnias y demás... tenían su fe bien firme en Dios y no temblaban porque sabían que el que tiene la última palabra es Dios. Su fe les decía que nada ni nadie los separaría del amor de Cristo, el cual era su protector, y antes bien en medio de las dificultades su confianza en Dios les aumentaba las fuerzas y la alegría; incluso en la cárcel daban gloria a Dios, en el martirio sonreían y sin dinero hacían grandes obras. Ahora te pregunto a ti: ¿tiemblas ante las dificultades? Y si tu respuesta es 'sí' necesitas aumentar tu fe para descubrir que Dios es más grande que todos tus problemas, más fuerte que cualquier enemigo, más poderoso que cualquier dificultad... 
CREAMOS EN DIOS EN LA ENFERMEDAD
Lamentablemente la enfermedad en algún momento toca nuestras vidas o las de nuestros seres queridos y cuando esto ocurre no sabemos qué hacer y nos angustiamos... pero conozco muchas personas que aunque están en fase terminal se les ve tan serenas y alegres que desconciertan, y preguntándoles cuál es su secreto te afirman que Dios está detrás de esa paz, dándoles fortaleza. Cuántos de nosotros ante una enfermedad nos ponemos tristes, nos deprimidos, incluso nos enojamos con Dios y le reclamamos: "¿Porque a nosotros Señor?" El problema no es la enfermedad, sino la falta fe, necesitamos poner nuestra esperanza en el buen Jesús que pasó toda su vida sanando enfermos y dando esperanza a los que lo necesitaban. Así es que si la enfermedad te hace tambalear, ¡aumenta tu fe y descubrirás que no hay imposibles para Dios!
CREAMOS QUE DIOS NOS AYUDARÁ A CAMBIAR
Los grandes santos tienen metas bien altas, pero la primera es cambiar de vida, alejarse del pecado. No es suficiente con decir que tenemos fe, ella nos tiene que ayudar a detenernos cuando queramos hacer el mal, a detenernos de recaer en nuestros vicios, a detenernos cuando la violencia llené nuestro ser, ¡nuestra fe debe ayudarnos a ser santos! Hay personas que me dicen que ya lo intentaron todo, que no pueden cambiar y portarse bien, ¿no será más bien que les falta fe en que Dios tiene el poder para ayudarlos a cambiar? Necesitamos comprometernos y ser mejores cada día, tú y yo sabemos a qué debemos renunciar, ánimo, aumenta tu fe y pronto santo serás.
De antemano a todos nos falta fe, no importa que tan cercanos estemos a Dios llegan momentos tan difíciles que nos hacen caer, pero no te rindas, con humildad dile al Señor: “Mi Dios creo en ti, pero aumenta mi fe”. Con una fe tan sólida como la de san Juan Bautista podrás estar en paz en medio de cualquier tormenta, no te canses de pedirle al Espíritu Santo que te regale el don de la Confianza en Dios y verás que serás prácticamente invencible ante cualquier persona o problema.
La fe mueve montañas, ¡creelo de corazón!

CARTA DE UNA SUEGRA..................................

Carta de una suegra a su futura nuera

Querida futura nuera:
En donde quiera que te encuentres, quiero que sepas que ya queremos conocerte y que ya desde este momento te amamos.
Desde que nació nuestro hijo, no solo oramos por él, sino que hemos orado específicamente también por ti. Sabemos que Dios tiene planes maravillosos para ambos que se harán realidad algún día. Mientras esperamos pacientemente el día de su boda, tu suegro y yo queremos que sepas algunas cosas:
1.- Cuando te cases con nuestro hijo, serás mucho más que nuestra nuera, serás nuestra HIJA.
Nosotros creemos que cuando dos personas se enamoran y se unen en matrimonio, realmente forman UNO solo. Te convertirás no solo en la amada esposa de nuestro hijo, sino también en nuestra hija. No te vemos solo como una mujer que se unirá legalmente a nuestro hijo, te vemos como su hermosa esposa que lo será de por vida.
"De la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: "Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada". (Génesis 2,22-23)
2.- Apoyamos tu autonomía de pareja.
Para decirlo en pocas palabras, quiero resistir y no ”meterme en sus asuntos”. Cuando ustedes se casen, serán una familia independiente. Tu suegro y yo queremos apoyarlos de la mejor manera que podamos, pero también quiero respetar tu privacidad y marcar límites saludables. Te prometo llamar antes de visitarlos y tratar de ofrecer consejo solo cuando me lo pidan.
"Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne". (Génesis 2,24)
3.- Queremos ser bendición para ustedes.
Ante cualquier cosa, queremos bendecirlos a ti y a nuestro hijo tantas veces sea posible. Dios nos ha  bendecido con ustedes dos y queremos extender esa bendición a ustedes también. La relación entre suegros y nuera muchas veces se representa en forma negativa, pero no queremos ser así. Estamos con ustedes, no contra ustedes. Por eso, pueden venir a buscarnos para apoyarles en cualquier cosa.
"Y ahora te has dignado bendecir la casa de tu siervo para que permanezca por siempre en tu presencia. ¡Oh Señor! Tú eres el que bendice y mi casa, pues, será bendita para siempre". (1 Crónicas 17,27)
4.- Todos cometeremos errores.
Cuando dos familias se integran, puede ser complicado y desastroso. Todos cometeremos algún error. Alguna vez diremos alguna palabra que pueda herir sin querer, o no haremos algo que sea necesario. En esos momentos prometo pedirte perdón y decirte con sinceridad si mis sentimientos fueron heridos alguna vez. Te pido que tú también hagas lo mismo con el fin de que persevere la paz en nuestras familias. Quiero que sepas que siempre podrán comunicarse libremente con nosotros pase lo que pase.
5.- Si, soy su madre, pero quiero ser tu AMIGA.
Yo sé que tienes tu propia madre y no quiero tomar el lugar especial que guarda en tu corazón. Quiero ser tu amiga, una amiga mayor. Quiero que vayamos a desayunar y de compras. Quiero cuidar a nuestros nietos y darte una oportunidad para descansar un momento. Quiero estar disponible y que me llames si necesitas alguien de experiencia con quien hablar. Realmente deseo que seamos amigas. Lo espero con todo el corazón.
"El aceite y los perfumes alegran el corazón, la dulzura de la amistad reconforta el alma". (Proverbios 27,9)
6.- Soy tu guerrera de oración.
Seguiré orando para que Dios prepare tu corazón mientras creces, querida hija. Oro para que recibas sabiduría y conozcas al Señor. Oro para que Él inunde tu vida de bendiciones. Que proteja tu corazón y mente de todo pecado. Oro para que en el caso que cometas errores, y todos lo hacemos, sepas que puedes buscar Su Perdón y Misericordia y que realmente serás perdonada. Cuando tengas roto el corazón, oro por que se lo entregues a Dios. Solo Él puede colmarlo. Ni siquiera mi hijo podrá llenar ese vacío. Eres hija de Dios. Vales mucho. Oro para que siempre lo recuerdes.
Mantén la esperanza porque Dios tiene un magnífico plan para tu vida. Yo oraré de la misma manera por nuestro hijo y por ti. Y estaré esperando el día en que  te traiga a casa para conocerte por primera vez. Me será difícil esperar. Pero mientras llega ese día, querida hija, tienes que saber que ya eres muy amada por tu familia.
Con amor y muchas bendiciones,
Tu suegra y amiga, Ashley Willis.

