Cuatro fueron los evangelios escogidos para entrar en las Sagradas Escrituras. Cuatro fueron los apóstoles afortunados cuyos escritos pasarían a formar parte del libro más vendido y leído de la historia de la Humanidad. Sin embargo, son bastantes más de cuatro los textos y evangelios que se quedaron fuera de este libro que hoy conocemos como la Biblia.
A finales del siglo II d.C., San Ireneo de Lyon propuso expresamente que fueran los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan los que fueran reconocidos por la Iglesia como los únicos que transmiten auténticamente la tradición apostólica y están inspirados por Dios. Así se ha mantenido durante los años, llegando a declararse como dogma de fe en el Concilio de Trento (1545-1563), en donde se definió el canon de las Sagradas Escrituras. A estos cuatro evangelios los conocemos como los evangelios canónicos.
Los evangelios apócrifos
Pero existen multitud de textos que surgieron en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret y que son apenas conocidos por la mayoría. A estos escritos, que no son aceptados ni por la iglesia católica ni por la ortodoxa, anglicana o protestante, los conocemos bajo el nombre de evangelios apócrifos.
El término apócrifo proviene del griego y significa “esconder”. Con este término designamos a una gran cantidad de libros escritos de forma similar a los evangelios canónicos que las Iglesias cristianas de los primeros siglos no reconocieron como parte de las Sagradas Escrituras.
Sin embargo, poseen algunas diferencias que los hicieron quedarse fuera de la Biblia. La mayor parte de los textos apócrifos están cargados de una mayor fantasía en el relato, llegando incluso a mencionar nuevos e increíbles milagros de Jesús que no aparecen en los Evangelios canónicos. Por otro lado, en estos escritos se hace referencia continuamente a la autoría de los mismos por parte de miembros relevantes de la comunidad como Pedro, Santiago o Tomás, mientras que en los canónicos apenas hay señales del autor, dejando de esta manera el protagonismo a los hechos narrados.
No obstante, no todos los evangelios apócrifos son iguales. Hay algunos que destacan por encima de otros por su contenido o por la persona a la que son atribuidos. Estos escritos son el caldo de cultivo ideal para los amantes de lo conspirativo.
De los más de 50 escritos apócrifos que se considera que existen, nosotros hemos seleccionado para vosotros los cuatro que nos han parecido más curiosos o que hemos considerado más relevantes.
El evangelio apócrifo de Juan
Existe un texto apócrifo atribuido al apóstol san Juan y que no se encuentra dentro de su evangelio canónico. En este texto Jesús les dice a sus discípulos qué es lo que deben evitar si quieren entrar en el reino de los cielos.
Curiosamente, una de las cosas que Jesús les dice es que no han de matar ni hombres ni animales, ni tan siquiera para alimentarse. A continuación os dejo un par de citas en las que Jesús invita a ser vegetariano a todo aquel que no quiera acabar en el infierno.
”No matéis hombres ni bestias, ni siquiera el alimento que ponéis en vuestras bocas, pues si comes alimento vivo, el mismo os vivificará, pero si matáis vuestro alimento, el alimento muerto os matará a vosotros también”
”Comed siempre de la mesa de Dios: las frutas de los árboles, el grano y las hierbas del campo, la leche de las bestias y la miel de las abejas”
El evangelio de Tomás
Se conoce como evangelio de Tomás a una colección de 114 dichos atribuidos a Jesús de Nazaret. Varios de los dichos son similares a los que aparecen en los evangelios canónicos, pero otros son totalmente novedosos. Se estima que fue escrito en el siglo I, por lo que lo hace bastante relevante.
Uno de los motivos por los que hemos decidido meterlo en este artículo es por cómo aparece reflejado el papel de la mujer para Jesús, igualándola al hombre.
“He aquí que le inspiraré a ella para que se convierta en varón, para que ella misma se haga un espíritu viviente semejante a vosotros varones”
El evangelio de Judas
Siempre hemos tenido la imagen de Judas Iscariote como el malo de los apóstoles. De hecho, su nombre lo usamos frecuentemente como sinónimo de traidor. Sin embargo, en el texto apócrifo conocido como evangelio de Judas se refleja una visión muy distinta de este discípulo.
En este texto vemos a Judas Iscariote casi como el discípulo favorito del maestro. Según este evangelio apócrifo, si lo entregó a las autoridades romanas fue en cumplimiento de un plan realizado por el mismo Jesús.
El evangelio de María Magdalena
Llamamos evangelio de María Magdalena a una serie de escritos apócrifos escritos entre los años 60 y 80 que citan a una discípula de Jesús llamada María. Los especialistas la identifican con María Magdalena, que aparece en los evangelios canónicos. En los tres únicos fragmentos que se conservan no se hace ninguna mención al autor de los mismos.
En los fragmentos que han llegado hasta nuestros días, podemos observar cómo María posee un papel más que relevante para Jesús, incluso parece estar por encima del resto de los apóstoles.
En uno de los fragmentos, María consuela al resto de los apóstoles tras la marcha de Jesús. En otro, Mateo increpa a Andrés y Pedro, quienes dudan de que Jesús haya preferido a una mujer antes que a ellos para hacerle ciertas revelaciones secretas. Tras esto, Mateo decide predicar el evangelio según María.
“……¿quién eres tú para despreciarla? De todas maneras Él, al verla, la ha amado sin duda. Avergoncémonos más bien……”
Existen multitud de textos apócrifos cargados de interesantes datos que desconocíamos. Este tema da para escribir infinidad de artículos que, siempre con vuestro permiso, iremos desarrollando más adelante. De momento, espero que esta introducción a los evangelios apócrifos te haya servido y te haya despertado las ganas de conocer más sobre el tema.
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