LEELO SI TIENES EL CORAZON LLENO DE ODIO, CORAJE O RENCOR

Léelo si tienes el corazón lleno de odio, coraje o rencor

De vez en cuando me gusta salir a caminar para distraerme un poco y aprovecho también para saludar a los que no veo tan seguido en el templo. Fue en uno de estos recorridos que me encontré con Agueda, una señora ya mayor, para platicar:
– Padre, buenas tardes, ¿cómo esta?
– Bien, y usted qué tal, la veo preocupada.
– Pues no tan bien como usted, de hecho lo vi y le quiero pedir un consejo: tengo algo que no se cómo sacar de mi vida y ya me cansó. Mi esposo me hizo muchas cosas, nunca me supo valorar como esposa, jamás me defendió con su familia, en la casa sólo me quería para que lo atendiera, además de que su alcoholismo me hizo mucho daño, y aunque sufro mucho por el rencor que le tengo, siento que es imperdonable todo lo que me hizo, estoy desesperada, no sé qué hacer.
– Hija, déjeme contarle una anécdota: “Hace mucho tiempo un franciscano descubrió que había muchos rencores entre sus feligreses así que decidió hacer algo y les que para el siguiente día llevaran una bolsa muy resistente. Ya con bolsa en mano descubrieron que en el centro de la capilla había varias cajas de naranjas. Entonces les pidió que escribieran en cada fruta el nombre de alguien a quien le guardaran rencor, odio o resentimiento… un nombre, una naranja. La capilla se llenó de risas y sorpresas, unas bolsas estaban a punto de reventarse de tantas naranjas. Pero entre tanta risa el fraile les ordenó: 'Deben cargar por una semana esta bolsa de naranjas a todos lados, no pueden dejarlas para descansar...'”
– Padre, seguramente se habrán cansado mucho.
– Así es hija: “A los siete días llegaron todos a la parroquia quejándose de haber cargado inútilmente esas naranjas, unos decían que los huesos les dolían y otros que ya estaban echándose a perder y apestaban horrible. Entonces el monje muy pacientemente les habló: 'Hijos, si se cansaron con estas naranjas imagínense lo que han de estar cargando sus corazones, he notado que en este pueblo casi no ríen, tienen miedo de visitarse entre familias, se cuidan todo el tiempo los unos de los otros, llevan muchas cosas sobre sus espaldas, así nunca podrán ser felices... ese peso es más terrible que estas naranjas, que como quiera solo cansan el cuerpo, pero el rencor seca el alma y la deja triste”.
Esto mismo le pasa a usted hija, al tener lleno el corazón de todos estos rencores no da espacio a las cosas buenas de la vida, a la alegría, la amistad, la tranquilidad, la familia, a Dios mismo… Necesita decidirse a soltar de inmediato todo esto que lleva cargando, estoy seguro que el buen Jesús quiere que se anime a perdonar y a soltar. No le vaya a pasar como a algunas personas que por no soltar tienen 50, 30, 10 años viviendo en el pasado… Ahorita que está a tiempo perdone a su esposo.
– Padre, me apena decirlo, pero mi esposo murió hace 20 años, y desde esa fecha estoy así, no pasa un día sin que le recrimine todo lo que me hizo, a veces como que el coraje se me viene y ni la comida me sabe...
– Hija, nunca es tarde, me da gusto que se de cuenta hoy de lo mucho que lleva sobre su corazón. Es tiempo de pedirle a Dios que le conceda mucha fuerza para que salga adelante, para que en el instante que esté enfrascándose en el pasado tenga la fortaleza para decidir dejar de atormentarse y pensar en cosas buenas que la hagan sonreír.
En lo personal, cuando el rencor se quiere apoderar de mi corazón me gusta rezar: “Padre bueno enséñame a perdonar, a comprender y a olvidar”, lo repito muchas veces, sé que con su ayuda mi corazón estará sereno de nuevo… No dejes que tus recuerdos, sentimientos y corajes arruinen tu vida ¡Si tú no puedes liberarte: pídele ayuda a Jesús, recuerda que suyo es el poder!